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Hechos
Hechos
Capítulo 1

1 Querido Teófilo, en mi primer libro que escribí para ti, escribí sobre muchas cosas que Jesús hizo y enseñó, 2 hasta el día en que Dios Lo llevó al cielo. Antes de que Él fuera al cielo, Él le dijo a los apóstoles por el poder del Espíritu Santo las cosas que Él queriía que ellos supieran. 3 Depués de que Él sufriera y muriera en la cruz, Él vino a la vida nuevamente. Mientras aparecía a menudo durante los próximos cuarenta días, los apóstoles Lo vieron muchas veces. Él les probó de muchas maneras, que Él estaba vivo nuevamente. Él habló con ellos sobre como Dios gobernaría las vidas de las personas en Su reino. 4 Una ocasión mientras Él estaba con ellos, Él les dijo: "No salgan de Jerusalén. En cambio, esperen aquí hasta que mi Padre les envíe su Espíritu a ustedes, así como Él prometió hacerlo. Ustedes me han escuchado hablar sobre esto. 5 Juan bautizó personas en agua, pero después de algunos días Dios los bautizaría a ustedes con su Santo Espíritu." 6 Un día cuando los apóstoles se reunieron con Jesús, ellos le preguntaron: "Señor, ¿ahora serás el Rey de Israel?" 7 Él respondió: "Ustedes no necesitan saber los periódos tiempos y los días cuando esto sucederá. Solamente Mi Padre ha decidido cuando esto sucederá. 8 Pero el Espíritu Santo los hará fuertes cuando Él venga a ustedes. Entonces ustedes les dirán a las personas sobre Mí en Jerusalén y en las regiones de Judea, Samaria y alrededor del mundo. 9-11 Depués de decir esto, Él ascendió al cielo, y una nube los mantuvo a ellos de continuar viéndolo. Mientras los apóstoles continuaban mirando hacia el cielo mientras Él ascendía, de repente dos hombres vistiendo vestiduras blancas se pusieron junto a elllos. Estos eran ángeles. Uno de ellos dijo: "¡Ustedes hombres de Galilea, no necesitan estar aquí parados mirando el cielo por más tiempo! Algún día este mismo Jesús, quien Dios tomó de ustedes hacia el cielo, volverá a la tierra. Él regresará de la misma manera como ustedes ahora mismo Lo vieron irse cuando subió al cielo." 12 Entonces, después que los dos ángeles se marcharan, los apóstoles regresaron a Jerusalén desde el Monte de los Olivos, que estaba a una corta distancia de Jerusalén. 13 Después que entraran a la ciudad, ellos subieron a la habitación de arrriba en la casa donde se estaban quedando. Aquellos quienes estaban allí eran Pedro, Juan, Jacobo (Santiago), Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas, el hijo de otro hombre llamado Jacobo. 14 Todos estos apóstoles comenzaron a orar juntos todo el tiempo. Otros quienes oraban con ellos, incluyendo la mujer que estuvo con Jesús, María quien era la madre de Jesús y Sus hermanos menores. 15 Durante esos días Pedro se levantó en medio de sus compañeros creyentes. Había un grupo de alrededor de 120 seguidores de Jesús en ese lugar. Él dijo: 16 "Mis hermanos, hay palabras acerca de Judas, que el Rey David escribió hace mucho tiempo. Estas palabras tenían que llegar a ser verdad, y así fueron, porque el Espíritu Santo Le dijo a David que escribir. 17 Apesar de que Judas era un apóstol como nosotros, Él guió a las personas que arrestaron y mataron a Jesús. 18 Este hombre ganó dinero por hacer esta maldad. Con ese dinero él compró un terreno. Entonces, él cayó allí al suelo, su cuerpo se abrió a la mitad y todos sus intestinos cayeron fuera. 19 Todas las personas que residían en Jerusalén escucharon sobre esto, por lo cual llamaron aquel campo de acuerdo a su propio lenguaje Arámico, Acéldama, el cuál significa "Campo de Sangre," porque era donde alguien murió. 20 Pedro también dijo: "Veo que lo que le pasó a Judas es como dice los Salmos: 'QUE SU LINAJE FAMILIAR MUERA, QUE NO QUEDE NADIE EN LO ABSOLUTO." Y al parecer estas otras palabras que David escribió también se referían a Judas: "DEJEN QUE OTRO TOME SU TRABAJO COMO LÍDER.' " 21 "Así que es necesario para nosotros apóstoles, elegir a un hombre que reemplace a Judas. Él debe ser uno que estuvo con nosotros todo el tiempo cuando Jesús estuvo con nosotros. 22 Esto es, desde el momento que Juan el Bautista bautizó a Jesús, hasta el día cuando Jesús nos dejó y ascendió al cielo. El hombre que remplace a Judas, debe ser uno que vio a Jesús vivo, después que Él muriera." 23 Así que los apóstoles y otros creyentes sugirieron los nombres de dos hombres. Uno era José Barsabás, quien también tenía el nombre de Justo. El otro hombre era Matías. 24-25 Entonces ellos oraron: "Señor Jesús, Judas dejó de ser un apóstol. Él peco y fue al lugar donde él merecía estar. Tú sabes lo que todo hombre piensa en su propio corazón, así que por favor, muéstranos cuál de estos dos hombres Tú has escogido para tomar el lugar de Judas." 26 Entonces ellos echaron suerte para escoger entre los dos de ellos y la suerte cayó sobre Matías y él fue un apóstol junto a los otros once apóstoles.

Capítulo 2

1 En el día cuando los Judíos estaban celebrando la fiesta de Pentecostés, los creyentes estaban todos juntos en un lugar en Jerusalén. 2 De repente, ellos escucharon un sonido que venía del cielo, que sonó como un fuerte viento. Todos en toda la casa donde ellos estaban sentados escucharon el sonido. 3 Entonces ellos vieron lo que pareció ser como llamas de fuego. Estas llamas se separaron una de la otra, y una de ellas bajó hacia la cabeza de cada uno de los creyentes. 4 Entonces todos los creyentes fueron llenos con el Espíritu Santo y comenzaron a hablar en diferentes lenguajes, en la forma en que el Espíritu hizo que cada uno pudiera hacerlo. 5 En ese tiempo muchos Judíos se estaban quedando en Jerusalén para celebrar la fiesta de Pentecostés. Ellos eran personas Judías que siempre adoraban a Dios. Ellos habían venido de muchos diferentes países. 6 Cuando ellos escucharon el sonido fuerte como un viento, una multitud de ellos se reunieron en el lugar donde los creyentes estaban. La multitud estaba asombrada porque cada uno de ellos estaba escuchando a uno de los creyentes hablando en su propio lenguaje. 7 Ellos estaban completamente asombrados y se dijeron unos a otros: "Todos estos hombres quienes están hablando han venido desde Galilea, así que, ¿cómo pueden ellos conocer nuestros lenguages? 8 ¡Pero todos nosotros los oímos hablando nuestra propia lengua que aprendimos de nacimiento! 9 Algunos de nosotros somos Partos, Medos, Elamitas y otros somos de las regiones de Mesopotamia, Judea, Capadocia, el Ponto y Asia. 10 Hay algunas personas de Frigia y Panfilia, Egipto y las regiones en Libia, que están cerca de la ciudad de Cirene. Además, hay otros de nosotros que estamos visitando Jerusalén desde Roma. 11 Están incluídos tanto Judíos nativos como no-Judíos quienes creen lo que creemos los Judíos. Y otros de nosotros venimos de la Isla de Creta y de la región de Arabia. Así que ¿cómo es que estas personas están hablando nuestros lenguajes sobre las maravillas de Dios?" 12 Las personas estaban asombradas y no sabían qué pensar sobre lo que estaba pasando. Así que se preguntaban unos a otros: "¿Qué quiere decir esto?" 13 Pero algunos se burlaban de lo que veían. Decían: "¡Estas personas están hablando así porque han bebido demasiado vino nuevo!" 14 Entonces Pedro se puso de pie con los once apóstoles y habló fuertemente a la multitud; él dijo: "¡Ustedes, hombres de Judea y ustedes los que se están quedando en Jerusalén, escúchenme todos, y les explicaré lo que está sucediendo! 15 Algunos de ustedes piensan que estamos borrachos, pero no estamos borrachos. ¡Apenas son las nueve de la mañana, y las personas aquí nunca se emborrachan a esta hora del día! 16-17 Por lo contrario, lo que ha sucedido aquí es el hecho milagroso del cual el profeta Joel escribió hace mucho tiempo. Él escribió: Dios dice: "DURANTE LOS ÚLTIMOS DÍAS EN TODAS PARTES, DARÉ MI ESPÍRITU SANTO A TODOS Y COMO RESULTADO, SUS HIJOS E HIJAS HABLARÁN MIS MENSAJES A LA GENTE, LOS JÓVENES DE ENTRE USTEDES TENDRÁN VISIONES DE MÍ, Y LOS ANCIANOS DE ENTRE USTEDES TENDRÁN SUEÑOS QUE YO LES DARÉ. 18 DURANTE ESOS DÍAS YO DARÉ MI ESPÍRITU SANTO A MIS SIERVOS PARA QUE PUEDAN DAR MIS MENSAJES A LA GENTE. 19 HARÉ QUE COSAS ASOMBROSAS OCURRAN EN EL CIELO Y HARÉ MILAGROS EN LA TIERRA PARA MOSTRAR QUE COSAS IMPORTANTES PASARÁN. AQUÍ EN LA TIERRA HABRÁ SANGRE, FUEGO Y HUMO EN TODAS PARTES. 20 " EN EL CIELO EL SOL SE CONVERTIRÁ EN TINIEBLAS Y LA LUNA APARECERÁ ROJA. ESAS COSAS SUCEDERÁN ANTES QUE YO, EL SEÑOR DIOS, VENGA A JUZGAR A TODO EL MUNDO. 21 Y YO SALVARÉ A TODOS LOS QUE ME LLAMEN PARA SALVARLOS." 22 Pedro continuó hablando: "¡Mis compañeros Israelitas, escúchenme! Cuando Jesús de Nazaret vivió entre ustedes, Dios les mostró a ustedes que Él Lo había enviado haciendo que Él pudiera realizar muchos milagros maravillosos que evidenciaban que Él venía de Dios. 23 Aunque ustedes sabían eso, ustedes entregaron a este hombre Jesús a las manos de Sus enemigos. Sin embargo, Dios ya había hecho planes respecto a eso. Entonces ustedes instaron a hombres que no obedecen la ley de Dios para que mataran a Jesús. Ellos lo hicieron clavándolo a una cruz. 24 Él murió, pero Dios lo levantó nuevamente, porque no era posible que permaneciera muerto. Dios causó que Él viviera otra vez." 25 Hace mucho tiempo el Rey David escribió lo que el Mesías dijo: "YO SABÍA QUE TÚ, SEÑOR DIOS, SIEMPRE ME ESCUCHARÍAS. TÚ ESTÁS A MI MISMO LADO, ASÍ QUE NO TEMERÉ A LOS QUE QUIERAN HACERME DAÑO. 26 POR ESO MI CORAZÓN SE ALEGRÓ Y ME REGOCIJÉ; AUNQUE MUERA ALGÚN DÍA, YO SÉ QUE TU SIEMPRE ME AYUDARÁS. 27 TU NO HARÁS QUE ME QUEDE EN EL LUGAR DONDE ESTÁN LOS MUERTOS. NI SIQUIERA DEJARÁS QUE MI CUERPO SE DESGASTE, PORQUE ESTOY CONSAGRADO A TI Y SIEMPRE TE OBEDEZCO. 28 TÚ ME HAS ENSEÑADO A ESTAR VIVO OTRA VEZ. TÚ ME HARÁS MUY FELIZ PORQUE TÚ ESTARÁS CONMIGO PARA SIEMPRE." 29 Pedro continuó: "Mis compañeros Judíos, estoy seguro que nuestro ancestro, el Rey David murió y que la gente lo enterró. Y el lugar donde enterraron su cuerpo todavía está aquí hoy. 30 El Rey David fue un profeta y sabía que "DIOS LE HABÍA PROMETIDO QUE UNO DE SUS DESCENDIENTES SERÍA REY." 31 Hace mucho tiempo, David sabía lo que Dios haría, que Dios causaría que Jesús el Mesías volviera a vivir luego de morir. El dijo que "DIOS NO HARÍA QUE JESÚS EL MESÍAS PERMANECIERA EN EL LUGAR DE LOS MUERTOS, NI QUE SU CUERPO SE DESGASTARA." 32 Después que este hombre Jesús había muerto, Dios causó que viviera otra vez. Todos nosotros, Sus seguidores, sabemos esto porque Lo vimos. 33 Dios ha honrado grandemente a Jesús colocándolo a Su mano derecha para reinar con Él, Su Padre. Él nos ha dado el Espíritu Santo, y eso es lo que ustedes están viendo y oyendo aquí hoy. 34 Nosotros sabemos que David no estaba hablando de sí mismo porque David no subió al cielo como lo hizo Jesús. Además, David mismo dijo lo siguiente acerca de Jesús el Mesías: "EL SEÑOR DIOS LE DIJO A MI SEÑOR EL MESÍAS: 'REINA AQUÍ A MI MANO DERECHA 35 MIENTRAS YO DESTRUYO TUS ENEMIGOS COMPLETAMENTE.'" 36 Pedro terminó diciendo: "Así que quiero que ustedes y todos los demás Israelitas sepan que Dios ha hecho a Jesús Señor y Mesías, este mismo Jesús que ustedes clavaron en una cruz y mataron." 37 Cuando las personas escucharon lo que Pedro y los apóstoles decían, todos supieron que habían hecho mal. La gente les decía: "¿Qué debemos hacer?" 38 Pedro les contestó: "Cada uno de ustedes debe tornarse de su comportamiento pecaminoso. Si ustedes ahora creen en Jesús, nosotros los bautizaremos. Dios perdonará sus pecados, y les dará Su Espíritu Santo. 39 Dios ha prometido hacer esto para ustedes y para sus hijos, y para todos los que crean en Jesús, aún para los que viven muy lejos de aquí. ¡El Señor nuestro Dios dará Su Espíritu Santo a todos los que Él llame a ser Su pueblo!" 40 Pedro habló mucho más y les habló muy fuertemente. Les dijo: "Pídanle a Dios que los salve para que no los castigue cuando Él castigue a esta gente mala que ha rechazado a Jesús!" 41 Así que la gente que creyó el mensaje de Pedro fue bautizada. Hubo como tres mil que se unieron al grupo de creyentes ese día. 42 Continuamente obedecían lo que los apóstoles enseñaban. Se reunieron muchas veces con los otros creyentes y comían y oraban juntos cada día. 43 Todas las personas que estaban en Jerusalén respetaban y honraban muchísimo a Dios porque los apóstoles hacían muchas clases de cosas milagrosas. 44 Todos los que creyeron en Jesús creían las mismas cosas y se reunían regularmente. Ellos también seguían compartiendo todo lo que tenían los unos con los otros. 45 De vez en cuando algunos de ellos vendían parte de su tierra y otras cosas que poseían, y le daban parte del dinero a otros entre ellos, según lo que necesitaran. 46 Cada día continuaban reuniéndose juntos en el área del templo, y cada día compartían alegremente sus alimentos los unos con los otros, cuando comían juntos y celebraban la Cena del Señor en sus casas. 47 Mientras hacían esto, seguían alabando a Dios, y todo el resto de la gente en Jerusalén los respetaba. Mientras ocurrían esas cosas, cada día el Señor aumentaba el número de personas que se salvaba del castigo de sus pecados.

Capítulo 3

1 Un día, Pedro y Juan estaban yendo al patio del Templo. Eran las tres en punto en la tarde, a la hora cuando la gente oraba allí. 2 Había un hombre allí que no había sido capaz de caminar desde el tiempo de su nacimiento. Él estaba sentado en la puerta llamado la Puerta Hermosa, en el área de la entrada del Templo. Personas lo cargaban allí todos los días, para que este pudiera pedirle a aquellos quienes estaban entrando al patio del templo, algún dinero. 3 Mientras Pedro y Juan estaban a punto de entrar al patio del Templo, él comenzo a pedirle que les diera algún dinero. 4 Tan pronto Pedro y Juan lo miraron directamente, Pedro le dijo: "¡Míranos!" 5 Así que él los miro directamente, esperando recibir algún dinero de ellos. 6 Entonces Pedro le dijo: "¡Yo no tengo nada de dinero, pero lo que puedo hacer, lo haré por ti. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, tú estás sanado. Levántate y camina!" 7 Entonces Pedro agarró la mano derecha del hombre y lo ayudó a levantarse. En ese momento, los pies y tobillos del hombre se fortalecieron. 8 ¡Él brincó y comenzó a caminar! ¡Entonces, él entro al área del Templo con Pedro y Juan, caminando y saltando y alabando a Dios! 9 Toda las personas en el Templo lo vieron caminando y alabando a Dios. 10 ¡Ellos reconocieron que era el hombre quien solía sentarse en la Puerta Hermosa en el patio del Templo y pedía dinero a las personas! Así que todas las personas allí estaban gratamente asombradas por lo que le había sucedido a él. 11 ¡Mientras el hombre se aferró a Pedro y Juan, toda las personas estaba tan sorprendidas que ellos no sabían que pensar! Así que ellos corrieron hacia ellos al lugar en el patio de Templo que es llamado el Pórtico de Salomón. 12 Cuando Pedro vio a las personas, él les dijo: "¡Compañeros Israelitas, ustedes no deben estar sorprendidos por lo que le sucedió a este hombre! ¿Por qué ustedes nos miran a nosotros como si tuviéramos poder nosotros mismos para hacer a este hombre caminar? 13 Pues les diré lo que está realmente sucediendo. Nuestros ancestros, incluyendo Abraham, Isaac y Jacob, adoraban a Dios. Y ahora Dios ha honrado grandemente a Jesús. Sus líderes trajeron a Jesús al gobernador, Pilato, para que sus soldados lo ejecutaran. Ustedes fueron los que rechazaron a Jesús en la presencia de Pilato, después que Pilato había decidido que él debía liberar a Jesús. 14 ¡Aunque Jesús era el propio Mesías de Dios para Israel, el Único Justo, ustedes pidieron que un asesino fuera liberado en lugar de Él! 15 Dios considera que ustedes asesinaron a Jesús, quienda vida eternal a las personas. Pero Dios ha causado que Él vuelva a la vida otra vez. Nosotros vimos a Jesús muchas veces después que Él volvió a la vida otra vez. 16 Esto es porque nosotros confiamos en Jesús, y este hombre confía en que Jesús lo ha hecho fuerte otra vez y capaz de caminar en frente de todos ustedes." 17 "Ahora, mis compañeros compatriotas, yo sé que ustedes y sus líderes asesinaron a Jesús porque ustedes no sabían que Él era el Mesías. 18 Sin embargo, Dios predijo mucho tiempo atrás que las personas pondrían a Jesús a la muerte. Dios le dijo a todos los profetas, que escribieran lo que las personas le harían al Mesías. Ellos escribieron que el Mesías, quien Dios enviaría, sufriría y moriría. 19 Así que aléjense de sus vidas pecaminosas y pídanle a Dios que les ayude a hacer lo que a Él le place, para que Él los pueda perdonar completamente a ustedes de sus pecados, y para que Él les pueda fortalecer. 20 Si ustedes hacen esto, habrá momentos cuando ustedes sabrán que el Señor Dios les está ayudando. Y algún día, Él otra vez enviará a la tierra al Mesías, Quien les ha sido dado a ustedes. Esa persona es Jesús. 21 Jesús, ciertamente se quedará en el cielo hasta el momento cuando Dios causará que todo lo que Él ha creado se haga nuevo. Mucho tiempo atrás, Dios prometió hacer eso, y Él escogió profetas santos para que le dijeran ésto a las personas. 22 Por ejemplo, el profeta Moisés dijo ésto acerca del Mesías: 'EL SEÑOR TU DIOS ENVIARÁ A UN PROFETA COMO YO DE ENTRE USTEDES. USTEDES DEBERÁN ESCUCHAR TODO LO QUE ÉL LES DICE. 23 AQUELLOS QUIENES NO ESCUCHEN A ESE PROFETA Y OBEDEZCAN, NO PERTENECERÁN MÁS AL PUEBLO DE DIOS, Y DIOS LOS DESTRUIRÁ.'" 24 Pedro continuó: "Todos los profetas han dicho sobre lo que sucederá durante estos días. Aquellos profetas incluyen a Samuel y todos los otros quienes después también hablaron acerca de estos eventos, antes de que sucedieran. 25 Cuando Dios fuertemente prometió bendecir a nuestros ancestros, Él también prometió con seguridad bendecirles a ustedes. Él le dijo a Abraham acerca del Mesías: 'YO BENDECIRÉ TODO LOS GRUPOS ÉTNICOS EN LA TIERRA, COMO RESULTADO DE LO QUE TUS DESCENDIENTES HARÁN.'" 26 Pedro concluyó: "Así que, cuando Dios envió a Jesús a la tierra para servirle como Mesías, Él Lo envió primero a ustedes, los Israelitas, para bendecirlos a ustedes, para deternerlos de hacer lo que es malvado."

Capítulo 4

1 Mientras tanto, habían unos sacerdotes en el patio del templo. Allí también estaba el oficial a cargo de los guardias del templo y algunos miembros de un grupo de Saduceos. Todos estos hombres llegaron a Pedro y Juan, mientras estos le hablaban a la gente. 2 Estos hombres estaban muy molestos, porque los dos apóstoles estaban enseñándole a la gente sobre Jesús. Lo que le estaban diciendo era que Dios hizo que Jesús volviera a la vida después de que lo mataran. 3 Así que estos hombres arrestaron Pedro y Juan llevándolos a la cárcel. El consejo Judío tenía que esperar hasta el otro día para cuestionar a Pedro y Juan, porque ya era de noche. 4 Sin embargo, muchas de las personas que escucharon a Pedro hablar pusieron su fe en Jesús. El número de hombres que creyeron en Jesús aumentó alrededor de cinco mil. 5 Al día siguiente los sacerdotes llamaron a los otros sacerdotes principales, maestros de las leyes judías y otros miembros del Consejo Judío y se reunieron juntos en un solo lugar en Jerusalén. 6 Anás, el sumo sacerdote formal, estaba allí. También estaba allí Caifás el nuevo sumo sacerdote, Juan y Alejandro, y otros hombres que estaban relacionados con el sumo sacerdote. 7 Ellos le ordenaron a los guardias que traerán a Pedro y Juan en el cuarto y entonces ellos le preguntaron a Pedro y Juan: "¿quién les dió el poder a ustedes para sanar al hombre que no podía caminar?" 8 Como el Espíritu Santo le dió poder a Pedro, Pedro les dijo: " ¡Ustedes compañeros Israelitas quienes nos gobiernan y todos ustedes ancianos, escúchenme! 9 Hoy ustedes nos cuestionan sobre la obra que hicimos por un hombre que no podía caminar y nos preguntan cómo fue sano. Así que déjenme decirles a ustedes y todos los Israelitas esto: 10 Es por el nombre de Jesucristo de Nazaret que éste hombre fue sanado, por lo que ahora es capaz de estar parado frente a ustedes. Fueron ustedes quienes clavaron a Jesús en una cruz y lo mataron, pero Dios hizo que Él volviera a la vida. 11 Jesucristo de Nazaret es de quien la escritura hablo: "LA PIEDRA QUE EL CONSTRUCTOR TIRÓ A UN LADO SEA VUELTO LA MÁS IMPORTANTE EN LA CONSTRUCCIÓN. 12 "¡Sólo Jesús puede salvarnos, porque Dios no ha dado otro hombre en el mundo que pueda salvarnos de la culpa de nuestros pecados!" 13 Los líderes Judíos se dieron cuenta que Pedro y Juan no les temían a ellos. También habían aprendido que éstos dos hombres eran personas ordinarias que no estudiaron en escuelas. Así que los líderes estaban impresionados. Ellos sabían que éstos hombres habían pasado tiempo con Jesús. 14 Ellos también vieron al hombre que fue sanado parado con Pedro y Juan, así que no podían decir nada contra ellos. 15 Los lideres Judíos le dijeron a los guardias que llevaran a Pedro, Juan y al hombre sanado fuera de la habitación donde estaban reunidos. Después que lo hicieron, los lideres hablaron entre ellos sobre Pedro y Juan. 16 Ellos dijeron: "¡No hay nada que podamos hacer para castigar a estos dos hombres! ¡Todos los que viven en Jerusalén saben que han hecho maravillosos milagros, así que no podemos decir que no paso! 17 Sin embargo, no podemos permitir que otras personas escuchen lo que ellos están enseñando sobre Jesús. Así que tenemos que decirles a éstos hombres que los castigaremos si continúan diciendole a otras personas sobre aquel quien ellos dicen les dió poder para sanar éste hombre." 18 Así que los lideres Judíos le dijeron a los guardias que trajéran a los dos apóstoles a la habitación nuevamente. Después que los guardias hicieron esto, ellos le dijeron a ambos que no debían seguir hablando o enseñando sobre Jesús a nadie. 19 Pero Pedro y Juan dijeron: "¿Acaso Dios pensaría que sería correcto que les obedeciéramos a ustedes y no a Él? Dejaremos que decidan lo que ustedes creen que es correcto. 20 Pero en cuanto a nosotros, no podemos obedecerlos. Nosotros no nos podemos detener de hablarle a las personas sobre las cosas que hemos visto a Jesús hacer y las que hemos escuchado enseñar." 21 Entonces lo líderes Judíos nuevamente le dijeron a Pedro y Juan que no le desobedecieran, pero decidieron no castigarlos, porque todas las personas en Jerusalén estaban alabando a Dios por lo que había pasado con el hombre que no podía caminar. 22 El tenía más de cuarenta años y no podía caminar desde el día que nació. 23 Después que Pedro y Juan se marcharan del Consejo Judío fueron donde los otros creyentes y les contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos judíos le dijeron a ellos. 24 Cuando los creyentes escucharon esto todos se pusieron de acuerdo mientras oraban junto, "¡Oh Señor, Tú hicistes los cielos, la tierra y los océanos y todo en ellos. 25 El Espíritu Santo causó que nuestro ancestro, Rey David, quién te sirvió, escribiera estas palabras: '¿PORQUÉ LOS GRUPOS DEL MUNDO SE ENFURECIERON Y LOS ISRAELITAS TRAMARON INÚTILMENTE CONTRA DIOS? 26 LOS REYES EN EL MUNDO SE PREPARARON PARA PELEAR CONTRA EL GOBIERNO DE DIOS Y LOS GOBERNANTES SE UNIERON CON ELLOS PARA OPONERSE AL SEÑOR DIOS Y AL UNO QUIEN ÉL HABÍA ESCOGIDO PARA SER EL MESIAS.' 27 Porque es verdad, ambos Herodes y Poncio Pilato, junto a los no-judíos y la gente Israelita llegaron a esta ciudad contra Jesús, quien escogistes para servir como tu Mesias. 28 Tú les permitiste que lo hicieran, porque fuistes tu quien decidió hace mucho tiempo que pasaría." 29 "¡Y ahora, Señor, escucha lo que ellos dicen acerca de como ellos nos castigaran! ¡Ayudanos, quienes te servimos para hablar sobre Jesús a cualquiera! 30 Usa tu poder para hacer grandes milagros de sanidad, señales y maravillas en el nombre de tu santo siervo, Jesús!" 31 Cuando los creyentes terminaron de orar, el lugar donde estaban reunidos se sacudió. El Espíritu Santo les dió a todos poder para hablar valientemente las palabras que Dios les dió para hablar y eso fue lo que hicieron. 32 El grupo de personas que creían en Jesús estaban en completo acuerdo sobre lo que pensaban y lo que querían. Ni uno de ellos dijo que algo le pertenecia únicamente. En vez, ellos compartieron uno con los otros todo lo que tenían. 33 Los apóstoles continuaron fuertememente diciéndole a otros que Dios hizo que el Señor Jesús volviera a la vida nuevamente. Y Dios estaba ayudando grandemente a todos los creyentes. 34-35 Algunos de los creyentes que tenían tierras o casas vendieron sus propiedades. Entoces ellos traían el dinero de lo que vendieron y se lo entregaban a los apóstoles. Entonces los apóstoles le daban el dinero a cualquier creyente que lo necesitara. Así que todos los creyentes tenían lo que necesitaban para vivir. 36 Ahora había un hombre llamado José, quien pertenecía a la tribu de Leví y provenía de las islas de Chipre. Los apóstoles lo llamaban Bernabé, en el lenguaje de los Judíos significaba persona que motivaba a otros. 37 Él vendió un campo y trajo el dinero a los apóstoles, para que ellos dieran a otros creyentes.

Capítulo 5

1 Ahora bien había un creyente a quien llamaban Ananías, y su esposa llamada Safira. El también vendió un terreno. 2 El mantuvo para el mismo parte del dinero que recibió por la venta del terreno, y su esposa sabía que él había hecho eso. Entonces el trajó el resto del dinero y lo presentó a los ápostoles. 3 Entonces Pedro dijo: "Ananías, tu dejaste que Satanás tomara completamente control de tí y así que tú trataste de engañar El Espíritu Santo. ¿Por qué tu has hecho esa cosa terrible? Tu has guardado para tí parte del dinero que recibiste de la venta del terreno. Tú no lo has entregado todo. 4 Antes de vender esta tierra, tu eras el verdadero propietario. Y después que la vendistes, el dinero era tuyo. Así que ¿por qué comenzaste a pensar en hacer tan malvada cosa? ¡Tú no estabas tratando de engañarnos solo a nosotros! ¡Tú trataste de engañar a Dios mismo!" 5 Cuando Ananías oyó estas palabras, inmediatamente él cayó muerto. Y todo el que había oido de la muerte de Ananías se aterrorizó. 6 Algunos jóvenes vinieron, cubrieron su cuerpo con sábanas, se lo llevaron y lo enterraron. 7 Alrededor de tres horas más tarde, su esposa vino, pero ella no sabía lo que había pasado. 8 Entonces Pedro mostró el dinero que Ananías le trajo y le preguntó a ella: "Dime, ¿ésta es la cantidad de dinero que ambos recibieron por la venta del terreno?" Ella le dijo, "Sí, esto es lo que nosotros recibimos." 9 Entonces Pedro le dijo a ella: "¡Ambos hicieron una cosa terrible! Ustedes dos han acordado tratar de engañar el Espíritu del Señor! ¡Escucha! ¿Oyes los pasos de los hombres que han enterrado a tu esposo? Ellos estan a fuera de la puerta, y ellos te llevaran, también!" 10 Inmediatamente Safira cayó muerta a los pies de Pedro. Entonces los jóvenes llegaron. Cuando ellos vieron que ella había muerto, también, ellos se llevaron el cuerpo afuera y lo enterraron junto al cuerpo de su esposo. 11 Todos los creyentes en Jerusalén, se asustaron grandemente por lo que Dios había hecho con Ananías y Safira. Y todos los que oyeron sobre estas cosas se asustaron grandemente. 12 Dios les permitió a los apóstoles que hicieran muchos milagros asombrosos que mostraran la verdad de lo que ellos predicaban entre las personas. Todos los creyentes se reunían regularmente en el patio del templo en el lugar llamado el Pórtico de Salomón. 13 Todas las demás personas quienes no creían en Jesús tenían miedo de estar con los creyentes. Sin embargo aquellas personas continuaron respetando grandemente a los creyentes. 14 Muchos más hombres y mujeres comenzaban a creer en el Señor Jesús, y ellos comenzaron a unirse al grupo de creyentes. 15 Como resultado, la gente estaba llevando a las calles a quienes estuvieran enfermos y recostándolos en camillas y lechos, en orden que cuando Pedro viniera por lo menos su sombra cayera sobre algunos de ellos y ellos fueran sanados. 16 Grandes multitudes de personas también venían a los apóstoles de los pueblos cerca de Jerusalén. Ellos traían los enfermos y los que estaban atormentados por espíritus malvados, y Dios los sanaba a todos. 17 Entonces el sacerdote principal y todos los que estaban con él, (todos ellos eran miembros del grupo de los Saduceos), comenzaron a estar celosos de los apóstoles. 18 Entonces ellos ordenaron a los guardias del Templo a que arrestaran a los apóstoles y los pusieran en una cárcel pública. 19 ¡Pero durante la noche un ángel del Señor Dios abrió las puertas de la cárcel y sacaron a los apóstoles afuera! Entonces el ángel dijo 20 a los apóstoles: "Vayan al patio del Templo, pónganse en pié allí, y díganle a todas las personas este mensaje de vida eterna! " 21 Después de escuchar ésto, al amanecer, los apóstoles entraron al patio del Templo y comenzaron a enseñar a toda la gente una vez más sobre Jesús. Mientras tanto, el sacerdote principal y aquellos que estaban con él convocaron a los otros miembros del Concilio Judío. Juntos eran todos los líderes de Israel. Después que ellos se reunieron, ellos enviaron guardias a la cárcel para que le trajeran a los apóstoles. 22 Pero cuando los guardias llegaron a la cárcel, ellos descubrieron que los apóstoles no estaban allí. Así que ellos regresaron al Concilio y lo reportaron: 23 "¡Nosotros vimos que las puertas de la cárcel estaban bien cerradas con llave, y los guardias estaban parados en las puertas. Pero cuando nosotros abrimos las puertas y fuimos a buscar a esos hombres, ninguno de ellos estaba dentro de la cárcel! 24 Cuando el capitán de los guardias del templo y el jefe de los sacerdotes escucharon ésto, ellos comenzaron a confundirse grandemente, y ellos se preguntaron a donde estos eventos conducirían. 25 Entonces algunos vinieron y le reportaron a ellos: "¡Escuchen a ésto! Ahora mismo los hombres a quien ustedes pusieron en la cárcel están de pie en el patio del Templo, y están enseñando a las personas!" 26 Así que el capitán de los guardias del Templo fue al patio del Templo con los oficiales, y ellos trajeron a los apóstoles de regreso a la sala del Concilio. Pero ellos no los trataron con rigidez, porque ellos tenían miedo de que la gente los matara lanzándoles piedras. 27 Después el capitán y los oficiales trajeron a los apóstoles a la sala del Concilio y ellos les ordenaron a ponerse en pié frente a los miembros del Concilio, y el alto sacerdote les cuestionó. 28 Él les dijo: "¡Nosotros le ordenamos a ustedes que no enseñaran a las personas acerca de ese hombre Jesús! Pero ustedes nos han desobedecido, y ustedes han enseñado sobre Él a personas por toda Jerusalén! Además, ustedes tratan de hacer ver que nosostros somos los culpables por la muerte de ese hombre!" 29 Pero Pedro, hablando por él y los otros apóstoles, respondieron: "¡Nosotros tenemos que obedecer lo que Dios ordenó hacer, y no lo que las personas nos dicen hacer! 30 Ustedes son quienes mataron a Jesús clavandolo en una cruz! Pero Dios, a quien nuestros antepasados adoraron, causó que Jesús volviera a la vida después que Él murió. 31 Dios ha honrado a Jesús más que a nadie. Le ha hecho a Él Salvador y Gobernante sobre nosotros. Él ha permitido que nosotros Israelitas nos detengamos de pecar, para que Él pueda perdonarnos de nuestros pecados. 32 Nosotros hablamos a las personas sobre estas cosas que sabemos que le pasaron a Jesús. El Espíritu Santo, a quien Dios ha enviado a nosotros que Le obedecemos, también confirma que estas cosas son verdad." 33 Cuando los miembros del Concilio escucharon esto, ellos se enojaron mucho con los apóstoles, y querían matarlos. 34 Pero había en el Concilio un miembro llamado Gamaliel. Él era miembro del grupo de los fariseos. Él enseñaba la leyes Judías, y todos los Judíos lo respetaban. Él se paró en el Concilio y le dijo a los guardias que llevaran a los apóstoles fuera de la habitación por un corto tiempo. 35 Después que los guardias llevaron a los apóstoles afuera, el le dijo a los otros miembros del Concilio, "Compañeros Israelitas, debemos pensar cuidadosamente acerca de lo que quieren hacer con estos hombres. 36 Algunos años atrás un hombre llamado Teudas se rebeló contra el gobierno. Él le dijo a la gente que él era una persona importante, y cerca de cuatrocientos hombre se unieron a él. Pero él fue asesinado, y todos quienes lo acompañaban se esparcieron. Así que ellos no pudieron hacer nada de lo que habían planificado. 37 Después de esto, durante el tiempo que ellos estaban escribiendo los nombres de las personas para imponerle impuestos a ellos, un hombre llamado Judas de la región de Galilea se rebeló y persuadió algunas personas a que lo siguieran a él. Pero él fue asesinado también, y todos los que lo acompañaron se fueron por diferentes direcciones. 38 Así que ahora les digo esto:"¡No le hagan daños a estos hombres!¡Suéltenlos! Yo digo ésto porque si las cosas que están pasando ahora son simplemente algo que los humanos han planificado, alguien los detendrá. Ellos caerán. 39 ¡Pero si Dios los ha ordenado hacer estas cosas, ustedes no los podrán detener, porque se encontrarán ustedes mismos trabajando contra Dios!" Los otros miembros del Concilio aceptaron lo que Gamaliel les dijo. 40 Ellos le dijeron a los guardias del templo que los trajeran y los golpearan. Así que los guardias los trajeron al cuarto del Concilio y los azotaron. Los miembros del Concilio les odenaron que no hablaran de Jesús nunca más, y ellos soltaron a los apóstoles. 41 Así que los apóstoles se fueron del Concilio. Ellos se regocijaban porque ellos sabían que Dios los había honrado dejando que las personas los deshonraran porque ellos seguían a Jesús. 42 Cada día después de esto, los apóstoles iban al área del templo y varias casas de personas, y ellos continuaron enseñando a la gente y hablando que Jesús es el Cristo.

Capítulo 6

1 Durante aquel tiempo, mucha más personas se convirtieron en creyentes. Los judíos no nativos comenzaron a quejarse de los nativos nacidos israelitas, porque las viudas entre ellos no recibían su justa porción de alimentos cada día. 2 Así que, después los doce apóstoles oyeron lo que ellos habían dicho, ellos convocaron a todos los otros creyentes de Jerusalén para reunirse juntos. Entonces los apóstoles les dijeron: "¡No estaríamos haciendo bien si nosotros dejáramos de predicar y enseñar el mensaje de Dios para distribuir comida a la gente! 3 Así que, compañeros creyentes, escojan cuidadosamente a siete hombres de entre ustedes, hombres a quienes ustedes saben que el Espíritu de Dios los dirije y quienes son muy sabios. Entonces nosotros los instruiremos para que hagan ese trabajo. 4 Así nosotros, nos mantendremos usando nuestro tiempo para orar y predicar y enseñar el mesaje de Jesús." 5 Lo que los apóstoles recomendaron complació a todos los demás creyentes. Así ellos escogieron a Esteban, un hombre que fuertemente creía en Dios y al cual el Espíritu Santo controlaba completamente. Ellos también escogieron a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás, que era de la ciudad de Antioquía. Nicolas había aceptado la religión judía antes de haber creído en Jesús. 6 Los creyentes llevaron a estos siete hombres a los apóstoles. Luego los apóstoles oraron por estos hombres y pusieron sus manos sobre las cabezas de cada uno de ellos para causar que ellos hicieran ese trabajo. 7 Entonces los creyentes continuaron diciéndole a muchas personas el mensaje de Dios. El número de personas en Jerusalén que creía en Jesús había crecido grandemente. Entre ellos había muchos sacerdotes judíos que estaban siguendo el mensaje sobre como ellos debían confiar en Jesús. 8 Dios le había dado a Esteban poder para hacer muchos milagros asombrosos entre la gente que mostraba que el mensaje acerca de Jesús era verdadero. 9 Sin embargo, alguna personas se oponían a Esteban. Ellos eran de un grupo de judíos que se reunían regularmente en una sinagoga llamada Los Libertos, y también personas de las ciudades de Cirene y Alejandría y de las provincias de Cilicia y Asia. Ellos todos comenzaron a discutir con Esteban. 10 Pero ellos no pudieron probar que lo que él decía estaba mal, porque el Espíritu de Dios lo capacitaba para hablar con mucha sabiduría. 11 Así que, ellos persuadieron secretamente a algunos hombres para acusar falsamente a Esteban. Esos hombres decían: "Nosotros le escuchamos decir cosas malas sobre Moisés y Dios." 12 Entonces hicieron que las otras personas Judías se molestaran con Esteban, incluyendo a los ancianos y a los maestros de la ley Judía. Entonces todos ellos tomaron a Esteban y lo llevaron al concilio Judío. 13 También traeron a algunos hombres quienes lo acusaron injustamente. Estos hombres dijeron: "Este sujeto sigue diciendo cosas malas acerca de este santo templo y acerca de la ley que Moisés recibió de Dios. 14 Lo que queremos decir es que lo hemos escuchado decir que este Jesús del pueblo de Nazaret destruirá este templo y nos dirá que obedezcamos costumbres diferentes a las que Moisés les enseño a nuestros ancestros." 15 Toda la gente en el cuarto del concilio miró a Esteban y vieron que su cara parecía la cara de un ángel.

Capítulo 7

1 Luego, el Sumo Sacerdote le preguntó a Esteban: "¿Es verdad todo lo que dicen de ti?" 2 Y Esteban respondió: "¡Compañeros Judíos y respetados líderes, por favor escúchenme! El Glorioso Dios a quien adoramos se le apareció a nuestro antepasado Abraham, cuando aún vivía en la región de Mesopotamia, antes de que se mudara a la ciudad de Harán. 3 Dios le dijo: 'DEJA LA TIERRA DONDE VIVES CON TUS FAMILIARES Y VE A LA TIERRA DONDE TE GUIARÉ.' 4 Así que Abraham dejó esa tierra, que se llamaba Caldea, y llegó a Harán y vivió allí. Después que su padre murió, Dios le dijo que se mudara a la tierra en la cual ustedes y yo vivimos ahora. 5 En ese tiempo Dios no le había dado ninguna tierra para poseer aquí; ni siquiera una pequeña parcela de esta tierra. Pero Dios le prometió que más adelante le daría esta tierra a él y a su descendencia, y que les pertenecería para siempre. Sin embargo, en ese tiempo Abraham no tenía ningún hijo que la heredara. 6 Más adelante, Dios le dijo a Abraham: "TU DESCENDENCIA SE IRÁ Y VIVIRÁ EN UN PAÍS EXTRANJERO. VIVIRÁN ALLÍ POR CUATROCIENTOS AÑOS, Y DURANTE ESE TIEMPO SUS LÍDERES MALTRATARÁN A TU DESCENDENCIA Y LOS FORZARÁN A TRABAJAR COMO ESCLAVOS. 7 PERO VOY A CASTIGAR A LA GENTE QUE LOS HAGA TRABAJAR COMO ESCLAVOS. DESPUÉS DE ESO, TU DESCENDENCA DEJARÁ ESA TIERRA, Y VENDRÁN AQUÍ Y ME ADORARÁN EN ESTA TIERRA." 8 "Luego, Dios ordenó que todo varón en la casa de Abraham, y todos los varones de su descendencia deberían ser circuncidados, para mostrar que pertenecían a Dios. Más adelante, el hijo de Abraham: Isaac, nació, y a los ocho días de nacido, Abraham lo circuncidó. Después, el hijo de Isaac: Jacob, nació. Jacob fue el padre de los doce hombres a quienes nosotros los judíos llamamos patriarcas, nuestros antepasados. 9 Ustedes saben que los hijos mayores de Jacob se sentían celosos porque su padre favorecía a su hermano más joven: José. Así que lo vendieron a unos comerciantes, quienes lo llevaron a Egipto, donde se volvió esclavo. Pero Dios ayudó a José. 10 Lo protegía cuando la gente le hacía sufrir. Lo habilitó para ser sabio, y causó que el Faraón, el rey de Egipto, pensara bien de José. Así que el Faraón le encargó que gobernara Egipto y que velara por todas sus propiedades. 11 Mientras José hacía este trabajo, hubo un tiempo en el que había muy poca comida en Egipto y también en Canaán. La gente estaba sufriendo. En es tiempo Jacob y sus hijos en Canaán, no podían encontrar suficiente comida. 12 Cuando Jacob escuchó a la gente decir que había granos para comprar en Egipto, envió a los hermanos mayores de José a que fueran y compraran granos. Ellos fueron y le compraron granos a José, pero no lo reconocieron. Luego regresaron a su casa. 13 Cuando los hermanos de José fueron a Egipto por segunda vez, volvieron a comprarle granos a José. Pero ésta vez él les dijo quien era. Y así Faraón se enteró que la gente de José era hebrea y que esos hombres que habían llegado de Canaán eran sus hermanos. 14 Luego, después que José envió a sus hermanos de regreso a casa, le dijeron a su padre Jacob que José quería que él y toda su familia fueran a Egipto. En ese tiempo la familia de Jacob consistía de setenta y cinco personas. 15 Así que cuando Jacob escucho eso, él y toda su familia fueron a vivir a Egipto. Mas adelante, Jacob murió allí y nuestros otros ancestros, sus hijos también murieron allí. 16 Sus cuerpos fueron regresados a nuestra tierra y fueron enterrados en la tumba que Abraham compró a los hijos de Hamor en la ciudad de Siquem. 17 Nuestros ancestros se volvieron muy numerosos cuando era tiempo de que Dios los rescatara de Egipto, como le prometió a Abraham que lo haría. 18 OTRO REY COMENZÓ A GOBERNAR EN EGIPTO ÉL NO SABÍA QUE JOSÉ HABÍA SIDO DE GRAN AYUDA PARA LA GENTE DE EGIPTO, MUCHO ANTES DE SU TIEMPO. 19 Ése rey, cruelmente, trató de deshacerse de nuestros ancestros. El los oprimió y les causó mucho sufrimiento. Incluso, les ordenó tirar a sus bebés recién nacidos afuera de sus casas para que murieran. 20 Durante ese tiempo, nació Moisés, y Dios vió que era hermoso delante de Él. Así que sus padres, secretamente, lo cuidaron en su casa por tres meses. 21 Luego lo colocaron afuera de la casa, pero la hija de Faraón lo encontró y lo cuidó como si fuera su propio hijo. 22 Moisés fue instruído con todas las enseñanzas que la gente en Egipto recibía y cuando creció, hablaba y hacía cosas con mucho poder. 23 Un día, cuando Moisés tenía alrededor de cuarenta años de edad, decidió que iría a visitar a sus familiares, los israelitas. 24 Él vió a un egipcio maltratando a uno de los israelitas. Así que fue a ayudar al hombre Israelita, y lo vengó matando al egipcio. 25 Moisés pensó que sus compañeros Israelitas entenderían que Dios lo mandó a liberarlos de su esclavitud. Pero ellos no entendieron. 26 Al día siguiente, Moisés vió a dos hombres Israelitas peleando el uno con el otro. Él trató de detenerlos diciendoles: '¡Hombres, ustedes dos son compañeros Israelitas! ¿Por qué se están lastimando?' 27 Pero el hombre que lastimaba al otro empujó a Moisés y le dijo: '¡NADIE TE HIZO GOBERNANTE PARA JUZGAR SOBRE NOSOTROS! 28 ¿QUIERES MATARME COMO MATASTE AYER AL EGIPCIO?' 29 Cuando Moisés escuchó eso, HUYÓ DE EGIPTO A LA TIERRA DE MADIÁN. Y vivió allí por algunos años. Se casó y él y su esposa tuvieron dos hijos. 30 Un día, cuarenta años después, EL SEÑOR DIOS SE APARECIÓ COMO UN ÁNGEL A MOISÉS. APARECIÓ EN LA FLAMA DE UN ARBUSTO QUE ARDÍA EN EL DESIERTO, cerca del Monte Sinaí. 31 Cuando Moisés lo vió, estaba asombrado, porque el arbusto no se estaba quemando. Mientras caminaba a mirar más de cerca, escucho al Señor Dios decirle: 32 'YO SOY EL DIOS A QUIEN TUS ANCESTROS ADORABAN. YO SOY EL DIOS A QUIEN ABRAHAM, ISAAC Y JACOB ADORABAN.' "Moisés estaba tan asustado que comenzó a temblar. Tenía miedo de continuar mirando el arbusto. 33 "El Señor Dios le dijo a él: 'QUÍTATE LAS SANDALIAS PARA DEMOSTRAR QUE ME HONRAS. PORQUE YO ESTOY AQUÍ, EL LUGAR EN EL QUE ESTÁS PARADO ES ESPECIALMENTE MÍO. 34 CIERTAMENTE, HE VISTO COMO LA GENTE DE EGIPTO ESTAN CONTINUAMENTE CAUSANDOLE SUFRIMIENTO A MI PUEBLO. HE ESCUCHADO A MI PUEBLLO QUEJARSE POR ELLO. ASI QUE HE DESCENDIDO PARA RESCATARLOS DE ELLOS. AHORA PREPÁRATE, PORQUE VOY A ENVIARTE DE REGRESO A EGIPTO.' 35 "Éste Moisés es quien trató de ayudar a nuestra gente Israelita, pero a quien ellos rechazaron diciendo: '¡NADIE TE HIZO GOBERNANTE PARA JUZGAR!' "Moisés es aquél a quien Dios mismo envió para gobernar sobre ellos y para liberarlos de su esclavitud. El es aquél a quien el ángel en el arbusto ordenó a hacerlo. 36 Moisés es el que dirigió a nuestros ancestros fuera de Egipto. Hizo diferentes tipos de milagros en Egipto, para mostrar que Dios estaba con él, en el Mar Rojo y durante los cuarenta años que los Israelitas vivieron en el desierto. 37 Éste Moisés es quien le dijo a los Israelitas: 'DIOS CAUSARÁ QUE OTRO HOMBRE, ENTRE USTEDES MISMOS, SE CONVIERTA EN UN PROFETA COMO YO PARA USTEDES.' 38 Fue este hombre: Moisés, quien estuvo entre los Israelitas que estaban juntos en el desierto; él estaba con el ángel que le había hablado en el Monte Sinaí. Es Moisés a quien Dios le envío al ángel en el Monte Sinaí para darle nuestras leyes, y fue él quien le dijo a nuestros ancestros lo que había dicho el ángel. Él fue quien recibió de Dios palabras que nos dicen como vivir eternamente, y las pasó a nosotros. 39 Sin embargo, nuestros ancestros no quisieron obedecer a Moisés. Por el contrario, lo rechazaron como su líder y quisieron regresar a Egipto. 40 Así que ellos le dijeron a su hermano mayor Aaron: 'HAZ ÍDOLOS PARA NOSOTROS QUE SERÁN NUESTROS DIOSES PARA GUIARNOS. PUES NUESTRO COMPAÑERO MOISÉS, QUIEN NOS DIRIGIÓ FUERA DE EGIPTO, ¡NO SABEMOS QUE PASÓ CON ÉL!' 41 Así que hicieron una imagen que parecía un becerro. Y ofrecieron sacrificios para honrar a ese ídolo, y cantaban y bailaban por lo que ellos mismos hicieron. 42 Así que Dios dejó de corregirles. Los abandonó para que adoraran el sol, la luna y las estrellas del cielo. Esto concuerda con las palabras que un profeta escribió: Dios dijo: ' USTEDES LOS ISRAELITAS, CUANDO REPETIDAMENTE MATABAN ANIMALES Y LOS OFRECÍAN COMO SACRIFICIOS DURATE LOS CUARENTA AÑOS QUE ESTUVIERON EL EL DESIERTO, ¿ME LOS OFRECÍAN A MI? 43 AL CONTRARIO, CARGARON CONSIGO DE LUGAR EN LUGAR LA TIENDA QUE CONTENÍA EL ÍDOLO QUE REPRESENTABA EL DIOS MOLOC, QUE ADORABAN. INCLUSO, CARGARON CONSIGO LA IMAGEN DE LA ESTRELLA RENFAN. ESOS ERAN ÍDOLOS QUE USTEDES CREARON Y ADORARON EN LUGAR DE A MÍ. ASÍ QUE OCASIONARÉ QUE SE LOS LLEVEN LEJOS DE SUS CASAS A REGIONES MÁS LEJANAS QUE BABILONIA.' 44 Mientras nuestros ancestros estaban en la Tienda Sagrada que demostraba que Él estaba allí con ellos. Debían hacer la tienda exactamente como Dios ordenó a Moisés que la hiciera. Era exactamente igual al modelo que Moisés había visto cuando estaba arriba en la montaña. 45 Más tarde, otro ancestro nuestro cargó esa tienda con ellos cuando Josué los guió a esta tierra. Eso fue durante el tiempo en que tomaron esta tierra para ellos, cuando Dios forzó a la gente que previamente vivía allí a que se fueran. Así que los Israelitas lograron poseer esta tierra. La tienda permaneció en esta tierra y continuaba allí cuando el Rey David gobernó. 46 David agradó a Dios, y le pidió a Dios que le permitiera construir una casa donde él y todos los Israelitas pudieran adorar a Dios. 47 Pero en lugar de eso, Dios le dijo al hijo de David, Salomón, que le construyera una casa donde la gente le pudiese adorar." 48 "Sin embargo, sabemos que Dios es más grande que cualquier cosa, y que Él no vive en casas que la gente Le haga. Es como escribió el profeta Isaías: 49 Dios dijo: "EL CIELO ES MI TRONO Y LA TIERRA ES EL BANQUILLO DE MIS PIES. YO MISMO HICE AMBOS: EL CIELO Y LA TIERRA. 50 ¡ASÍ QUE, USTEDES LOS SERES HUMANOS NO PUEDEN HACERME UNA CASA SUFICIENTEMENTE BUENA PARA QUE YO VIVA ALLÍ!" 51 "¡Ustedes son extremadamente tercos delante de Él! ¡Son exactamente como sus ancestros! ¡Ustedes siempre se resisten al Espíritu Santo, como ellos lo hacían! 52 Sus ancestros ocasionaron sufrimiento a todos los profetas. Ellos incluso mataron a aquellos a quienes mucho tiempo atrás anunciaron que el Cristo vendría, aquellos que siempre agradaban a Dios.¡Y el Cristo ha venido! ¡Él es Aquél a Quien recientemente Le entregaron a Sus enemigos e inistieron que ellos Lo mataran! 53 Ustedes son las personas que recibieron la leyes de Dios. Esas eran leyes que Dios causó que los ángeles entregaran a nuestros ancestros. Sin embargo, ustedes no las obedecieron!" 54 Cuando los miembros del Consejo Judío y los otros escucharon lo que dijo Esteban, se enojaron mucho. ¡Rechinaban sus dientes porque estaban muy enojados con él! 55 Pero El Espíritu Santo controló por completo a Esteban. Él miró al cielo y vió una brillante luz de Dios, y vió a Jesús de pie al lado derecho de Dios. 56 "Miren", dijo, "¡Veo el cielo abierto, y veo al Hijo del Hombre parado al lado derecho de Dios!" 57 Cuando los miembros del Consejo Judío y los otros escucharon eso, gritaron con fuerza. Colocaron sus manos sobre sus orejas, para no escucharlo e inmediatamente se lanzaron hacia él. 58 Lo arrastraron hacia afuera de la ciudad de Jerusalén y comenzaron a tirarle piedras. La gente que lo estaba acusando se quitaron sus vestiduras para poder tirarle piedras con más facilidad, y pusieron sus vestiduras en el suelo al lado de un hombre joven, cuyo nombre era Saulo, para que las cuidara. 59 Mientras continuaban tirándole piedras a Esteban, Esteban oró: "¡Señor Jesús, recibe mi espíritu!" 60 Luego, Esteban cayó de rodillas y gritó: "¡Señor, no los castigues por éste pecado!" Después de decir eso, murió.

Capítulo 8

1 Luego algunos hombres que reverenciaban a Dios enterraron el cuerpo de Esteban en una tumba, y lloraron grandemente y en alta voz por él. 2 En ese mismo día, las personas comenzaron a perseguir severamente a los creyentes que vivían en Jerusalén. Por lo tanto, la mayoría de los creyentes huyeron a otros lugares a través de Jerusalén y Samaria. Los apóstoles fueron los únicos creyentes que permanecieron en Jerusalén. 3 Mientras ellos estaban matando a Esteban, Saulo estaba ahí aprobando que ellos debían matar a Esteban. Así que Saulo también empezó a intentar destruir al grupo de creyentes. Él entró a cada casa, arrastrando a hombres y a mujeres que creían en Jesús y él los ponía en la cárcel. 4 Los creyentes que dejaron a Jerusalén fueron a diferentes lugares donde continuaron predicando el mensaje sobre Jesús. 5 Uno de esos creyentes, que se llamaba Felipe, vino de Jerusalén hacia a una ciudad en el distrito de Samaria. Allí él les decía a las personas que Jesús es el Cristo. 6 Algunas de las personas allí escucharon a Felipe hablar y vieron las cosas milagrosas que él estaba haciendo. Por lo tanto, le prestaron mucha atención a sus palabras. 7 Por ejemplo, Felipe ordenó a los espíritus malignos a que salieran de las personas, y ellos salieron gritando. También, muchas personas que estaban paralizadas y muchos otros que estaban cojos fueron sanados. 8 Entonces muchas personas en esa gran ciudad se regocijaron grandemente. 9 Había un hombre en esa ciudad que se llamaba Simón. Él había estado practicando la magia por mucho tiempo, y él asombraba a las personas en el distrito de Samaria con su magia. Él se proclamaba ser "¡Simón el Grande!" 10 Todas las personas allí, ambos, ordinarias e importantes a la vez, le escuchaban. Ellos decían, "Este hombre es el Gran Poder de Dios." 11 Ellos continuaban escuchándole atentamente, porque por mucho tiempo los había asombrado con su magia. 12 Pero después ellos creyeron en el mensaje de Felipe acerca de las buenas noticias sobre cuando Dios podría mostrarse a sí mismo como rey y sobre Jesucristo. Los hombres y las mujeres que creyeron en Jesús fueron bautizados. 13 Simón mismo creyó en en el mensaje de Felipe y fue bautizado. Él comenzó a constantemente acompañar a Felipe, y él continuamente se asombraba por los grandes milagros que el veía que hacía Felipe, cosas que mostraban que Felipe hablaba la verdad. 14 Cuando los apóstoles en Jerusalén oyeron que muchas personas a través del distrito de Samaria habían creído en el mensaje de Dios, ellos enviaron a Pedro y a Juan allí. 15 Cuando Pedro y Juan llegaron a Samaria, ellos oraron por los nuevos creyentes para que recibieran el Espíritu Santo. 16 Porque era claro que el Espíritu Santo no había descendido sobre ninguno de ellos. Ellos sólo habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús. 17 Luego Pedro y Juan pusieron sus manos sobre ellos, y ellos recibieron el Espíritu Santo. 18 Simón vió que el Espíritu le fue dado a las personas como resultado de la imposición de las manos de los apóstoles sobre ellos. Así que él les ofreció dinero a los apóstoles, 19 diciendo: "Permítanme a mí también hacer lo que ustedes están haciendo, para que a toda persona que yo le ponga mis manos pueda recibir el Espíritu Santo." 20 Pero Pedro le dijo: "¡Que tú y tu dinero sea destruido, porque trataste de obtener el don de Dios con dinero! 21 ¡No puedes trabajar con nosotros en lo que estamos haciendo, porque tu corazón no está bien con Dios! 22 Por lo tanto, ¡para de pensar de manera perversa, y ruégale al Señor, que si Él está dispuesto, Te perdonará por el pensamiento perverso de tu corazón! 23 ¡Aléjate de tus caminos malvados, porque percibo que estás extremadamente envidioso de nosotros, y eres un esclavo de tu continuo deseo de hacer el mal!" 24 Luego Simón contestó: "¡Ora al Señor que no me haga lo que acabas de decir!" 25 Después que Pedro y Juan le dijeron a las personas allí lo que ellos sabían personalmente sobre el Señor Jesús y les declararon el mensaje del Señor, ambos regresaron a Jerusalén. A lo largo del camino ellos predicaban las buenas noticias sobre Jesús a las personas en el distrito de Samaria. 26 Un día un ángel que el Señor Dios había enviado le ordenó a Felipe: "Prepárate y ve al sur por el camino que se extiende de Jerusalén hacia la ciudad de Gaza." Esto era un camino en una área desértica. 27 Entonces Felipe se preparó y se fué por el camino. En el camino conoció a un hombre de la tierra de Etiopía. Él era un oficial importante que cuidaba de todos los fondos para la reina de Etiopía. En su lenguaje las personas llamaban a su reina Candance. Este hombre había ido a Jerusalén para adorar a Dios, 28 y él estaba regresando a su hogar sentado en su carruaje. Mientras iba, él estaba leyendo en voz alta el libro del profeta Isaías. 29 El Espíritu de Dios le dijo a Felipe: "¡Ve acércate al carruaje y mantente caminando cerca de él!" 30 Entonces Felipe corrió al carruaje y escuchó al oficial leyendo lo que el profeta Isaías había escrito. Él le pregunto al hombre: "¿Entiendes lo que estás leyendo?" 31 Él le contestó a Felipe: "¡No! ¡Yo no puedo entender si no hay nadie que me lo explique!" Entonces el hombre le dijo a Felipe, "Por favor sube y siéntate al lado mío." 32 La porción de las Escrituras que el oficial estaba leyendo era ésta: " ÉL ESTABA CALLADO COMO UNA OVEJA CUANDO LAS PERSONAS LA LLEVAN A MATAR. COMO UN CORDERO EN SILENCIO CUANDO SU LANA ES CORTADA, ÉL NO HABLA. 33 ÉL SERÁ HUMILLADO Y NO RECIBIRÁ JUSTICIA. NADIE PODRÁ HABLAR DE SU DESCENDENCIA, PORQUE ÉL SERÁ MATADO." 34 El oficial le preguntó a Felipe acerca de estas palabras que él estaba leyendo, "Dígame: ¿De quién el profeta estaba escribiendo? ¿Escribía de si mismo o sobre otra persona?" 35 Entonces Felipe le contestó; él comenzó con ese pasaje de la Escritura, y le dijo las buenas noticias sobre Jesús. 36-37 Mientras ellos viajaban a través del camino, llegaron a un lugar donde había algo de agua. Entonces el oficial le dijo a Felipe: "'¡Mira, allá hay algo de agua! A mí me gustaría que me bautices, porque yo no conozco de nada que pueda impedirme de ser bautizado." 38 Así que el oficial le dijo al chofer que detuviera el carruaje. Entonces ambos, Felipe y el oficial entraron al agua y Felipe lo bautizó. 39 Cuando salieron del agua, de repente el Espíritu de Dios se llevó a Felipe. El oficial nunca volvió a ver a Felipe. Pero apesar de que no volvió a ver a Felipe, el oficial continuó por el camino, muy feliz. 40 Luego Felipe se dio cuenta que el Espíritu se lo había llevado milagrosamente al pueblo de Azoto. Mientras él viajaba por esa region, él continuaba proclamando el mensaje sobre Jesús en todos los pueblos entre las ciudades de Azoto y Cesarea. Y aún lo proclamaba cuando al finalmente llegó a Cesarea.

Capítulo 9

1 Mientras tanto, Saulo furiosamente continuó amenazando de muerte a aquellos que seguían al Señor. Él vino al alto sacerdote de Jerusalén 2 y le solicitó que escribiera cartas presentándolo a él a los líderes de las Sinagogas judías en Damasco. Las cartas le solicitaban que ellos le entregaran a Saulo el poder para capturar a cualquier hombre o mujer que seguía el camino que Jesús había enseñado, y para atraparlos como prisioneros a Jerusalem para que los líderes Judíos pudieran enjuiciarlos y castigarlos. 3 Mientras Saulo y los que estaban viajando con él, se acercaban a Damasco. De repente una brillante luz del cielo replandeció alrededor de Saulo. 4 Inmediatamente él cayó a la tierra. Entonces oyó una voz de alguien que le decía: "Saulo, Saulo, ¿Por qué estás tratando de lastimarme?" 5 Saulo Le preguntó,"Señor, ¿quién eres Tú?" Él respondió: "Yo Soy Jesús, a quien tu estás lastimando. 6 ¡Ahora, levántate y entra en la ciudad! Alguien allí te dirá lo que Yo quiero que tu hagas." 7 Los hombres que estaban viajando con Saulo estaban tan atónitos que no podían decir nada. Ellos sólo se quedaron allí. Ellos escucharon al Señor hablar, pero no vieron a nadie. 8 Saulo se levantó del suelo, pero cuando abrió sus ojos él no podía ver nada. Así que los hombres que estaban con él, lo tomaron de la mano lo guiaron hacia Damasco. 9 Por los siguientes tres días Saulo no podía ver nada, y no comía ni bebía nada. 10 En Damasco había un seguidor de Jesús llamado Ananías. Él Señor Jesús le hizo ver una visión y le dijo: "Ananías!" Él contestó: "Señor estoy escuchando." 11 El Señor Jesús le dijo: "Ve a la Calle Derecha, a la casa que le pertenece a Judas. Pregúntale a alguien si puedes hablar con un hombre llamado Saulo de Tarso, porque él me está orando en este momento. 12 Saulo ha visto en una visión que un hombre llamado Ananías entra en la casa que se está quedando y le impone las manos para que pueda ver de nuevo". 13 Ananías contestó: "¡Pero Señor, mucha gente me ha hablado de este hombre! ¡Él ha hecho muchas cosas malvadas a la gente de Jerusalén que ha cree en Tí! 14 ¡El jefe de los sacerdotes le ha dado poder para que venga a Damasco para arrestar a todos que creen en Tí!" 15 Pero el Señor Jesús le dijo a Ananías "¡Ve a Saulo! Haz lo que te he dicho, porque Yo lo he escogido para servirme de manera que pueda hablar de Mí a ambos tanto a la gente que no es Judía y sus reyes como también a los Israelitas. 16 Yo mismo le diré a él que sufrirá a menudo con el fin de hablarle a las personas sobre Mí." 17 Así que Ananías fue, y después de haber encontrado la casa donde estaba Saulo, entró en ella. Entonces, tan pronto conoció a Saulo, puso sus manos sobre él y le dijo: "Hermano Saulo, el mismo Señor Jesús Me ordenó que viniera a tí. Él es el mismo que se te apareció mientras viajabas por el camino hacia Damasco. Él me envió a tí a fin de que pudieras volver a ver y puedas ser controlado completamente por el Espíritu Santo". 18 Instantáneamente, cosas como escamas de pescados cayeron de los ojos de Saulo, y pudo ver de nuevo. Luego se levantó y fue bautizado. 19 Después de haber comido algo de alimento, Saulo se fortaleció de nuevo. Saulo se quedó con los creyentes en Damasco por varios días. 20-22 Inmediatamente, él empezó a predicar de Jesús en las sinagogas de los Judíos. Él les dijo a ellos que Jesús es el Hijo de Dios. Toda la gente que lo escuchaba predicar estaba asombrada. Algunos de ellos decían: "nosotros difícilmente creemos que es éste el mismo hombre que perseguía a los creyentes en Jerusalén, y ha vendio aquí para llevarlos como prisioneros al Jefe de los Sacerdotes de Jerusalén." Pero Dios capacitó a Saulo a predicar a mucha gente aún más convincentemente. Él estaba probando por las escrituras que Jesús es el Cristo. Así que los líderes Judíos en Damasco no podían pensar como desaprobar lo que él decía. 23-25 Un tiempo más tarde, los líderes Judíos planificaron para matarlo a él. Durante cada día y noche esos Judíos continuaban vigilando a la gente que pasaba por los portones de la ciudad, para cuando vieran a Saulo puedieran matarlo. Sin embargo, alguien le comunicó a Saulo lo que habían planificado hacerle. Algunos de los que él había guiado a creer en Jesús, lo llevaron al alto muro de piedra que rodeaba la ciudad. Ellos usaban una cantasta grande y con sogas los bajaban por una abertura en la pared. De ésta forma él escapó de Damasco. 26 Cuando Saúl llegó a Jerusalén trató de encontrarse con otros creyentes. Sin embargo, casi todos continuaban teniéndo miedo de él, porque ellos no creían que se había convertido en creyente. 27 Pero Bernabé lo tomó y lo trajo a los apóstoles. Él explicó a los apóstoles cómo, mientras Saulo viajaba en el camino a Damasco, él había visto al Señor Jesús y como el Señor le había hablado a él allí. También le contó cómo Saulo había predicado valientemente de Jesús a la gente en Damasco. 28 Así que Saulo empezó a encontrarse con los apóstoles y otros creyentes a través de Jerusalén, y hablaba valientemente a la gente sobre el Señor Jesús. 29 Saulo también hablaba de Jesús con los Judíos que hablaban en griego, y él estaba debatiendo con ellos. Pero ellos continuamente trataban de pensar en una forma de matarlo. 30 Cuando los otros creyentes escucharon que estaban planeando matarlo, algunos de ellos llevaron a Saulo hacia la ciudad de Cesarea. Y lo pusieron a un barco que iba a Tarso, su ciudad natal. 31 Así que los grupos de creyentes através de las regiones de Judea, Galilea, y Samaria vivían en paz porque ya no tenían quien los persiguiera. El Espíritu Santo los fortalecía y los animaba. Ellos continuaban dándole honor al Señor Jesús, y el Espíritu Santo permitía a mucha gente hacerse creyentes. 32 Mientras Pedro estaba viajando a través de las regiones, una vez fue a la llanura costera a visitar a los creyentes que vivían en el pueblo de Lida. 33 Allí conoció a un hombre que se llamaba Eneas, que no había podido levantarse de la cama por ocho años porque estaba paralizado. 34 Pedro le dijo: "Eneas, Jesucristo te sana! Levántate y enrolla tu cama!" Y al instante Eneas se levantó. 35 Muchas de las personas que vivían en Lida y en Sarón vieron a Eneas después que el Señor lo había sanado, así que creyeron en el Señor Jesús. 36 En la cuidad de Jope había una creyente cuyo nombre era Tabita. Su nombre traducido al Griego es Dorcas. Ella siempre estaba haciendo buenas obras a la gente pobre al suplirle lo que necesitaran. 37 Para el tiempo que Pedro estaba en Lida, ella se enfermó y murió. Algunas mujeres lavaron su cuerpo según la tradición Judía. Luego cubrieron su cuerpo con un manto y lo pusieron en el cuarto de arriba en su casa. 38 Lida estaba cerca de Jope, así que cuando los discípulos escucharon que Pedro estaba en Lida, ellos enviaron dos hombres para que fueran a Pedro. Cuando llegaron donde Pedro estaba, ellos le insistieron: "¡Por favor ven inmediatamente con nosotros a Jope!" 39 Pedro se preparó inmediatamente y fue con ellos. Cuando llegó a la casa en Jope, lo llevaron a la habitación de arriba, donde estaba el cuerpo de Dorcas colocado. Todas las viudas esbaban de pié al rededor de él. Ellas estaban llorando y mostrandole las túnicas y ropas que Dorcas hizo para las personas cuando estaba aún con vida . 40 Pero Pedro envió a todos fuera de la habitación. Entonces él se arrodilló y oró. Luego, volviéndose al cadáver, él dijo,"Tabita, levántate!" Immedatamente, ella abrió los ojos, y cuando vió a Pedro, se sentó. 41 Él la tomó de una mano y la ayudó a levantarse. Y luego de llamar a los creyentes y especialmente a las viudas entre ellos a que regresaran, él les mostró que ella estaba viva otra vez. 42 Pronto la gente de todos lados de Jope supieron del milagro, y como resultado, muchos creyeron en el Señor Jesús. 43 Pedro se quedó en Jope muchos días con un hombre llamado Simón, que hacía cuero de piel de animal.

Capítulo 10

1 Allí había un hombre que vivía en la ciudad de Cesarea cuyo nombre era Cornelio. Él era un oficial que mandaba a cien hombres en un gran grupo de soldados Romanos de Italia. 2 Él siempre trataba de hacer lo que agradaría a Dios; él y su familia completa eran no-Judíos que habitualmente adoraban a Dios. Él a veces daba dinero para ayudar a la gente Judía pobre, y oraba a Dios regularmente. 3 Un día como a las tres de la tarde Cornelio vio una visión. Él claramente vio a un ángel que Dios había enviado. Él vio al ángel entrando a su habitación y diciéndole: "¡Cornelio!". 4 Cornelio miró fijamente al ángel y se aterrorizó. Entonces él preguntó temerosamente: "Señor, qué quieres?" El ángel que fue enviado por Dios le contestó: "Has agradado a Dios porque has estado orando regularmente a Él y a menudo das dinero para ayudar a la gente pobre. Esas cosas han sido como una ofrenda memorial a Dios. 5 Así que ahora manda a algunos hombres para que vayan a Jope y diles que traigan a un hombre llamado Simón cuyo otro nombre es Pedro. 6 Él se está quedando con un hombre, también llamado Simón, que trabaja con pieles. Su casa queda cerca del mar. 7 Cuando el ángel que habló con Cornelio se había ido, él convocó a dos de sus sirvientes domésticos y a un soldado que le servía, uno que también adoraba a Dios. 8 Él les explicó a ellos todo lo que el ángel había dicho. Luego él les dijo que fueran a Jope a pedirle a Pedro venir a Cesarea. 9 A eso del mediodía del día siguiente esos hombres viajaban por el camino y se acercaban a Jope. Mientras se acercaban a Jope, Pedro subió al techo de la casa para orar. 10 Le dio hambre y quería comer algo. Mientras algunas personas preparaban los alimentos, Pedro tuvo una visión. 11 Él vio abrirse el cielo y algo como una gran sábana se estaba bajando al suelo, con sus cuatro esquinas levantadas. 12 Dentro de la sábana había toda clase de criaturas. Esto incluía a animales y aves que la ley Mosaica le prohibía comer a los Judíos. Algunos tenían cuatro patas, otros se arrastraban por el suelo, y otros eran aves silvestres. 13 Entonces él oyó a Dios decirle: "Pedro, ponte de pie, mata a algunos de éstos y cómetelos!" 14 Pero Pedro respondió: "Señor, seguramente no quieres que realmente yo haga eso ya que yo nunca he comido nada que nuestra ley Judía dice que es inaceptable para Ti o algo que no debemos comer!" 15 Entonces Pedro oyó a Dios hablarle una segunda vez. Él dijo: "¡Yo soy Dios, así que si Yo he hecho que algo sea aceptable para comer, no digas que no es aceptable para comer!" 16 Esto sucedió tres veces. Inmediatamente después de esto, la sábana con los animales y las aves fue entonces subida al cielo. 17 Mientras Pedro estaba tratando de entender qué significaba esta visión, los hombres que habían sido enviados por Cornelio llegaron. Ellos preguntaron a las personas cómo llegar a la casa de Simón. Así que encontraron su casa y estaban parados afuera de la entrada. 18 Ellos llamaron y preguntaron si un hombre llamado Simón, cuyo otro nombre era Pedro, se estaba quedando allí. 19 Mientras Pedro aún estaba tratando de entender qué significaba la visión, el Espíritu de Dios le dijo: "¡Escucha! Tres hombres están aquí que quieren verte. 20 ¡Así que levántate y desciende y ve con ellos! ¡No pienses que no debes ir con ellos, porque Yo los he enviado aquí!" 21 Así que Pedro descendió a los hombres y les dijo: "¡Saludos! Yo soy el hombre a quién ustedes están buscando. ¿Por qué han venido?" 22 Ellos respondieron: "Cornelio, quien es un oficial del ejército Romano, nos envió aquí. Él es un hombre bueno que adora a Dios, y toda la gente Judía que conocen acerca de él dicen que es un hombre muy bueno. Un ángel le dijo a él: 'Dile a algunos hombres que vayan a Jope a ver a Simón Pedro y traerlo aquí, para que ustedes puedan oír lo que él tiene que decir.'" 23 Así que Pedro los invitó a entrar a la casa y les dijo que debían quedarse allí esa noche. Al día siguiente Pedro se preparó y se fue con los hombres. Varios de los creyentes de Jope también fueron con él. 24 El día después de eso, ellos llegaron a la ciudad de Cesarea. Cornelio los estaba esperando. Él había invitado también a sus parientes y amigos cercanos para que vinieran, así que ellos estaban allí en la casa también. 25 Cuando Pedro entró a la casa, Cornelio se encontro con él y se inclinó frente a él para adorarlo. 26 Pero Pedro tomó a Cornelio por la mano y lo levantó sobre sus pies. Él dijo: "¡Párate! ¡No me honres! Yo mismo solo soy humano, igual que tú!" 27 Mientras hablaba con Cornelio, Pedro y los demás entraron a la casa y vieron que mucha gente se había reunido allí. 28 Entonces Pedro les dijo: "Todos ustedes saben que cualquiera de nosotros Judíos creemos que estamos desobedeciendo nuestra leyes judías si nos relacionamos con una persona no-Judía o si siquiera lo visitamos. Sin embargo, Dios me ha mostrado en una visión que yo no debo decir que ninguna persona sea tan inmunda o impura que Dios no lo aceptará. 29 Así que cuando ustedes enviaron a algunos hombres para pedirme venir aquí, yo vine en seguida sin objeción. Así que, por favor díganme, ¿por qué me han pedido venir aquí?" 30 Cornelio respondió: "Como a esta hora hace tres días yo estaba orando a Dios en mi casa, como regularmente lo hago a las tres de la tarde. De repente un hombre cuyas vestiduras brillaban se paró frente a mí 31 y dijo: 'Cornelio, Dios ha oído tu oración. Él tambíen ha visto que a menudo tú has dado dinero para ayudar a los pobres, y a Él le agrada eso. 32 Así que ahora, envía mensajeros a la ciudad de Jope para pedir a Simón, cuyo otro nombre es Pedro, que venga aquí. Él se está quedando cerca del mar en una casa que le pertenece a otro hombre llamado Simón, que trabaja con pieles.' 33 Así que inmediatamente envié a algunos hombres que les pidieron a ustedes venir aquí, y de veras que les doy las gracias por venir. Ahora nosotros estamos todos reunidos aquí, sabiendo que Dios está con nosotros, a fin de oír todas las cosas que el Señor Dios te ha mandado decir. Por lo tanto, háblanos por favor." 34 Así que Pedro empezó a hablarles. Él dijo: "Ahora yo comprendo que es cierto que Dios no solo favorece a ciertos grupos de personas. 35 Por el contrario, de todo grupo de personas, Él acepta a todo el que Lo honra y hace lo que a Él le agrada. 36 Ustedes conocen el mensaje que Dios nos envió a nosotros los Israelitas. Él proclamó a nosotros las buenas noticias de que Él haría que las personas tuvieran paz con Él por lo que Jesucristo ha hecho. Este Jesús no es Señor solamente sobre nosotros los Israelitas. Él es también el Señor que reina sobre todos las personas. 37 Ustedes saben lo que Él hizo a través de la tierra de Judea, comenzando en Galilea. Él comenzó a hacer esas cosas después que Juan había estado proclamando a la gente que ellos deberían dejar su comportamiento pecaminoso antes de que él los bautizara. 38 Ustedes saben que Dios dio Su Espíritu Santo a Jesús, el Hombre del pueblo de Nazaret, y Le dio el poder de hacer milagros. Ustedes saben también cómo Jesús fue a muchos lugares, siempre haciendo buenas obras y sanando a la gente. Él estaba sanando a todos los que el diablo hacía sufrir. Jesús pudo hacer esas cosas porque Dios siempre Le estaba ayudando." 39 Nosotros los apóstoles le decimos a la gente acerca de todas las cosas que nosotros vimos a Jesús hacer en Jerusalén y en el resto de Israel. Los lideres en Jerusalén lo mandaron a matar clavándolo a una cruz. 40 Sin embargo, Dios hizo que volviera a vivir al tercer día luego que había muerto. Dios también permitió que algunos de nosotros Lo viéramos para que supiéramos que Él estaba vivo otra vez. 41 Dios no dejó que toda la gente Judía lo viera. Sino que Él nos había escogido de antemano a nosotros los apóstoles para ver a Jesús después que Él volviera a vivir otra vez para contarles a otros acerca de Él. Nosotros los apóstoles somos las personas que comimos alimentos con Él después de haber vuelto a vivir. 42 Dios nos mandó a predicarle a la gente y decirles que Jesús es el que Él habia señalado para juzgar a todo el mundo algún díá. Él juzgará a todos los que aún estén vivos y todos los que habrán muerto para ese tiempo. 43 Todos los profetas que escribieron acerca de Él hace mucho tiempo le contaron a la gente acerca de Él. Ellos escribieron que si la gente cree en Él, Dios les perdonaría sus pecados, por lo que este Hombre haría por ellos." 44 Mientras Pedro aún hablaba estas palabras, de repente el Espíritu Santo descendió sobre todas esas personas no-Judías que estaban escuchando el mensaje. 45 Los creyentes Judíos que habían venido con Pedro desde Jope se maravillaron de que Dios había dado generosamente el Espíritu Santo también al pueblo no-Judío. 46 Los creyentes Judíos sabían que Dios había hecho eso porque estaban oyendo a esas personas hablar lenguas que nunca habían aprendido diciendo cuán grande es Dios. Entonces Pedro dijo 47 a los otros creyentes Judíos que estaban allí: "¡Dios les ha dado el Espíritu Santo igualmente como Él nos Lo dio a nosotros los creyentes Judíos, así que seguramente todos ustedes estarán de acuerdo con que debemos bautizar a estas personas!" 48 Entonces Pedro le dijo a esta gente no-Judía que ellos deberían bautizarse como creyentes de Jesucristo. Luego de ser bautizados, ellos pidieron que Pedro se quedara con ellos varios días. Así que Pedro y los demás creyentes Judíos hicieron eso.

Capítulo 11

1 Los apóstoles y otros creyentes quienes vivían en varios pueblos en la provincia de Judea escucharon a personas decir que unos no-Judíos también habían creído el mensaje de Dios acerca de Jesús. 2 Pero había algunos Judíos creyentes en Jerusalén quienes querían que todos los seguidores de Cristo fueran circuncidados. Cuando Pedro regresó de Cesarea a Jerusalén, ellos se reunieron con él y lo criticaron. 3 Ellos le dijeron: "No solo estuvo mal de tí visitar los hogares de no-Judíos incircuncidados, ¡pero hasta comiste con ellos!". 4 Entonces Pedro empezó a explicar exactamente lo que había ocurrido. 5 Él dijo: "Yo estaba orando solo en la ciudad de Jope, y en un trance yo vi una visión. Yo vi que algo como una sábana grande estaba bajando de los cielos por sus cuatro esquinas, y bajó a donde yo estaba. 6 Mientras yo lo miraba fijamente, yo vi algunos animales domésticados y también algunos animales, réptiles, y aves silvestres. 7 Entonces oí a Dios ordenarme: '¡Pedro, levántate, mátalos y cómetelos!'. 8 Pero yo respondí: '¡Señor, Tú seguramente de verdad no quieres que yo haga eso, porque yo jamás he comido nada que nuestras leyes dicen que no debemos comer!' 9 Dios habló desde el cielo una segunda vez: 'Yo soy Dios, así que si Yo hice algo aceptable para comer, no digas que es inaceptable'. 10 Esto mismo ocurrió dos veces más, y entonces la sábana con todos esos animales y aves fue elevada hacia el cielo otra vez. 11 En ese mismo momento, tres hombres quienes habían sido enviados desde Cesarea llegaron a la casa donde yo me estaba quedando. 12 El Espíritu de Dios me dijo que yo no debía dudar en ir con ellos, aunque no fuesen Judíos. Seis Judíos creyentes también fueron conmigo a Cesarea, y entonces nosotros entramos a la casa de ese hombre no-Judío. 13 Él nos dijo que había visto a un ángel parado en su casa. El ángel le dijo: 'Dile a algunos hombres que vayan a Jope y que traigan de vuelta a Simón, cuyo otro nombre es Pedro. 14 Él te dirá como tú y todos en tu casa serán salvados.' 15 Mientras yo empezaba a hablar, el Espíritu Santo cayó sobre ellos, justo como lo hizo al principio con nosotros durante la fiesta de Pentecostés. 16 Entonces recordé lo que el Señor había dicho: 'Juan los bautizó a ustedes con agua, pero Dios los bautizará con el Espíritu Santo.' 17 Dios le dio a esos no-Judíos el mismo Espíritu Santo que Él nos había dado a nosotros, luego de que creímos en el Señor Jesúcristo. ¡Entonces yo de ninguna manera podía decirle a Dios que hizo mal cuando les dio a ellos el Espíritu Santo!". 18 Luego que esos Judíos creyentes oyeron lo que Pedro dijo, ellos dejaron de criticarlo. En su lugar, alabaron a Dios, diciendo: "Entonces es claro para nosotros que Dios también aceptó a los no-Judíos para que ellos también tengan vida eterna, si se alejan de su comportamiento pecaminoso". 19 Luego que Esteban murió, muchos de los creyentes se salieron de Jerusalén y fueron a otros lugares porque ellos estaban sufriendo mucho en Jerusalén. Algunos de ellos fueron a Fenicia, algunos fueron a la isla de Chipre, y otros fueron a Antioquía, una ciudad en Siria. En esos lugares ellos continuamente estaban diciéndole a las personas el mensaje acerca de Jesús, pero solo le decían a otra gente Judía. 20 Algunos de los creyentes eran hombres de la isla de Chipre y Cirene, ciudad en el norte de África. Ellos fueron a Antioquía y también le estaban diciendo a gentes no-Judías acerca del Señor Jesús. 21 El Señor Dios estaba habilitando poderosamete esos creyentes a predicar efectivamente. Como resultado, muchas gentes no-Judías creían su mensaje y confiaban en el Señor. 22 El grupo de creyentes en Jerusalén oyó decir que muchas personas en Antioquía estaban creyendo en Jesús. Así que los líderes de los creyentes en Jerusalén enviaron a Bernabé a Antioquía. 23 Cuando él llegó ahí, él se dio cuenta que Dios había actuado bondadosamente con los creyentes. Entonces él estaba muy felíz, y alentanba a todos los creyentes a continuar confiando completamente en el Señor Jesús. 24 Bernabé era un hombre bueno a quien el Espíritu Santo controlaba completamente, uno que confiaba en Dios completamente. Por lo que Bernabé hizo, muchas personas allí creyeron en el Señor Jesús. 25 Entonces Bernabé fue a la ciudad de Tarso en Cilicia a buscar a Saulo. 26 Luego que lo encontró, Bernabé lo trajo con él de regreso a Antioquía para ayudar a enseñar a los creyentes. Así que durante todo un año Bernabé y Saulo se reunieron regularmente con la iglesia allí y enseñaron a un gran número de personas sobre Jesús. Fue en Antioquía que los discípulos fueron llamados Cristianos por primera vez. 27 Durante el tiempo que Bernabé y Saulo estaban en Antioquía, algunos creyentes quienes eran profetas llegaron ahí desde Jerusalén. 28 Uno de ellos, cuyo nombre era Agabo, se levantó para hablar. El Espíritu de Dios lo capacitó para profetizar que habría pronto una hambruna en muchos países. (Esta hambruna ocurrió cuando Claudio era el emperador Romano). 29 Cuando los creyentes allí escucharon lo que Agabo dijo, ellos decidieron que enviarian dinero para ayudar a los creyentes quienes vivian en Judea. Cada uno de ellos decidió dar tanto dinero como le fuera posible. 30 Ellos enviaron el dinero con Bernabé y Saulo a los líderes de los creyentes en Jerusalén.

Capítulo 12

1 Era en este tiempo que el rey Herodes Agripa, envió soldados para arrestar a algunos líderes del grupo de creyentes en Jerusalén. Los solados los pusieron en la cárcel. El hizo eso porque quería hacer que los creyentes sufrieran. 2 El ordenó a los soldados que le cortaran la cabeza al apostol Santiago, el hermano mayor de Juan. Así que el soldado hizo eso. 3 Cuando Herodes se dió cuenta que el había complacido a los líderes de los Judíos, el ordenó a los soldados a arrestar a Pedro también. Esto pasó durante el festival cuando los Judíos comían pan sin levadura. 4 Después que arrestaron a Pedro, lo pusieron en una cárcel. Ellos ordenaron cuatro grupos de soldados a vigilar a Pedro. Cada grupo tenía cuatro soldados. Herodes quería llevar a Pedro fuera de la prisión y juzgarlo frente a los Judíos después que el Festival de la Pascua terminara. Él entonces planeó ejecutar a Pedro. 5 5 Así que por varios días Pedro se quedó en la cárcel. Pero los otros creyentes en su grupo en Jerusalén estaban orando fervientemente para Dios ayudara a Pedro. 6 La noche antes Herodes planeó sacar a Pedro de la cárcel para ejecutarlo públicamente, Pedro estaba durmiendo en la cárcel entre dos soldados, con dos cadenas atándolo. Otros dos soldados estaban vigilando las puertas de la cárcel. 7 De repente, un ángel del Señor Dios apareció y se paró cerca de Pedro, y una luz brillante resplandeció en su celda. El ángel tocó a Pedro, lo despertó y le dijo: " ¡Levántate rápido!" Mientras Pedro se ponía de pie, las cadenas se cayeron de sus muñecas. Sin embargo, los soldados no se dieron cuenta de lo que estaba pasando. 8 Entonces el ángel le dijo a él: " ¡Amarra tu correa alrededor tuyo y ponte tus sandalias! Así que Pedro lo hizo. Después el ángel le dijo: "¡Ponte la túnica alrededor tuyo y sígueme!" 9 Así que Pedro se puso su túnica y sandalias y siguió al ángel fuera de la cárcel, pero el no tenía idea de lo que realmente estaba pasando. Él pensó que él estaba soñando. 10 Pedro y el ángel caminaron entre los soldados que estaban vigilando las dos puertas, pero los soldados no los vieron. Luego ellos fueron a la puerta de hierro que los dirigía a la cuidad. La puerta se abrió por sí misma, Pedro y el ángel caminaron fuera de la cárcel. Despúés de que caminaran algunas distancias en una carretera, el ángel repentinamente desapareció. 11 Luego Pedro entendió finalmente que lo que había pasado no era una visión, sino que realmente había sucedido. Así que él pensó: "Ahora yo sé realmente que el Señor Dios envió un ángel a ayudarme. Él me rescató de lo que Herodes planeaba hacerme y también de todas las cosas que los líderes Judíos esperaban que sucedieran." 12 Cuando Pedro entendió que Dios lo había rescatado, él fue a la casa de María. Ella era la madre de Juan, aquel cuyo otro nombre era Marco. Muchos creyentes se reunieron allí, y estaban orando para que Dios ayudara a Pedro de alguna manera. 13 Cuando Pedro tocó en la entrada, una sirvienta llamada Rode fue a verificar quien estaba a la puerta. 14 Cuando Pedro le contestó, ella reconoció su voz, ¡pero ella estaba tan feliz y emocionada que no abrio la puerta! En cambio, ella corrió nuevamente a la casa. Ella anunció a los otros creyentes que Pedro estaba afuera de la puerta. 15 Pero uno de ellos le dijo: "¡Tú estás loca!" Pero ella continuó diciendo que era realmente la verdad. Ellos siguieron diciendo: "No, ese no puede ser Pedro. Probablemente es su ángel." 16 Pero Pedro continuó tocando la puerta. Así que cuando alguien finalmente abrió la puerta, ellos vieron que era Pedro, ¡y ellos estaban completamente asombrados! 17 Pedro hizo un gesto con sus manos para que ellos estuvieran en silencio. Luego él les dijo exactamente como el Señor Dios lo sacó de la cárcel. Él también dijo: "Dile a Santiago, el líder de nuestro grupo, y a nuestros otros compañeros creyentes lo que ha pasado." Luego Pedro se fue a otro lugar. 18 La mañana siguiente los soldados que estaban vigilando la celda de Pedro se molestaron terriblemente, porque ellos no sabían lo que le había ocurrido a él. 19 Entonces Herodes escuchó de eso. Así que él ordenó a los soldados a buscar a Pedro, pero ellos no lo encontraron. Después él le preguntó a los soldados que estaban vigilando a Pedro, y ordenó que se los llevaran para que ellos fueran ejecutados. Más tarde, Herodes vino de la provincia de Judea hasta la cuidad de Cesarea, donde él se quedó por un tiempo. 20 El rey Herodes estaba bien furioso con las personas que vivían en las cuidades de Tiro y Sidón. Entonces un día algunos hombres que los representaban vinieron juntos a la cuidad de Cesarea con el fin de reunirse con Herodes. Ellos persuadieron a Blasto, quien era uno de los importantes oficiales de Herodes, para que le dijera a Herodes que las personas en sus cuidades quierían hacer la paz con él. Ellos querían ser capaz de intercambiar con las personas que Herodes gobernaba, porque ellos necesitaban comprar alimentos de esas regiones. 21 Un día que Herodes planificó reunirse con ellos, se puso ropa muy cara que mostraba que él era el rey. Luego él se sentó en su trono y formalmente se dirigió a todas las personas que se reunieron allí. 22 Quienes estaban escuchándolo gritaron repetidamente:" ¡Este hombre que habla es un dios, no un hombre!" 23 Así que, al Herodes dejar que las personas lo adoraran a él en lugar de adorar a Dios, inmediatamente un ángel del Señor Dios hizo que Herodes se enfermara gravemente. Muchos gusanos comieron sus intestinos, y murió rápida y muy dolorosamente. 24 Los creyentes continuaron diciendo el mensaje de Dios a muchas personas en muchos lugares, y el número de personas que creyó en Jesús estaban continuamente incrementando. 25 Cuando Bernabé y Saulo terminaron llevando el dinero para ayudar a los Judíos en la provincia de Judea, ellos dejaron Jerusalén y regresaron a la ciudad de Antioquía, en la provincia de Siria. Ellos se llevaron a Juan, que su otro nombre era Marcos, con ellos.

Capítulo 13

1 Entre el grupo de creyentes en Antioquía, en la provincia de Siria habían profetas y aquellos que enseñaban a las personas sobre Jesús. Ellos eran Bernabé; Simón, que también era llamado Niger; Lucio, que era de Cirene; Manaén, quien creció con el Rey Herodes Antipas; y Saulo. 2 Mientras adoraban al Señor y ayunaban, el Espíritu Santo les dijo: "¡Escojan a Bernabé y a Saulo para que me sirvan y vayan y hagan el trabajo que Yo he elegido para que ellos hagan!". 3 Así que ellos continuaron ayunando y orando. Luego pusieron sus manos sobre Bernabé y Saulo y oraron para que Dios los ayudara. Luego los enviaron para que hicieran lo que el Espíritu Santo les encomendó. 4-5 El Espíritu Santo les dió instrucciones a Bernabé y a Saulo sobre hacia donde debían ir. Así que ellos descendieron desde Antioquía a la ciudad de Seleucia, por el mar. De allí partieron en barco a la ciudad de Salamina en la Isla de Chipre. Mientras estaban en Salamina, ellos iban a los lugares de reunión de los judíos. Allí ellos proclamaron el mensaje de Dios sobre Jesús. Juan Marcos fue con ellos y los estaba ayudando. 6 Los tres de ellos cruzaron la isla entera para ir a la ciudad de Pafos. Allí conocieron a un mago y su nombre era Barjesús. Él era un Judío que se había proclamado falsamente como un profeta. 7 Él estaba con el gobernador de la isla, Sergio Paulo, quién era un hombre inteligente. El gobernador mando a alguien a preguntar a Bernabé y a Saulo para que fuera a donde él porque quería escuchar la palabra de Dios. 8 Sin embargo, el mago, que su nombre traducido en el lenguaje Griego es Elimas, trató de detenerlos. Él repetidamente trataba de persuadir al gobernador para que no creyera en Jesús. 9 Entonces Saulo, quien ahora se llamaba Pablo, empoderado por el Espíritu Santo, miro intensamente al mago y le dijo: 10 "¡Tú eres un servidor del diablo, y estás tratando de detener todo lo que es bueno! Tú siempre estás mintiéndole a las personas y haciéndole otras cosas malvadas a ellos. ¡Debes parar de decir que la verdad sobre el Señor Dios es falsa! 11 ¡Ahora mismo el Señor Dios va a castigarte! Tú te quedarás ciego y no serás capaz de ver el sol por un tiempo." Al momento él se quedó ciego, como si estuviera en una niebla oscura, y el palpara a su alrededor, buscando a alguien que le tomara por su mano y lo condujera. 12 Cuando el gobernador vió lo que había sucedido con Elimas, él creyó en Jesús. Él estaba asombrado por la manera en que Pablo y Bernabé enseñaban sobre el Señor Jesús. 13 Después de ésto, Pablo y el hombre que estaba con él fueron en barco desde Pafos a la ciudad de Perge en la provincia de Panfilia. En Perge Juan Marcos los dejó a ellos y regresó a su casa en Jerusalén. 14 Luego Pablo y Bernabé viajaron por tierra desde Perge y llegaron a la ciudad de Antioquía en el distrito de Pisidia en la provincia de Galacia. En el día de reposo ellos entraron en la sinagoga y se sentaron. 15 Alguien leyó en voz alta de lo qué Moisés había escrito en la Ley. Luego alguien leyó de lo que los profetas habían escrito. Entonces los líderes del lugar donde se reunían los Judíos le mandaron un mensaje a Pablo y a Bernabé: "Compañeros Judíos, si alguno de ustedes quiere hablarle a las personas para alentarlos, por favor háblenos ahora." 16 Entonces Pablo se levantó e hizo un gesto con su mano para que las personas lo escucharan. Luego él dijo: "¡Compañeros Israelitas y los que no son Judíos personas que también adoran a Dios, por favor escúchenme! 17 Dios, a quien nosotros los Israelitas adoramos, escogió a nuestros ancestros para ser su gente, y Él hizo que fueran muy numerosos mientras ellos eran extranjeros viviendo en Egipto. Luego Dios hizo cosas poderosas para sacarlos a ellos de la esclavitud. 18 A pesar de ellos repetidamente lo desobedecieron, Él cuidó de ellos por cuarenta años mientras ellos estaban en el desierto. 19 Él permitió a los Israelitas que conquistaran siete grupos de personas que estaban viviendo en la región de Canaán, y Él les dió posesión de esa tierra a los Israelitas para siempre. 20 Todas éstas cosas acontecieron cerca de 450 años luego de que sus antecesores se habían ido a Egipto."

"Luego de ésto, Dios escogió a personas para que sirvieran como jueces y como líderes para gobernar a los Israelitas. Éstos líderes continuaron gobernando nuestra gente, y el profeta Samuel fué el último juez en gobernarlos.

21 Entonces, mientras Samuel aún era su líder, las personas demandaron que él escogiera un rey para que los gobernara. Entonces Dios escogió a Saúl, hijo de Cis, de la tribu de Benjamín, para que fuera el rey de ellos. Él los gobernó por cuarenta años. 22 Después de que Dios rechazó a Saúl para que fuera rey, Él escogió a David para que fuera el rey de ellos. Dios dijo acerca de él: "YO HE VISTO A DAVID, hijo de Isaí, ES EXACTAMENTE EL TIPO DE HOMBRE QUE DESEA LO QUE YO DESEO. ÉL HARÁ TODO LO QUE YO QUIERA QUE ÉL HAGA.' " 23 "Desde los descendientes de David, Dios traería uno de ellos, Jesús, para que nosotros los Israelitas nos salváramos, como Él le había prometido a David y a nuestros otros ancestros que Él haría. 24 Antes de que Jesús comenzara su trabajo, Juan el Bautista predicó a todos los Israelitas que vinieron a él. Él les dijo a ellos que debían arrepentirse de su comportamiento pecaminoso y pidieran a Dios que los perdonara. Luego él los bautizó. 25 Cuando Juan estaba por terminar el trabajo que Dios le dió, él estaba diciendo: "¿Ustedes creen que yo soy el Mesías que Dios prometió enviar? No, yo no soy. ¡Pero escuchen! El Mesías viene pronto. Él es más grande de lo que yo soy ni siquiera soy lo suficientemente importante para quitar las sandalias de sus pies." 26 "Compañeros Israelitas, ustedes que son descendientes de Abraham, y ustedes los que no son Judíos que también adoran a Dios, ¡por favor escuchen! Es para todos nosotros que Dios ha enviado este mensaje acerca de como Él salva a las personas. 27 Las personas que viven en Jerusalén y sus gobernantes no reconocen que éste hombre, Jesús, es aquel que Dios ha enviado para que salvarlos. A pesar de que los mensajes de los profetas fueron leídos en voz alta cada día de reposo, ellos no entendieron lo que los profetas escribieron sobre el Mesías. Así que los líderes Judíos condenaron a Jesús a muerte, tal como los profetas habían predicho. 28 Muchas personas acusaron a Jesús de hacer cosas malvadas, pero aún así no podían probar que hubiera hecho algo por lo cual Él mereciera morir, ellos le preguntaron al gobernador Pilato que condenara a Jesús a muerte. 29 Ellos le hicieron a Jesús todas las cosas que los profetas habían escrito hace mucho tiempo que le harían a Él. Ellos mataron a Jesús clavándolo a una cruz. Luego su cuerpo fue bajado de la cruz y fue colocado en una tumba. 30 Sin embargo, Dios lo levantó de los muertos. 31 Por muchos días Él se le apareció repetidamente a sus seguidores quienes vinieron con Él desde Galilea hasta Jerusalén. Los que lo vieron ahora están hablando sobre Él." 32 "Ahora mismo nosotros les estamos proclamando a ustedes éste buen mensaje. ¡Nosotros queremos decirle a ustedes que Dios ha cumplido lo que le prometió a nuestros ancestros Judíos! 33 Él lo hizo ahora para nosotros, los que somos sus descendientes, y también para ustedes los que no son Judíos, haciendo que Jesús viva de nuevo. Ésto es tal como lo escribió David en el segundo Salmo cuando Dios dijo que Él enviaría a su Hijo: "TU ERES MI HIJO, HOY YO TE HICE MI HIJO." 34 Dios levantó al Mesías de la muerte y nunca dejará que vuelva a morir. Referente a esto, Dios dijo a nuestros ancestros Judíos: "YO LOS AYUDARÉ A USTEDES, COMO LE PROMETÍ A DAVID QUE YO LO HARÍA." 35 En otro Salmo de David, él también dijo sobre el Mesías: " TU NO PERMITIRÁS QUE EL CUERPO DE TU SANTO SE DESCOMPONGA." 36 Mientras David vivía, él hizo lo que Dios quería que él hiciera. Y cuando él murió, su cuerpo fue enterrado, así como los cuerpos de sus ancestros fueron enterrados, y su cuerpo se descompuso. Por lo tanto él no puedo haber estado hablando sobre si mismo en éste Salmo. 37 Pero Jesús fue el que Dios levantó de la muerte, y su cuerpo no se descompuso." 38 "Por lo tanto, mis compañeros Israelitas y otros amigos, es importante para ustedes saber que Dios puede perdonarlos de sus pecados como un resultado de lo que Jesús hizo. Incluso, Él los perdonará por esas cosas de las que ustedes no pueden ser perdonados por las leyes que Moisés escribió. 39 Todas las personas que creen en Jesús, ya no son culpables de cualquiera de las cosas que hicieron disgustar a Dios. 40 ¡Por lo tanto sean cuidadosos de que Dios no los juzgue, como los profetas dicen que Dios va hacer! 41 El profeta escribió lo que Dios dijo: "USTEDES QUE ME RIDICULIZAN, CIERTAMENTE SE SORPRENDERÁN CUANDO VEAN LO QUE YO ESTOY HACIENDO, Y LUEGO SERÁN DESTRUÍDOS. USTEDES SE SORPRENDERÁN PORQUE YO LES HARÉ ALGO TERRIBLE MIENTRAS ESTÉN VIVIENDO. ¡USTEDES NO CREERÁN LO QUE YO HARÉ INCLUSO AUNQUE ALGUIEN SE LOS DIGA!" 42 Luego de que Pablo terminó de hablar y se marchó, muchas de las personas le pidieron que volviera el próximo día de reposo y les dijera esas cosas otra vez. 43 Cuando la reunión terminó, muchos de ellos comenzaron a seguir a Pablo y a Bernabé. Esas personas eran Judíos y no Judíos que adoraban a Dios. Pablo y Bernabé continuaron hablándole a ellos, y fueron instándolos para que continuaran confiando en que Dios amablemente perdona los pecados de las personas por lo que Jesús hizo. 44 En el próximo día de reposo, muchas de las personas en Antioquía fueron al lugar de reunión de los Judíos para escuchar a Pablo y a Bernabé hablar sobre el Señor Jesús. 45 Pero los líderes de los Judíos se pusieron extremadamente celosos cuando vieron las grandes multitudes de personas que estaban viniendo a escuchar a Pablo y a Bernabé. Así que ellos comenzaron a contradecir las cosas que Pablo les decía y también lo insultaron. 46 Entonces, hablando audazmente, Pablo y Bernabé le dijeron a los líderes de esos Judíos: "Nosotros tenemos que hablar el mensaje de Dios sobre Jesús a ustedes los Judíos antes de proclamarlo a los no Judíos, porque Dios nos mandó a hacer ésto. Pero ustedes están rechazando el mensaje de Dios. Al hacer esto, ustedes demuestran que no son dignos de la vida eterna. Por lo tanto, nosotros los dejaremos, y ahora iremos a las personas que no son Judíos para decirle a ellos el mensaje de Dios. 47 Nosotros también hacemos ésto por que el Señor Dios nos mandó a hacerlo. Él nos dijo: "YO LOS ELEGÍ A USTEDES PARA QUE LE REVELARAN COSAS SOBRE MI A LA GENTE NO JUDÍA PARA QUE SEAN COMO UNA LUZ PARA ELLOS. YO LOS ELEGÍ A USTEDES PARA QUE LE DIGAN A LAS PERSONAS EN TODO EL MUNDO QUE YO QUIERO SALVARLOS." 48 Cuando las personas no Judías escucharon éstas palabras, comenzaron a regocijarse, y ellos alabaron a Dios por el mensaje acerca de Jesús. Todas las personas no Judías que Dios eligió para darles vida eterna creyeron el mensaje del Señor Jesús. 49 En ése momento, muchos de los creyentes viajaron a lo largo de la región, difundiendo el mensaje acerca del Señor Jesús a donde quiera que ellos iban. 50 Sin embargo, algunos de los líderes de los Judíos le hablaron a algunas mujeres importantes que adoraban con ellos, así como a los hombres más importantes en la ciudad. Ellos los persuadieron para que trataran de detener a Pablo y a Bernabé. Entonces ésos que no eran Judíos lideraron muchas personas en contra de Pablo y Bernabé, y los condujeron fuera de su región. 51 Cuando los dos apóstoles se estaban marchando, se quitaron el polvo de sus pies para mostrarles a los líderes que Dios los había rechazado y los iba a castigar. Luego ellos dejaron la ciudad de Antioquía y se fueron a la ciudad de Iconio. 52 Mientras tanto los creyentes continuaron llenándose de regocijo y del poder the Espíritu Santo.

Capítulo 14

1 En Iconio, Pablo y Bernabé fueron usualmente al lugar de encuentro de los Judíos y hablar poderosamente del Señor Jesús. Como resultado, muchos Judíos y tambián no-Judíos creyeron en Jesús. 2 Pero algunos Judíos rehusaron creer en ese mensaje. Ellos le dijeron a los no-Judíos que no creeyeran; ellos hicieron a algunos no-Judíos furiosos hacia los creyentes. 3 Así que, Pablo y Bernabé pasaron un largo tiempo hablando valientemente para el Señor, y el Señor Jesús les concedió a ellos que hicieran muchos milagros. De esta forma, él mostró a las personas la verdad del mensaje que, aunque no lo merezcamos, El Señor nos salva. 4 Las personas que vivían en Iconio tenían dos opiniones distintas. Algunos coinciden con los Judíos. Otros coincidían con los apóstoles. 5 Entonces, las personas no-Judías y los Judíos que se opusieron a Pablo y a Bernabé hablaron entre ellos sobre como ellos podrían maltratar a Pablo y a Bernabé. Algunas de la personas importantes de aquella ciudad coincidieron para ayudarlos. Juntos, decidieron que matarían a Pablo y a Bernabé tirándoles piedras a ellos. 6 Pero, Pablo y Bernabé oyeron sobre su plan, así que rápidamente fueron al distrito de Liconia, Listra y Derbe en ese distrito y a la área alrededor. 7 Mientras ellos estaban en aquella área, ellos contínuamente dijeron al pueblo el mensaje sobre el Señor Jesús. 8 En Listra, un hombre estaba sentado lisiado en sus piernas. Cuando su madre lo dio a luz, él tenía sus piernas lisiadas, así que él nunca había podido caminar. 9 Él escuchó como Pablo estaba hablando sobre el Señor Jesús. Pablo lo miró directamente a él y pudo ver la cara del hombre que él creía que el Señor Jesús podría sanarlo. 10 Así que en voz alta, Pablo lo llamó diciendo: "¡Levántate!" Cuando el hombre oyó eso, inmediatamente saltó y empezó a caminar a su alrededor. 11 Cuando la multitud vió lo que Pablo había hecho, pensaron que Pablo y Bernabé eran los dioses que ellos adoraban. Entonces, ellos gritaron contentos en su idioma Liconiano: "¡Miren! ¡Los dioses se han hecho parecer como personas y descendieron del cielo para ayudarnos!". 12 Ellos empezaron a decir que Bernabé era probablemente el dios jefe, el cual su nombre era Zeus. Y ellos empezaron a decir que Pablo era Hermes, el mensajero de otros dioses. Ellos pensaron eso porque Pablo era el que había estado hablando. 13 Justo a las afueras de las puertas de la ciudad había un templo donde el pueblo adoraba a Zeus. El sacerdote que había oído lo que Pablo y Bernabé habían hecho, fue a las puertas de la ciudad, donde habia mucha gente que ya estaba reunida. Él trajo dos toros con coronas de flores alrededor de sus cuellos. El sacerdote y la multitud de gente quería matar a los toros como parte de una ceremonia para adorar a Pablo y a Bernabé. 14 Pero cuando lo apóstoles, Bernabé y Pablo, oyeron sobre esto, estaban muy molestos, asi que rasgaron sus propias ropas. Ellos apurados entre el pueblo, gritaron, 15 "¡Hombres, no deben matar a estos toros para adorarnos! ¡Nosotros no somos dioses! ¡Sólo somos seres humanos con los mismos sentimientos como ustedes! ¡Hemos venido para decirles unas buenas noticias! Nosotros hemos venido para decirles sobre el Dios que es todopoderoso. Él quiere que paren de adorar a otros dioses porque ellos no los pueden ayudar. Este verdadero Dios creó los cielos, la tierra, los océanos y todo en ellos. 16 En el pasado, todas las personas no-Judías adoraban a cualquier dios que quisieran. Dios dejó que los adoraran, porque ustedes no lo conocían a Él. 17 Pero Él ha enseñado que Él actúa gentilmente con nosotros. Él es quien hace que llueva y hace los cultivos crecer. Él es el quien les dá mucha comida, y llena sus corazones con gozo". 18 Las personas oyeron lo que Pablo dijo, pero ellos todavía pensaban que tenían que sacrificarles esos toros para adorar a Pablo y a Bernabé. Pero finalmente, la gente decidió no hacerlo. 19 Sin embargo, algunos Judíos vinieron de Antioquía e Iconio y persuadieron a muchas personas de Listra diciendo que el mensaje de Pablo no era cierto. Las personas que creían en lo que esos Judíos decían, se enfurecían con Pablo. Ellos dejaban que los Judíos lanzaran piedras a él hasta que cayó inconsciente. Todos pensaron que él estaba muerto, así que lo arrastraron fuera de la ciudad y lo dejaron recostado allí. 20 Pero algunos de los creyentes de Listra vinieron y se pararon alrededor de Pablo, donde él estaba recostado en el suelo. ¡Y Pablo volvió a estar consciente! Se paró y volvió a la ciudad con los creyentes. 21 Al día siguiente, Pablo y Bernabé dejaron la ciudad de Listra y viajaron a la ciudad de Derbe. Ellos se quedaron varios días allí, y ellos seguían diciendo a las personas el buen mensaje sobre Jesús. Muchas personas se convirtieron en creyentes. Después de esto, Pablo y Bernabé empezaron su viaje de vuelta. Ellos fueron de nuevo a Listra. Entonces ellos fueronde allí a Iconio, y en la provincia de Pisidia. 22 En cada lugar, ellos insistían a los creyentes que siguieran confiando en el Señor Jesús. Ellos dijeron a los creyentes: "Nosotros debemos sufrir muchas dificultades antes de que Dios vaya a gobernarnos para siempre." 23 Pablo y Bernabé escogieron a líderes para cada congregación. Antes de que Pablo y Bernabé se fueran a cada sitio, ellos reunieron los creyentes juntos y pasaron un tiempo orando y ayunando. Entonces, Pablo y Bernabé confiaron a los líderes y otros creyentes del Señor Jesús, en quien ellos creyeron, de tal manera que él cuidaría por ellos. 24 Después de que Pablo y Bernabé viajaron por el distrito de Pisidia, ellos fueron al sur del distrito de Panfilia. 25 En ese distrito, ellos llegaron al pueblo de Perga y predicaron el mensaje de Dios sobre el Señor Jesús a la gente de allí. Luego, fueron a la costa del mar del Pueblo de Atalia. 26 Allí, ellos tomaron un barco y volvieron a la ciudad de Antioquía en la provincia de Siria. Este era el lugar donde Pablo y Bernabé habían sido escogidos para ir a otros lugares y predicar, y donde los creyentes le habían pedido a Dios que ayudara a Pablo y Bernabé en el trabajo que ellos ya habían completado. 27 Cuando ellos llegaron a la ciudad de Antioquía, ellos llamaron a los creyentes juntos. Entonces, Pablo y Bernabé le dijeron todo lo que Dios les había ayudado a hacer. Específicamente, ellos le dijeron como Dios les había concedido tanta gente no-Judía que creyeran en Jesús. 28 Entonces, Pablo y Bernabé se quedaron en Antioquía con los otros creyentes por un largo tiempo.

Capítulo 15

1 Después, algunos de los judíos creyentes fueron desde Judea, hacia la provincia de Antioquía. Ellos comenzaron a enseñar a los creyentes no Judíos de allí diciéndoles: " Tienen que ser circunciso para mostrar que le pertenecen a Dios, como Moisés a ordenado en las leyes que recibió de Dios. Si ustedes no hacen eso, entonces no serán salvo." 2 Pablo y Bernabé estaban fuertemente en desacuerdo con aquellos Judíos y comenzaron a discutir con ellos. Entonces los creyentes en Antioquía dirigían a Pablo y a Bernabé, y a otros de los creyentes para que fueran a Jerusalén, con el fin de que pudieran hablar de este asunto con los apóstoles y otros líderes. 3 Después que Pablo, Bernabé y los otros fueron enviados a su camino por los creyentes de Antioquía, ellos viajaron através de las provincias de Fenicia y Samaria. Cuando pararon en diferentes lugares durante el camino, ellos reportaron a los creyentes que muchos de los no Judíos se habían convertido en creyentes. Como resultado, todos los creyentes en esos lugares se regocijaron grandemente. 4 Cuando Pablo, Bernabé y los otros llegaron a Jerusalén, fueron bienvenidos por los apóstoles, otros ancianos y otros creyentes en el grupo allí. Entonces, Pablo y Bernabé reportaron las cosas que Dios le había permitido hacer entre las personas no Judías. 5 Pero algunos de los Judíos creyentes que pertenecían a la secta de los Fariseos se levantaron entre los otros creyentes y dijeron a ellos: "Los no Judíos que han creído en Jesús tienen que ser circuncisos, y se les debe decir que obedezcan la ley que Dios le dió a Moisés". 6 Entonces los apóstoles y los ancianos se reunieron con el fin de hablar sobre este asunto. 7 Después de discutirlo por un largo tiempo, Pedro se levantó y habló con ellos. Les dijo: " Compañeros creyentes, todos saben que hace mucho tiempo atrás Dios me escogió entre ustedes los apóstoles, con el fin de que pueda decirle a las personas no Judías sobre el amor de Dios, y para que ellos puedan creer en Él. 8 Dios conoce el corazón de todas las personas. Él me ha mostrado a mi y a otros que ha aceptado a los no Judíos para ser su gente, al darle el Espíritu Santo como nos los ha dado a nosotros. 9 Dios no hace distinción entre nosotros y ellos porque Él les hizo limpios en su interior, simplemente como resultado de creer en el Señor Jesús. Esto es exactamente cómo Él nos ha perdonado. 10 ¿Porqué ustedes quieren forzar a los no Judíos creyentes a obedecer sus rituales y leyes judías? ¡Hacer esto es poner una gran carga en ellos, porque los obligas a obedecer leyes que ni siquiera nuestros ancestros o nosotros que somos Judíos hoy día hemos sido capaces de mantener! ¡Entonces, paren de hacer enojar a Dios al hacer eso! 11 Sabemos que Dios nos salvó a nosotros los Judíos de nuestros pecados por lo que hizo el Señor Jesús por nosotros. Dios nos salvó a nosotros los Judíos exactamente como salvó a los no Judíos que creén en el Señor Jesús." 12 Todas las personas se mantuvieron en silencio después que Pedro habló. Luego, ellos escucharon a Bernabé y a Pablo como ambos contaban muchos milagros maravillosos que Dios les permitía hacer entre los no Judíos, milagros que enseñaban que Dios aceptaba a los no Judíos. 13 Cuando Bernabé y Pablo terminaron de hablar, Santiago, el líder del grupo de creyentes en Jerusalén, habló con ellos. Les dijo: "Compañeros creyentes, escúchenme. 14 Simón Pedro les ha dicho cómo Dios previamente ha bendecido a los no Judíos. Dios hizo eso al escoger entre ellos a personas que le pertenecen. 15 Las palabras que Dios habló hace tiempo, palabras que fueron escritas por uno de los profetas, estaban de acuerdo con eso: ' 16 MÁS ADELANTE VOLVERÉ Y ESCOGERÉ UN REY DE LA DESCENDENCIA DE DAVID. SERÁ COMO ALGUIEN QUE CONSTRUYE UNA CASA DESPUÉS QUE HABÍA SIDO DESTRUIDA. 17 YO HARÉ ESTO CON EL FIN QUE LAS OTRAS PERSONAS PUEDAN CONOCERME, EL SEÑOR DIOS. ESTO VA A INCLUIR HASTA LOS NO ISRAELITAS A QUIENES HE DICHO QUE ME PERTENECEN. PUEDEN ESTAR SEGUROS QUE ESTO VA A SUCEDER PORQUE YO EL SEÑOR DIOS HE HABLADO ESTAS PALABRAS. 18 POR CAUSA MIA ELLOS SABEN ESTAS COSAS HACE TIEMPO ATRAS'" 19 Santiago continuó hablando. Él dijo: " Por lo tanto yo pienso que nosotros debemos parar de molestar a los no Judíos que se están apartando de sus pecados y volviéndose a Dios. Así que, hay que dejar de demandarles que obedezcan nuestras leyes y rituales. 20 En cambio, debemos de escribirle una carta a ellos, requiriéndole solo cuatro cosas: que ellos no deben comer carne que las personas le hayan ofrecido a los ídolos, no deben acostarse con alguien con quien no estén casados, no deben comer carne de animales que hayan sido estrangulados y no deben comer sangre de animales. 21 En muchas ciudades, por mucho tiempo, las personas han estado proclamando las leyes que Moisés escribió, leyes prohibiendo estas cosas. Cada día de reposo esas leyes son leídas en los lugares de reunión de los Judíos. Así que si los no Judíos quieren saber más sobre esas leyes, ellos pueden enterarse en nuestras casas de reunión." 22 Los apóstoles y los otros ancianos, junto a todos los otros creyentes en Jerusalén, aceptaron lo que Santiago dijo. Después ellos decidieron que debían escoger a hombres entre ellos para enviarlos, junto a Pablo y Bernabé, hacia Antioquía, para dejarle saber a los creyentes de allí lo que los líderes en Jerusalén decidieron. Ellos escogieron a Judas, quien también era llamado Bernabé, y a Silas. Ambos eran líderes entre los creyentes en Jerusalén. 23 Luego ellos escribieron la siguiente carta, que le pidieron a Judas y a Silas que la llevaran hacia Antioquía: " Nosotros los apóstoles y ancianos que somos tus compañeros creyentes, enviamos nuestros saludos hacia ustedes al escribir a los no Judíos creyentes que viven en Antioquía y otros lugares de la provincia de Siria y Cilicia. 24 Personas nos han dicho que algunos hombres de entre nosotros fueron hacia ustedes, aunque nosotros no los enviamos a ustedes. Escuchamos que ellos les han causado problemas al decirles cosas que confunden sus pensamientos. 25 Así que luego de reunirnos nosotros aquí, decidimos escoger a unos hombres y pedirles que fueran donde ustedes, junto a Bernabé y Pablo, a quienes amamos mucho. 26 Esos dos han puesto sus vidas en peligro porque ellos le han servido a nuestro Señor Jesucristo. 27 También hemos enviado a Judas y a Silas hacia ustedes. Ellos le dirán las mismas cosas que le estamos escribiendo. 28 Nos parece conforme al Espíritu Santo y a nosotros que ustedes no requieren obedecer muchas de nuestras pesadas leyes Judías. En cambio, solo le requerimos a ustedes que obedezcan las siguientes instrucciones: 29 ustedes no deberían comer carne que las personas han sacrificado a los ídolos. No deberían comer sangre de animales, y no deberían comer carne de animales que las personas han matado estrangulándolos. También, no deberías acostarte con una mujer con la cual no estas casado. Si evitas estas cosas, harás lo que es correcto. Hasta luego" 30 Los cuatro hombres que selecionaron fueron de Jerusalén y vinieron a Antioquía. Cuando todos los creyentes se reunieron juntos, le dieron la carta. 31 Cuando los creyentes leyeron la carta, se regocijaron porque el mensaje los entusiasmo. 32 Siendo profetas, Judas y Silas le hablaron mucho y motivaron a los creyentes de allí y los ayudaron a confiar fuertemente en el Señor Jesús. 33-35 Después que Judas y Silas se quedaron allí por un tiempo y estaban listos para regresar a Jerusalén, los creyentes de Antioquía le desearon el bien y luego se fueron. Sin embargo, Pablo y Bernabé continuaron quedándose en Antioquía. Mientras ellos estaban ahí, junto a muchos otros, le enseñaban a las personas y les predicaban el mensaje sobre el Señor Jesús. 36 Luego de un tiempo Pablo le dijo a Bernabé: " Vamos de vuelta y visitemos a los compañeros creyentes en cada cuidad que previamente proclamamos el messaje sobre el Señor Jesús. De esa forma, nosotros sabremos cuan bien están en la creencia del Señor Jesús." 37 Bernabé estaba de acuerdo con Pablo y dijo que quería llevarse a Juan, que su otro nombre era Marcos, junto a ellos otra vez. 38 Sin embargo, Pablo le dijo a Bernabé que el pensaba que no sería bueno llevarse a Marcos con ellos, porque Marcos los había dejado cuando ellos estaban previamente en la región de Panfilia y no había continuado trabajando con ellos. 39 Pablo y Bernabé tenía un fuerte desacuerdo el uno con el otro acerca de este asunto, así que se separaron. Bernabé se llevó a Marcos. Se montaron en un barco y fueron a la isla de Chipre. 40 Pablo escogió a Silas, quien había vuelto a Antioquía para trabajar con él. Los creyentes de allí le oraban al Señor Dios, preguntandole para que misericordiosamente ayudara a Pablo y a Silas. Luego ellos partieron de Antioquía. 41 Pablo continuó viajando con Silas através de las provincias de Siria y Cilicia. En aquellos lugares ellos estaban ayudando a los grupos de creyentes para que confiaran fuertemente en el Señor Jesús.

Capítulo 16

1 Pablo y Silas fueron hasta las ciudades de Derbe y Listra y visitaron los creyentes que allí. Allí se encontraba un discípulo llamado Timoteo que vivía en Listra. Su madre era una creyente Judía, pero su padre era Griego. 2 Los creyentes en Listra y en Iconio hablaban cosas buenas acerca de Timoteo, 3 y Pablo quiso que Timoteo fuese con él a otros lugares, así que circuncidó a Timoteo. Lo hizo para que los Judíos que allí vivían aceptaran a Timoteo, porque sabían que su padre no-Judío no lo había circuncidado. 4 Así pues Timoteo se fue con Pablo y Silas, y viajaron a otros pueblos. En cada pueblo les decían a los creyentes las reglas que habían sido decididas por los apóstoles y los ancianos en Jerusalén. 5 Ellos ayudaron a los creyentes en esos pueblos a creer más en el Señor Jesús, y cada día más personas se convertían en creyentes. 6 Pablo y sus acompañantes fueron detenidos por el Espíritu Santo de hablar la palabra en Asia, así que pasaron por las regiones de Frigia y Galacia. 7 Ellos llegaron al borde de la provincia de Misia, y ellos querían ir al norte de la provincia de Bitinia, pero nuevamente el Espíritu de Jesús les impidió llegar allí. 8 Pasaron luego por la provincia de Misia, y llegaron a Troas, una ciudad cerca al mar. 9 Esa noche Dios le dió a Pablo una visión en la cuál vió a un hombre de la provincia de Macedonia. Él estaba llamando a Pablo, diciéndole: "¡Ven a Macedonía y ayúdanos!" 10 Luego ver la visión, partimos hacia Macedonia, porque entendíamos que Dios nos había llamado a proclamar las buenas nuevas con la gente allí. 11 Entramos al barco y navegamos desde Troas hasta Samotracia, y al día siguiente fuímos a Neápolis. 12 Entonces nosotros dejamos Neápolis y fuímos a Filipos. Era una ciudad importante en Macedonia, donde vivían muchos Romanos. Permanecimos en Filipos por varios días. 13 En el día de reposo fuímos a las afueras de la ciudad, abajo al río. Habíamos escuchado de alguien que los Judíos se reunían allí a orar. Cuando nosotros llegamos, vimos algunas mujeres que se habían reunido a orar, así que nos sentamos y comenzamos a hablarles acerca de Jesús. 14-15 Una mujer cuyo nombre era Lidia era una de las mujeres que estaba escuchando a Pablo. Ella era de la ciudad de Taitiria, vendedora de telas púrpuras, y adoraba a Dios. El Señor Dios provocó que ella atendiera al mensaje que Pablo habló, y ella lo creyera. Luego Pablo y Silas bautizaron a Lidia y a los otros que vivían en su hogar, ella dijo a ellos, "Si ustedes creen que he sido fiel al Señor, vengan a mi hogar y quedense allí." Luego de ella decir ésto, nosotros nos quedamos en su hogar. 16 A día siguiente, mientras íbamos de camino al lugar donde la gente se reunía a orar, conocimos a una mujer joven que era esclava. Un espíritu maligno le daba el poder de ver el futuro de otros. La gente pagaba dinero a estos hombres que eran sus dueños, a cambio de que ella les dijera lo que luego les sucedería. 17 Esta mujer joven seguía a Pablo y al resto de nosotros, gritándonos, "¡Estos hombres sirven a Dios, el mayor de todos los dioses! Ellos les cuentan como Dios puede salvarlos." 18 Ella continuó haciendo esto por varios días. Finalmente, Pablo se enojó, se tornó hacia a la mujer joven y le habló al espíritu maligno que había en ella. Entonces le dijo: "¡En el nombre de Jesucristo, sal fuera de ella!" Inmediatamente el espíritu maligno salió de ella. 19 Pero luego sus dueños vieron que ella no podía darles ganancia porque ya no podía predecir el futuro a la gente, así que ellos se molestaron. Tomaron pues a Pablo y a Silas y los llevaron hasta la plaza donde las autoridades de la ciudad se encontraban. 20 Los amos de la mujer joven los presentaron ante las autoridades de la ciudad y les dijeron, "¡Estos hombres son Judíos, y andan perturbando grandemente a la gente de nuestra ciudad. 21 Ellos nos enseñan a seguir reglas que nuestras leyes a nosotros los Romanos no nos permiten obedecer!" 22 Muchos de la multitud se unieron a los que estaban acusando a Pablo y a Silas, y comenzaron a golpearlos. Luego los gobernantes Romanos dijeron a los soldados que rasgaran las vestiduras de Pablo y Silas y los golpearan con varas. 23 Así que los soldados golpearon a Pablo y a Silas intensamente con varas. Pasado esto, ellos fueron tomados y echados en la cárcel. Ellos le dijeron al carcelero que se asegurara que ellos no salieran. 24 Porque los oficiales le dijeron a él que hiciera eso, el carcelero puso a Pablo y a Silas en el cuarto más remoto dentro de la cárcel. Allí, él los hizo sentarse en el piso y estirar sus piernas. Entonces él ató sus tobillos en orificios entre dos grandes pedazos de madera, para que Pablo y Silas no pudieran mover sus piernas. 25 Cerca de la media noche, Pablo y Silas estaban orando y alabando a Dios cantando himnos. Los otros prisioneros los escuchaban a ellos. 26 De repente hubo un fuerte terremoto que sacudió la cárcel. El terremoto causó que todas las puertas de la cárcel se abrieran y todas las cadenas que ataban a los prisioneros se cayeran. 27 El carcelero se despertó y vió que todas las puertas de la cárcel estaban abiertas a causa del terremoto. Él pensó que los prisioneros habían abandonado la cárcel, así que él sacó su espada para matarse, porque él sabía que los gobernantes de la ciudad lo matarían si los prisioneros se escapaban. 28 Pablo vió al carcelero y le gritó, "¡No te mates! ¡Nosotros los prisioneros estamos aquí!" 29 El carcelero gritó a alguien que trajesen antorchas para que él pudiera ver quienes estaban aún en la cárcel. Temblando de miedo, él se postró delante de Pablo y Silas. 30 Luego él trajo a Pablo y a Silas fuera de la cárcel y les preguntó: "Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?" 31 Ellos respondieron, "Cree en el Señor Jesús, y tú y tu casa serán salvos" 32 Entonces Pablo y Silas hablaron acerca del Señor Jesús a él y a todos en su casa. 33 Luego el carcelero lavó sus heridas, justo a esa hora en el media de la noche. Luego Pablo y Silas lo bautizaron y todos en su casa. 34 Luego el carcelero tomó a Pablo y a Silas en su casa y les dió de comer a ellos. Él y toda su familia estaban muy felices porque habían creído en Dios. 35 A la mañana siguiente, los gobernantes de la ciudad dijeron a unos soldados que fueran a la cárcel para decirle al carcelero: "¡Deja a esos dos prisioneros ir ahora!". 36 Cuando el carcelero oyó esto, él fue y dijo a Pablo: "¡Los gobernantes de la ciudad me han dicho que los deje ir. Así que ustedes dos pueden salir de la cárcel ahora e ir en paz!" 37 Pero Pablo le dijo al carcelero: "¡Los gobernantes de la ciudad dijeron a los hombres que nos golpearan enfrente de la multitud, aún siendo nosotros ciudadanos Romanos, y llevándonos a la cárcel. Y ahora ellos quieren dejarnos ir sin decir nada a nadie! ¡Nosotros no aceptaremos eso! Esos gobernantes de la ciudad deben venir ellos mismos y liberarnos de la cárcel." 38 Así que los soldados fueron y dijeron a los gobernantes de la ciudad lo que Pablo había dicho. Cuando los gobernantes de la ciudad escucharon que Pablo y Silas eran ciudadanos Romanos, ellos estaban asustados porque ellos habían echo algo mal. 39 Así que los gobernantes de la ciudad vinieron a Pablo y Silas y les dijeron a ellos que lamentaban lo que les habían echo a ellos. Los gobernantes de la ciudad los trajeron a ellos fuera de la cárcel y les pidieron que dejaran la ciudad. 40 Después de que Pablo y Silas salieran de la cárcel, ellos fueron a la casa de Lidia. Allí ellos se reunieron con ella y los demás creyentes. Ellos exhortaron a los creyentes a seguir confiando en el Señor Jesús, y luego los dos apóstoles dejaron la ciudad de Filipos.

Capítulo 17

1-2 Ellos viajaron a través de las ciudades de Anfípolis y Apolonia y vinieron a la ciudad Tesalónica. Allí había una reunión de Judíos. En el día de reposo Pablo fue a lugar de la reunión como él usualmente hacía. Por tres semanas él fue ahí cada día de reposo. Él habló a lla gente sobre como las Escrituras de como que Jesús sería el Cristo. 3 Él mostró de las Escrituras que los profetas escribieron que el Mesías iba a morir y volvería a vivir otra vez. Él dijo: "Este hombre Jesús es el Cristo. Él murió y volvió a la vida otra vez, así como los profetas dijeron que Él lo haría." 4 Algunos de los Judíos allí creyeron lo que Pablo había dicho y empezaron a reunirse con Pablo y Silas. Allí también había gente que no era Judía y mujeres importantes que alababan a Dios quienes también creían el mensaje sobre Jesús, y ellos también empezaron a reunirse con Pablo y Silas. 5 Pero algunos líderes de los Judíos empezaron a enojarse porque mucha gente creyó lo que Pablo enseñó. Así que ellos fueron a la plaza pública y persuadieron algunos hombres malvados para que los siguieran a ellos. En esta forma, los líderes de los Judíos reunieron una multitud y causaron que ellos hicieran mucho ruido. Estos Judíos y otros corrieron a la casa de un hombre llamado Jasón donde Pablo y Silas estaban quedandóse. Ellos querían sacar a Pablo y a Silas fuera, al lugar donde la multitud de gente estaba. 6 Ellos descubrieron que Pablo y Silas no estaban en la casa, pero ellos encontraron a Jasón y lo agarraron a él. Ellos lo arrastraron a él y algunos de los creyentes quienes habían estado con él donde los gobernadores de la ciudad estaban. Ellos dijeron: "¡Los hombres quienes han causado problemas en todas partes del mundo venieron aquí también, 7 y su compañero Jasón le ha pedido a ellos que se quedaran en su casa. Ellos estaban actuando contra del Emperador. Ellos dijeron que otra persona, cuyo nombre es Jesús, el verdadero Rey!" 8 Cuando la multitud de gente que se había reunido y los gobernantes de la ciudad oyeron ésto, ellos se enojaron mucho y se alborotaron. 9 Los gobernantes hicieron que Jasón y los otros creyentes pagaran una multa y les dijo que les devolvería su dinero a si Pablo y Silas no causaban mas problemas. Entonces los gobernantes de la ciudad dejaron a Jasón y a los otros creyentes que se fueran. 10 Así que esa misma noche, los creyentes enviaron a Pablo y a Silas fuera de Tesalónica a la ciudad de Berea. Cuando Pablo y Silas llegaron allí, ellos fueron al lugar de reunión Judía. 11 La mayoría de los Judíos en Tesalónica no habían estado dispuestos a escuchar el mensaje de Dios, pero los Judíos que vivían en Berea estaban muy dispuestos a escuchar, así que ellos escucharon atentamente al mensaje sobre Jesús. Todos los días ellos leían las Escrituras para ellos mismos encontrar si lo que dijo Pablo sobre Jesús era verdadero. 12 Por causa de la enseñanza de Pablo, muchas de las personas Judías creyeron en Jesús y también algunas mujeres importantes que no eran Judías y muchos hombres no Judíos creyeron en Él. 13 Pero entonces los Judíos en Tesalónica oyeron que Pablo estaba en Berea predicando el mensaje de Dios sobre Jesús. Así que ellos fueron a Berea y dijeron cosas a la gente de allí que hicieron que ellos se enojaran mucho con Pablo. 14 Algunos de los creyentes en Berea llevaron a Pablo a la costa del mar para otra ciudad. Pero Silas y Timoteo se quedaron en Berea. 15 Cuando Pablo y los otros hombres llegaron a la costa, ellos subieron a un bote y se fueron a la ciudad de Atenas. Entonces Pablo adijo a los hombres que fueron con él: "Dile a Silas y a Timoteo que vengan a mí aquí en Atenas tan rápido como ellos puedan." Entonces aquellos hombres que se salieron de Atenas y regresaron a Berea. 16 En Atenas, Pablo esperó que Silas Timoteo vinieran. Mientras tanto, él caminó alrededor de la ciudad. Él estaba muy angustiado porque había muchos ídolos en la ciudad. 17 Así que él fue al lugar donde se reunían los Judíos y habló sobre Jesús a los Judíos, y también con los Griegos quienes también habían aceptado lo que los Judíos creían. Él también fue a la plaza pública todos los días y habló con la gente a quién él conoció allí. 18 Pablo se reunió con algunos maestros a quienes le gustaba hablar sobre lo que la gente creían. La gente llamó a algunos de ellos Epicúreos, y le llamaban a otros Estoicos. Ellos dijeron a Pablo lo que ellos creían, y ellos le preguntaron a él lo que él creía. Entonces algunos de ellos se dijeron del uno al otro: "Él está diciendo algo sobre sobre dioses extraños." Ellos dicían eso porque Pablo estaba diciendoles que Jesús había muerto y después volvió a la vida otra vez. 19 Así que ellos lo llevaron a él a un lugar donde los líderes de la ciudad se reunían. Cuando ellos llegaron allí, ellos le dijeron a Pablo: "Por favor háblanos, ¿qué es este nuevo mensaje que tú le estás enseñando a la gente? 20 Tu estás enseñando algunas cosas que nosotros no entendemos, así que nosotros queremos saber que significan." 21 La gente de Atenas y también la gente de otras regiones que vivían allí amaban hablar sobre lo que era nuevo para ellos. 22 Entonces Pablo se puso de pie al frente de la gente y dijo: "Gente de Atenas, yo veo que ustedes son muy religiosos. 23 Yo digo ésto porque, mientras yo caminaba vi las cosas que ustedes adoran, yo hasta vi un altar, que tenía estas palabras que alguien habían tallado en él: ESTO HONRA A UN DIOS QUE NOSOTROS NO CONOCEMOS. Así que ahora Yo les diré sobre este Dios a quien ustedes adoran pero que ustedes no lo conocen. 24 Él es el Dios quien hizo el mundo y todo lo que está en el. Él gobierna sobre todos los seres en el cielo y en la tierra, y Él no vive en templos que la gente ha construido. 25 Él no necesita tener nada hecho por la gente para Él porque Él hace que la gente viva y respire, y Él le da a ellos todo lo que necesitan. 26 En el principio, Dios creó una pareja, y de ellos Dios produjo todos los grupos de personas que ahora viven en todo lugar de la tierra. Él puso a cada grupo de personas en su lugar para su época. 27 Él quería que la gente se diera cuenta que ellos lo necesitaban a Él. Entonces quizás ellos podrían buscarlo a Él y encontrarlo a Él. Dios quiere que nosotros lo busquemos a Él, a pesar que Él está bien cerca de cada uno de nosotros. 28 Es por Dios que nosotros vivimos, nos movemos, y existimos, como uno de ustedes dijo: 'Porque nosotros somos sus hijos.' 29 Por lo tanto, porque nosotros somos los hijos de Dios, nosotros no debemos pensar que Dios es como oro, plata, o piedra, hecho en algo por el hombre. 30 Durante esos tiempos cuando la gente no sabía lo que quería Dios que ellos hicieran, Él no los castigó a ellos por lo que hicieron. Pero ahora Dios ordena a toda la gente de todas partes que se alejen de sus malas acciones. 31 Él nos dijo que en cierto día que Él ha escogido Él nos va a juzgar a todos nosotros justamente por el hombre que Él ha escogido, asegurándose que nosotros entendemos esto resucitó a este hombre de la muerte." 32 Cuando los hombres oyeron a Pablo decír que un volvió a vivir después que estuvo muerto, muchos de ellos se rieron de él. Pero otros le pidieron a él que viniera otro día y les hablara sobre eso. 33 Después que ellos dijeron eso, Pablo se fue. 34 Sin embargo, algunas de las personas fueron con Pablo y creyeron el mensaje sobre Jesús. Entre los que creyeron en Jesús había un hombre llamado Dionisio. También, había una mujer llamada Dámaris y algunas otras personas quienes creyeron.

Capítulo 18

1 Después de eso, Pablo dejó la ciudad de Atenas y fue a la ciudad de Corinto. 2 Allí conoció un judío cuyo nombre era Aquila, de la región del Ponto. Aquila y su esposa Priscila habían venido hacia poco tiempo desde la ciudad de Roma, en Italia. Ellos dejaron Roma porque Claudio, el emperador Romano, había ordenado que todos los Judíos debían abandonar Roma. 3 Aquila y Priscila hacían tiendas para ganar dinero. Pablo también hacía tiendas, así que se quedó con ellos y trabajaron juntos. 4 Cada día de Reposo, Pablo iba al lugar donde se reunían los Judíos, donde él le hablaba a Judíos y no Judíos. El les enseñó acerca de Jesús. 5 Luego Silas y Timoteo vinieron de la región de Macedonia. Cuando llegaron allí, Pablo dejó de hacer tiendas. El utilizó todo su tiempo para hablar de Jesús a los Judíos. Él les dijo que Jesús era el Cristo. 6 Pero los Judíos comenzaron a volverse en contra de Pablo y a decir cosas malas de él. Así que él se sacudió el polvo de su ropa para mostrarles que Dios no estaba contento con ellos, y él les dijo: " ¡Si Dios los condena, es por su culpa, no la mía! ¡Desde ahora en adelante hablaré con personas que no so son Judíos! " 7 Entonces Pablo dejó el lugar donde se reunían los Judíos, y fue a una casa que quedaba al lado y predicó allí. Ticio Justo, el dueño de la casa, era un hombre no Judío que adoraba a Dios. 8 Después de eso, el encargado del lugar donde se reunían los Judíos, el cual se llamaba Crispo, y toda su familia creyeron en el Señor Jesucristo. Muchas otras personas en Corinto que escucharon a Pablo también creyeron en Jesús y fueron bautizados. 9 Una noche Pablo tuvo una visión en la cual el Señor Jesús le dijo: "No tengas miedo de las personas que están en tu contra, sigue hablando de Mí, 10 porque Yo te ayudaré y nadie podrá hacerte daño aquí. Sigue diciéndoles acerca de Mí, porque hay muchas personas en esta ciudad que Me pertencen." 11 Así que Pablo se quedó en Corinto por un año y medio, enseñándole a la gente el mensaje de Dios sobre Jesús. 12 Cuando Galión se convirtió en el gobernador Romano de la provincia de Acaya, los líderes Judíos se juntaron y capturaron a Pablo. Ellos lo llevaron ante el gobernador y lo 13 acusaron, diciendo: "Este hombre está enseñando a las personas a adorar a Dios en maneras que son contrarias a nuestras leyes Judias. " 14 Cuando Pablo estaba a punto de hablar Galión dijo a los Judíos: "Si este hombre ha quebrantado nuestras leyes Romanas, yo habría escuchado lo que ustedes Judíos me quieren decir. 15 Sin embargo, ustedes están hablando sobre palabras y nombres y sus propias leyes Judías, así que ustedes mismos deben hablar con él acerca de esto. ¡Yo no juzgaré estas cosas!" 16 Despúes que Galión dijo esto, el mandó a unos soldados a llevar a los líderes Judíos lejos de la corte. 17 Entonces la gente agarró al líder de los Judíos, Sóstenes. Ellos lo golpearon allí mismo en frente del asiento de los jueces. Pero Galión no hizo nada al respecto. 18 Pablo se quedó con los creyentes en Corinto por muchos días más. Entonces él subió a un barco con Priscila y Aquila y navegaron hacia la provincia de Siria. Él se rapó la cabeza en Cencrea porque había hecho un voto. 19 Ellos llegaron a la ciudad de Efeso, y Priscila y Aquila se quedaron allí. Pablo mismo entró en el lugar donde se reunían los Judíos y les habló a los Judíos sobre Jesús. 20 Ellos le pidieron que se quedara por más tiempo, pero él se rehusó. 21 Pero cuando partía, les dijo: "Yo volveré si Dios quiere que lo haga." Luego se subió en un barco y navegó lejos de Efeso. 22 Cuando el barco vino a la ciudad de Cesarea, Pablo se bajó. Él fue a Jerusalén y saludó a los creyentes allí. Luego él fue a la ciudad de Antioquía en la región de Siria. 23 Pablo pasó un tiempo con los creyentes allí. Despues dejó Antíoquia y caminó hacia muchas ciudades en la región de Galacia y Frigia. El alentó a los creyentes a creer más y más en el mensaje de Dios sobre Jesús. 24 Mientras Pablo estaba yendo a través Galacia y Frigia, un hombre Judío cuyo nombre era Apolos vino a Efeso. El era de la ciudad de Alejandría y hablaba muy bien sobre las Escrituras. 25 Otros creyentes le habían enseñado a Apolos cómo el Señor Jesús quería que las personas vivieran, y con entusiasmo, él enseñó esas cosas a la gente. Sin embargo, él no estaba enseñando todo acerca de Jesús, porque él solamente sabía sobre el bautismo de Juan el Bautista. 26 Apolos fue al lugar donde se reunían los Judíos, y él les dijo a las personas allí sobre las cosas que él había aprendido. Cuando Priscila y Aquila escucharon lo que él había enseñado, le pidieron que viniera a su casa donde ellos le enseñaron más sobre Jesús. 27 Cuando Apolos decidió que le gustaría ir a la región de Acaya, los creyentes en Efeso le dijeron que sería bueno para él hacer eso. Así que ellos escribieron una carta a los creyentes en Acaya diciendo que ellos debían recibir a Apolos. Después que él llegó allí, él ayudó a aquellos a los que Dios amablemente les había permitido creer en Jesús. 28 Apolos estaba hablando muy poderosamente con los líderes de los Judíos mientras muchas otras personas escuchaban. Leyendo de las Escrituras, él les pudo mostrar que Jesús era el Mesías.

Capítulo 19

1 Mientras Apolos estaba en Corinto, Pablo dejó Frígia y Galacia y fue a Asia, y él regresó a Éfeso. Él conoció a algunas personas que dijeron que eran creyentes. 2 Y les preguntó: "¿Ustedes recibieron al Espíritu Santo cuando creyeron en el mensaje de Dios?" Ellos contestaron: "No, no lo hicimos. Ni siquiera hemos escuchado que hay un Espíritu Santo." 3 Así que Pablo preguntó, "Cuando se bautizaron, ¿que sabían?" Ellos contestaron, "Nosotros creímos lo que Juan el Bautista enseñó." 4 Pablo dijo, "Juan bautizó a la gente que se arrepintió de sus malos actos. También le dijo a la gente que creyeran en el que vendría después de él, y esa persona era Jesús." 5 Cuando esos hombres oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. 6 Después de eso, Pablo colocó sus manos en sus cabezas, uno por uno, y el poder del Espíritu Santo entró en cada uno de ellos. El Espíritu Santo les dio el poder de hablar lenguas que ellos no conocían, y hablaban mensajes que el Espíritu Santo les decía. 7 Habían como veinte hombres que Pablo bautizó y quienes recibieron al Espíritu Santo. 8 Por tres meses, después de eso, Pablo entró al sitio de reunión de los Judíos en Éfeso en cada día de reposo y enseñó y persuadió a la gente sobre Jesús y como Dios se mostraría a Sí mismo como rey. 9 Pero algunos de los Judíos no creían el mensaje y no quisieron escucharlo más. Ellos dijeron muchas cosas malas sobre lo que Pablo estaba enseñando. Así que Pablo los dejó y tomó a los creyentes con él para reunirse en el lugar de reunión de Tirano. 10 Por dos años Pablo enseñó a la gente allí. De esta manera, la mayoría de los Judíos y no Judíos que vivían en la región de Asia escucharon el mensaje del Señor Jesús. 11 Dios también le dio el poder a Pablo de hacer milagros. 12 Si los que estaban enfermos no podían venir a Pablo, piezas de ropa que Pablo tocó eran llevadas y puestas en las personas enfermas. Como resultado, la gente enferma se sanaba, y los espíritus malignos los dejaban. 13 También había algunos Judíos que caminaban de ciudad en ciudad, y le ordenaban a los espíritus malignos en esos lugares a salir de las personas. Algunos de estos Judíos le decían a los espíritus malignos que salieran de las personas diciendo: "¡Te ordeno que salgas por el poder del Señor Jesús, el hombre del que Pablo enseña!" 14 Había siete hombres que estaban haciendo esto. Eran hijos de un hombre llamado Esceva, un Judío, que se llamaba a sí mismo un sacerdote principal. 15 Pero un día mientras que estaban haciendo eso, el espíritu maligno no salió de esa persona. En lugar de eso, el espíritu maligno les dijo a ellos: "¡Yo conozco a Jesús y conozco a Pablo, pero nadie les ha dado el poder a ustedes de hacerme cualquier cosa a mí!" 16 Después de decir eso, repentinamente el hombre que tenía el espíritu maligno saltó sobre los hijos de Esceva. Él tiró al suelo a todos los hombres y lastimó a cada uno de ellos. Él rasgó sus ropas y los hirió. Ellos se asustaron y huyeron de la casa. 17 Todas las personas que vivían en Éfeso, tanto Judíos y no Judíos, escucharon lo que había pasado. Ellos se asustaron porque ellos vieron que el hombre con el espíritu maligno era muy fuerte. Al mismo tiempo, ellos honraban el nombre del Señor Jesús. 18 En ese tiempo, mientras otros creyentes estaban escuchando, muchos creyentes dijeron las cosas malas que ellos habían estado haciendo. 19 Algunas de las personas que fueron hechiceros tomaron sus rollos que les decían cómo hacer los trabajos de magia y los quemaron en un lugar donde todos podían verlos. Cuando la gente sumó cuánto costaban los rollos, llegó a las cincuenta mil monedas de plata. 20 De esta manera, muchas personas escucharon el mensaje sobre el Señor Jesús y creyeron en Él. 21 Después que Pablo completó su trabajo en Éfeso, el Espíritu lo guio a decidir ir a Jerusalén, pero primero él planeó ir a ver a los creyentes en la región de Macedonia y Acaya. Pablo dijo: "Después que yo haya estado en Jerusalén, yo también iré a Roma." 22 Él envió a dos de sus ayudantes, Timoteo y Erasto, a Macedonia. Pero Pablo se quedó en la ciudad de Éfeso, en la provincia de Asia. 23 Pronto después de eso, la gente de Éfeso comenzó a formar una gran cantidad de problemas por causa de Jesús y la enseñaba acerca de Él. 24 Había un hombre allí que se llamaba Demetrio. Él hacía estatuas de plata de la diosa Diana. Demetrio hacía mucho dinero por todos los hombres que hacían y vendían estos ídolos. 25 Demetrio reunió a todos los trabajadores que hacían los ídolos. Y les dijo a ellos: "Hombres, ustedes saben que hacemos mucho dinero haciendo nuestro trabajo. 26 Ustedes saben que Pablo le ha enseñado a mucha gente que vive en Éfeso a no seguir comprando las estatuas que nosotros hacemos. Ahora, incluso las personas de muchas otras ciudades en nuestra provincia ya no quieren comprar lo que hacemos. Pablo le dice a la gente que los dioses que nosotros adoramos no son dioses y que nosotros no debemos adorarlos. 27 Si la gente lo escucha a él, ellos detendrán nuestro negocio. La gente pensará que ellos ya no deben seguir viniendo al templo de Diana a adorarla. Las personas dejarán de creer que Diana es grande. ¡Aunque todas las provincias de Asia e incluso el mundo entero la adora!" 28 Todos los hombres allí se enojaron con Pablo cuando ellos escucharon lo que Demetrio dijo. Comenzaron a gritar: "¡La diosa Diana de los Efésios es grande!" 29 Muchas de las personas en la ciudad se enojaron con Pablo y comenzaron a gritar. Algunas personas agarraron a Gayo y Aristarco, dos hombres de Macedonia que viajaron con Pablo. Entonces, toda la multitud de personas corrió, arrastrando a estos hombres con ellos, al teatro de la ciudad. 30 Pablo quería ir al teatro para hablar con la gente, pero los otros creyentes no lo dejaron ir allá. 31 Algunos gobernantes de la ciudad que eran amigos de Pablo escucharon lo que estaba pasando. Ellos enviaron a alguien para decirle a Pablo que no fuera al teatro. 32 La multitud de personas en el teatro siguió gritando. Algunos gritaban una cosa, y otros gritaban algo más. ¡Pero la mayoría de ellos ni siquiera sabía porqué estaban reunidos! 33 Uno de los Judíos allí se llamaba Alejandro. Algunos de los Judíos lo empujaron al frente de la multitud para que él pudiera hablar a la gente. Alejandro levantó sus manos tratando de hacer que la multitud parara de gritar. Él quería decirles que los Judíos no causaron el problema. 34 Pero muchas de las personas no Judías sabían que Alejandro era Judío y sabían que los Judíos no adoraban a la diosa Diana. Así que los no Judíos gritaron por dos horas, "¡Grande es la diosa Diana de los Efésios!" 35 Luego, uno de los gobernantes de la ciudad hizo que la multitud parara de gritar. Él le dijo a ellos: "¡Mis compañeros ciudadanos, todos en el mundo saben que la sagrada imagen de nuestra diosa Diana cayó del cielo! 36 Todos lo saben, y nadie puede decir que estas cosas no son ciertas. Así que ahora ustedes deberían estar callados. No hagan algo estúpido. 37 No debieron haber traído a estos dos hombres aquí, porque ellos no han hecho nada malo. Ellos no han entrado a nuestros templos y tomado cosas de allí y no han hablado mal de nuestra diosa. 38 Por lo tanto, si Demetrio y sus compañeros trabajadores quieren acusar a alguien de hacer algo malo, ellos deben hacerlo de la manera correcta. Hay tribunales a los que ellos pueden ir si ellos quieren, y hay jueces que han sido escogidos por el gobierno. Ustedes pueden acusar a cualquiera allí. 39 Pero si ustedes quieren pedir algo más, ustedes deberían pedirles a sus gobernantes que se encarguen de eso cuando esos gobernantes se reúnan. 40 ¡Esta no es una buena reunión! Encárguense de este problema de la forma correcta porque no queremos ir en contra del gobierno. Si los gobernantes me preguntan la razón por la que ustedes estaban gritando, no podré darles una buena respuesta." 41 Esto es lo que el gobernador de la ciudad dijo a la multitud. Luego él les dijo a todos que se fueran a casa, y ellos se fueron a sus casas.

Capítulo 20

1 Después que las personas en Éfesos pararon de alborotar, Pablo llamó a los creyentes juntos. Él les insistió a ellos que continuaran confiando en el Señor Jesús. Pronto después de esto, les dijo "Adiós" y se fue para irse a la región de Macedonia. 2 Después de él llegar allí, él insistió a ellos que continuaran confiando en el Señor Jesús. Después él se fue a Grecia. 3 Él se quedó en Grecia por tres meses. Después él planeó regresar a Siria por barco, pero él escuchó que algunos Judíos allí estaban planeando matarlo mientras él estaba viajando. Así que él decidió ir por tierra, y se fue otra vez por Macedonia. 4 Los hombres que estaban viajando con él a Jerusalén eran Sópater, el hijo de Pirro, de la tierra de Berea; Aristarco y Segundo, quienes fueron de la ciudad de Tesalónica; Gayo, quien era de la tierra de Derbe; Timoteo, quien era de la tierra de Galacia; y Tíquico y Trófimo, quienes tienen provincia de Asia. 5 Estos siete hombres fueron antes de Pablo y yo, Lucas, por barco desde Macedonia, así que ellos llegaron a la ciudad de Troas antes que nosotros y esperaron a que nosotros dos llegaramos allí. 6 Pero Pablo y yo viajamos por tierra tan lejos como hasta la ciudad de Filipos. Después del Festival de Pan Judío hecho sin levadura, nosotros abordamos un bote que iba a la ciudad de Troas. Después de cinco días nosotros llegamos a Troas y nos encontramos a los otros hombres quienes habían estado viajando adelante de nosotros. Entonces todos nosotros nos quedamos en Troas por siete días. 7 El domingo de noche, nosotros y los otros creyentes nos reunieron juntos a celebrar la cena del Señor y a comer juntos. Pablo habló a los creyentes hasta la medianoche, porque él estaba planeando a dejar a Troas el próximo día. 8 Muchas lámparas de aceite se estaban quemando en la habitación arriba en la cual nosotros estabamos reunidos. 9 Un hombre joven por lo que su nombre era Eutico estaba allí. Él estaba sentado en el umbral de una ventana abierta en el tercer piso de la casa. Mientras Pablo continuó hablando por un largo tiempo, Eutico se quedaba más y más dormido. Finalmente, él se quedó profundamente dormido. Él se cayó fuera de la ventana abajo al suelo. Algunos de los creyentes se fueron para abajo inmediatamente y lo recogieron a él. Pero él estaba muerto. 10 Pablo también fue abajo. Entonces él dijo a las personas que estaban parados a su alrededor: "No se preocupen; ¡él está vivo otra vez!" 11 Después Pablo, junto con los demás, fueron arriba de nuevo y comieron y celebraron la cena del Señor. Luego Pablo habló con los creyentes hasta el amanecer. Entonces se fue. 12 Las otras personas tomaron al hombre joven a su hogar, y fueron consolados grandemente porque él estaba vivo otra vez. 13 Nosotros después fuimos la embarcación. Pero Pablo no abordó el bote con nosotros en Troas, porque él quería ir más rápido por la tierra a la ciudad de Asón. Los demás de nosotros abordamos el barco y navegamos a Asón. 14 Nosotros encontramos a Pablo en Asón. Él abordó el barco con nosotros, y nosotros navegamos a la ciudad de Mileto. 15 El día después nosotros llegamos a Mitilene, nosotros navegamos desde allí y llegamos a un lugar cerca de la isla de Quío. En el próximo día después de ésto, nosotros navegamos a la isla de Samos y navegamos a la ciudad de Mileto. 16 Mileto estaba justo en el sur de la ciudad de Éfesos. Pablo no quería pararse en Éfesos porque él no quería pasar tiempo en Asia. Si posible, él quería llegar a Jerusalén para el tiempo del festival del Pentecostés, y el tiempo de este festival estaba cerca. 17 Cuando el barco llegó a Mileto, Pablo envió a un mensajero a Éfesos para que pidiera a los ancianos del grupo de los creyentes de allí que vinieran a hablar con él. 18 Cuando los ancianos vinieron a él, Pablo dijo a ellos: "Desde el primer día cuando yo llegué aquí en la provincia de Asia hasta el día que yo me fui, ustedes saben cómo yo actuaba entre ustedes en todo el tiempo cuando estaba con ustedes. 19 Ustedes saben como yo seguía sirviendo mucho al Señor Jesús humildemente y como yo a veces he llorado. Ustedes también saben como yo he sufrido porque los Judíos que no eran creyentes a menudo trataban de perjudicarme. 20 Ustedes también saben que, cuando yo predico el mensaje de Dios a ustedes, yo nunca dejo fuera nada que les pueda ayudar. Ustedes saben que yo les he enseñado el mensaje de Dios cuando muchas personas estaban presentes, y yo también he ido a sus hogares y los enseñé a ustedes ahí. 21 Yo le prediqué igual a los Judíos y los no-Judíos, diciéndoles a todos que tienen que alejarse su comportamiento pecaminoso y creer a nuestro Señor Jesús." 22 "Y ahora yo me voy a Jerusalén, porque el Espíritu Santo me ha demostrado claramente que yo debo ir allá, y yo debo obedecerle. Yo no sé que es lo que me va a pasar allí. 23 Pero lo que yo sé es que en cada ciudad que visito, el Espíritu Santo me ha dicho que en Jerusalén las personas me llevarán a la cárcel y eso causará que yo sufra. 24 Pero a mí no me importa aún si la gente me mata, si primero soy capaz de terminar el trabajo que el Señor Jesús me ha dicho que haga. Él me llamó para decir a las personas el buen mensaje que Dios nos salvó al hacer por nosotros lo que no merecemos. 25 Yo les he predicado a ustedes el mensaje sobre como Dios se mostrará a Sí mismo como Rey. Pero ahora yo sé que hoy es la última vez que ustedes, mis compañeros creyentes, me verán. 26 Así que yo quiero que todos ustedes entiendan que si alguien que me ha escuchado predicar muere sin confiar en Jesús, eso no es mi culpa, 27 porque yo les dije todo lo que Dios ha estado planeando para nosotros. 28 Ustedes líderes deben continuar creyendo y obedeciendo el mensaje de Dios. Ustedes también deben ayudar a todos los otros creyentes quienes el Espíritu Santo les dio a ustedes para cuidar. Vigílensen ustedes mismos y al grupo de creyentes como el pastor vigila a sus ovejas. Dios los compró a ellos con la sangre que fluyó desde el cuerpo de su Hijo en la cruz. 29 Yo sé muy bien que después que yo me vaya, personas que enseñan mentiras vendrán entre a ustedes y causarán mucho daño a los creyentes. Ellos serán como lobos que matan a las ovejas. 30 Aún que en su propio grupo de líderes habrán algunos quienes mentirán a otros creyentes al enseñarles las cosas incorrectas. Ellos van a enseñar esos mensajes para que algunas personas crean en ellos y que se conviertan en sus seguidores. 31 ¡Así que tengan cuidado que ninguno de ustedes deje de creer en el verdadero mensaje sobre nuestro Señor Jesús! Recuerden que día y noche por tres años yo les enseñé este mensaje y les he advertido con lágrimas que sean fieles al Señor." 32 "Ahora así como me voy, le pido a Dios para que los protejan a ustedes y para que los mantenga creyendo el mensaje que Él nos salvó haciendo por nosotros lo que nosotros no merecemos. Si ustedes continuan creyendo el mensaje que yo les dije, ustedes se harán fuertes, y Dios les dará por siempre las cosas buenas que Él ha prometido a dar a todos aquello que le pertenecen a Él. 33 En cuanto a mí mismo, yo nunca quise el dinero o la ropa fina de nadie. 34 Ustedes saben que yo he trabajado con mis manos para ganarme dinero que mis amigos y yo necesitábamos. 35 En todo lo que yo he hecho, yo les demostre que debemos trabajar duro para que tengamos suficiente dinero para dar algo a aquellos que son necesitados. Nosotros debemos recordar que nuestro Señor Jesús mismo dijo: 'Una persona es más feliz cuando él da a otros que cuando recibe de ellos.'" 36 Cuando Pablo terminó de hablar, él se arrodilló con todos los ancianos y oraron. 37 Todos lloraron mucho, y ellos abrazaban y besaban a Pablo. 38 Ellos estaban muy tristes, porque él ha dicho que ellos no lo verían a él otra vez. Entonces todos ellos se fueron con él hacia el barco.

Capítulo 21

1 Después de despedirnos de los ancianos de Éfeso, nosotros subimos al barco y viajamos en el agua a la Isla de Cos, donde el barco se detuvo para pasar la noche. El próximo día nosotros fuímos en el barco desde Cos a la Isla de Rodas, donde el barco paró otra vez. El día después nosotros fuímos a la ciudad de Pátara, donde el barco paró. 2 En Pátara nosotros dejamos ese barco, y alguien nos contó que allí había un barco que iría a la región de Fenicia. Así que subimos a ese barco, y el barco salió. 3 Viajamos por el mar hasta que pudimos ver la Isla de Chipre. Pasamos al sur de la isla y continuamos navegando hasta que llegamos a la región de Fenicia, en la provincia de Siria, en la ciudad de Tiro. El barco iba a permanecer allí varios días porque sus trabajadores tenían que descargar la carga. 4 Alguien nos dijo donde vivían los creyentes en Tiro, así que fuímos y nos quedamos con ellos por siete días. Porque el Espíritu de Dios les reveló a ellos que la gente haría sufrir a Pablo en Jerusalén, ellos le dijeron a Pablo que no debería ir allí. 5 Pero cuando fue el tiempo para que el barco saliera otra vez, nos preparamos para continuar en nuestro camino hacia Jerusalén. Cuando dejamos Tiro, todos los hombres y sus mujeres y niños fueron con nosotros a la orilla del mar. Todos nos arrodillamos allí en la arena y oramos. 6 Después que todos nos despedimos, Pablo y nosotros, sus compañeros, subimos al barco y los otros creyentes regresaron a sus propias casas. 7 Después que dejamos Tiro, continuamos en ese barco a la ciudad de Tolemaida. Había creyentes allí, nosotros los saludamos y nos quedamos con ellos esa noche. 8 El siguiente día dejamos Tolemaida y navegamos a la ciudad de Cesarea, donde nos quedamos en la casa de Felipe, quien dedicaba su tiempo a decirles a otros como volverse seguidores de Jesús. Él fue uno de los siete hombres que los creyentes en Jerusalén habían escogido para cuidar de las viudas. 9 Él tenia cuatro hijas que no estaban casadas. Con frecuencia, cada una de ellas hablaba mensajes que el Espíritu Santo les había contado a ellas. 10 Después que nosotros estuvimos en la casa de Felipe por varios días, un creyente cuyo nombre era Agabo vino desde la región de Judea y llegó a Cesarea. Con frecuencia, él hablaba mensajes que el Espíritu Santo le había contado a él. 11 Acercándose a donde nosotros estábamos, él le quitó el cinturón a Pablo. Entonces el se ató sus propios pies y manos con el cinturón y dijo: "El Espíritu Santo dice: 'Los líderes Judíos en Jerusalén atarán las manos y los pies del dueño de este cinturón, de esta forma, y ellos lo pondrán en las manos de personas no Judías como un prisionero. '" 12 Cuando el resto de nosotros escuchamos esto, nosotros y los otros creyentes ahí le pedimos a Pablo: "¡Por favor no subas a Jerusalén!" 13 Pero Pablo replicó: "¡Por favor paren de llorar e intentar desalentarme de ir! ¿Por qué están llorando e intentando desalentarme de ir? Estoy dispuesto a ir a prisión y también a morir en Jerusalén porque sirvo al Señor Jesús." 14 Cuando nos dimos cuenta que él iría a Jerusalén, no intentamos más pararlo. Dijimos: "¡Que la voluntad del Señor se haga!" 15 Después de aquellos días en Cesarea, nosotros preparamos nuestras posesiones y salimos para ir por tierra a Jerusalén. 16 Algunos de los creyentes de Cesarea también fueron con nosotros. Ellos nos llevaron para que nos quedáramos en la casa de un hombre cuyo nombre era Mnasón. Él era de la isla de Chipre y había creído en Jesús cuando las personas estaban empezando a escuchar el mensaje sobre Él. 17 Cuando llegamos a Jerusalén, un grupo de creyentes nos saludaron con alegría. 18 Al día siguiente Pablo y el resto de nosotros fuímos a hablar con Jacobo, quien era el líder de la iglesia de allí. Todos los demás líderes de la iglesia en Jerusalén también estaban allí. 19 Pablo los saludó, y después les contó todas las cosas que Dios le había permitido hacer entre la gente no Judía. 20 Cuando escucharon eso, Jacobo y los otros ancianos agradecieron a Dios. Luego uno de ellos le dijo a Pablo: "Hermano, tú sabes que habemos muchos miles de personas Judíos aquí quienes hemos creído en el Señor Jesús. También, sabes que todos continuamos cuidadosamente obedeciendo las leyes que Moisés nos dio. 21 Pero nuestros hermanos Judíos creyentes han dicho que cuando estás entre no Judíos le has dicho a los creyentes Judíos que viven ahí que ellos deberían dejar de obedecer las leyes de Moisés. La gente dice que tú le dices a esos Judíos creyentes a no circunsidar a sus hijos y a no prácticar nuestras otras costumbres. Nosotros creemos que ellos no están diciendo la verdad sobre ti. 22 Pero nuestros hermanos Judíos creyentes van a escuchar que has venido, y ellos estarán enojados contigo. Así que tú necesitas hacer algo para mostrarles que lo que ellos escucharon sobre ti no es cierto. 23 Así que por favor haz lo que nosotros te sugerimos a ti. Hay cuatro hombres entre nosotros quienes han hecho un voto a Dios. 24 Ve con estos hombres al templo y haz las ceremonias que sean necesarias para que tú y ellos puedan adorar en el templo. Luego, cuando sea tiempo para ellos de ofrecer los sacrificios, paga por lo que ellos ofrecen. Después de eso, ellos pueden afeitar sus cabezas para mostrar que ellos han hecho lo que dijeron que ellos harían. Cuando la gente te vea en el patio del templo con estos hombres, ellos sabrán que lo que se les había dicho a ellos sobre ti no es verdad. En lugar de eso, todos ellos sabrán que tú obedeces todas nuestras leyes Judías. 25 En cuanto a los creyentes no Judíos, nosotros los ancianos aquí en Jerusalén hemos hablado sobre cuáles de nuestras leyes ellos deberían obedecer, y nosotros les escribimos una carta, diciéndoles lo que decidimos. Escribimos que ellos no deberían comer carne que personas hayan ofrecido como sacrificio a cualquier ídolo, que ellos no deberían comer sangre de animales, y que ellos no deberían comer carne de animales que personas hayan matado por estrangulamiento. También les dijimos que no deberían dormir con alguien con quien no están casados." 26 Así que Pablo estuvo de acuerdo en hacer lo que ellos le pidieron, y al día siguiente él llevó a los cuatro hombres, y juntos se purificaron a sí mismos. Después de eso, Pablo fue al patio del templo y le dijo al sacerdote cual día ellos terminarían de purificarse y cuando ellos ofrecerían los animales como sacrificio por cada uno de ellos. 27 Cuando los siete días para purificarse habían casi acabado, Pablo regresó al patio del templo. Algunos Judíos de Asia lo vieron allí, y ellos estaban muy enojados con él. Ellos llamaron a muchos otros Judíos que estaban en el patio del templo para que los ayudaran a agarrar a Pablo. 28 Ellos gritaron: "¡Hermanos Israelitas, vengan y ayúdennos a castigar a este hombre! Este es el que está enseñando a las personas dondequiera que va que deben despreciar a las personas Judías. Él le enseña a las personas que ya no deben obedecer las leyes de Moisés ni respetar su santo templo. ¡Él Incluso ha traído a no Judíos aquí al patio de nuestro templo, haciendo que este lugar se vuelva contaminado!" 29 Ellos dijeron esto porque ellos vieron a Pablo caminar alrededor de Jerusalén con Trófimo, quien era un no Judío. Sus leyes no permitían a los no Judíos estar en el templo, y ellos pensaron que Pablo había llevado a Trófimo dentro del patio del templo ese día. 30 Gente por toda la ciudad escuchó que habían problemas en el patio del Templo, y vinieron corriendo allí. Ellos atraparon a Pablo y lo arrastraron fuera del área del Templo. Las puertas del patio del Templo fueron cerradas, para que la gente no se amotinara dentro del área del Templo. 31 Mientras ellos estaban tratando de matar a Pablo, alguien corrió a la fortaleza cerca del Templo y le dijo al comandante Romano que mucha gente en Jerusalén se estaba amotinando en el Templo. 32 El comandante rápidamente tomó algunos oficiales y un gran grupo de soldados y corrieron al área del Templo donde estaba la multitud. Cuando la multitud de personas, quienes estaban gritando y golpeando a Pablo, vio que venían el comandante y los soldados, ellos dejaron de golpearlo. 33 El comandante vino donde Pablo estaba y lo agarró. Él ordenó a lo soldados a sujetar una cadena a cada uno de los brazos de Pablo. Entonces él le preguntó a las personas en la multitud: "¿Quién es este hombre, y qué ha hecho él?" 34 Algunas de las muchas personas allí estaban gritando una cosa, y otros estaban gritando otra cosa. Como ellos continuaban gritando muy alto, el comandante no pudo entender lo que ellos estaban diciendo. Así que ordenó que Pablo fuera llevado dentro de la fortaleza para poder interrogarlo allí. 35 Los soldados llevaron a Pablo a los escalones de la fortaleza, pero muchas personas continuaron siguiéndolos, tratando de matar a Pablo. Así que el comandante le dijo a los soldados que cargaran a Pablo y lo subieran por los escalones de la fortaleza. 36 La multitud que los seguía continuaba gritando: "¡Mátenlo! ¡Mátenlo!" 37 Cuando Pablo iba a ser llevado dentro de la fortaleza, él dijo en Griego al comandante: "¿Podría hablar con usted?" El comandante dijo: "¡Estoy sorprendido que puedas hablar griego! 38 Pensé que eras ese hombre de Egipto quien quería rebelarse en contra del gobierno no hace mucho, y quien llevó cuatro mil hombres violentos con él al desierto, para que nosotros no pudiéramos atraparlo." 39 Pablo contesto: "¡No, no soy yo! Yo soy un Judío. Yo nací en Tarso, la cual es una ciudad importante en la provincia de Cilicia. Yo te pido que me dejes hablarle a estas personas." 40 Entonces el comandante le permitió a Pablo hablar. Así que Pablo se paró en los escalones e hizo señas con su mano para que la multitud hiciera silencio. Y después que la gente en la multitud guardó silencio, Pablo les habló en su propio lenguaje Hebreo.

Capítulo 22

1 Pablo dijo: "¡Ancianos Judíos y mis compañeros Judíos, escúchenme ahora mientras hablo a esos que me acusan!" 2 Cuando la multitud de las personas escuchó a Pablo hablándoles en su propio idioma Hebreo, ellos se callaron y escucharon. Luego Pablo les dijo: 3 Yo soy Judío, como lo son todos ustedes. Yo nací en la ciudad de Tarso, en la provincia de Cilicia, pero crecí aquí en Jerusalén. Cuando yo era joven, yo aprendí las Leyes que Moisés le dio a nuestros ancestros. Gamaliel era mi maestro. Yo obedecía esas leyes porque quería obedecer a Dios, y estoy seguro que todos ustedes también obedecen esas leyes. 4 Por esa razón, que traté de arrestar a aquellos que creían en el mensaje de Dios a cerca de Jesús. Yo busqué maneras de matarlos. Cada vez que veía un hombre o una mujer que creía en el mensaje, yo los arrojaba a la cárcel. 5 El alto sacerdote sabe esto, y también los otros hombres que pertenecen a nuestro Concilio Judío. Ellos me dieron cartas para llevarlas a sus compañeros Judíos en la ciudad de Damasco. Esas cartas me dieron el poder para ir ahí y arrestar a las personas que creyeron en Jesús. Entonces yo los tomaba como prisioneros a Jerusalén, para que fueran castigados aquí. 6 "Así que yo fui a Damasco. Como al mediodía, cuando me acercaba a Damasco, de repente una luz brillante del cielo iluminó todo a mi alrededor. 7 La luz era tan brillante que me caí al suelo. Luego escuché la voz de alguien hablándome desde arriba en el cielo, diciendo: '¡Saulo! ¡Saulo! ¿Por qué haces cosas para herirme?' 8 Yo respondí: '¿Quién eres, Señor?' Él contestó: 'Yo soy Jesús de Nazaret al que estás lastimando.' 9 Los hombres que estaban viajando conmigo vieron la luz brillante, pero ellos no entendían lo que la voz decía. 10 Luego yo pregunté: 'Señor,¿qué quieres que haga? El Señor me dijo: 'Levántate y ve a Damasco. Un hombre allí te dirá todo lo que he planeado para que tú realices.' 11 Despúes de eso yo no podía ver porque la luz brillante había causado que me quedara ciego. Así que los hombres que estaban conmigo me agarraron por la mano y me guiaron hasta Damasco. 12 Un hombre cuyo nombre era Ananías vino a verme. Él era un hombre que honraba a Dios y obedecía las leyes Judías. Todos los Judíos que vivían en Damasco decían buenas cosas sobre él. 13 Él vino y se paró a mi lado y me dijo: 'Mi amigo Saulo, ¡vuelve a ver!' Instantáneamente yo pude ver, y lo vi parado a mi lado. 14 Despúes él dijo: "El Dios a quien adoramos y que nuestros ancestros adoraron te ha elegido y te va a mostrar lo que Él quiere que hagas. Él te ha mostrado al Justo, Jesús el Mesías, y tú lo has escuchado hablarte a ti directamente. 15 Él quiere que le digas a las personas de todas partes lo que haz visto y oído sobre Él. 16 ¡Así que ahora no te demores! ¡Levántate, déjame bautizarte, y ora al Señor Jesús y pídele a Dios que te perdone por tus pecados!" 17 "Después regresé a Jerusalén. Un día fui al patio del Templo y mientras estaba orando allí vi una visión. 18 El Señor me habló, diciendo: 'No te quedes en este lugar! ¡Vete de Jerusalén ahora, porque las personas aquí no creerán lo que les digas a cerca de Mí!' 19 Pero yo le dije a Él: 'Señor, ellos saben que yo fui a muchas de nuestras sinagogas buscando a personas que creen en Ti. Yo estaba colocando en la cárcel a aquellos que yo encontraba que creían en Ti, y hasta los golpeaba. 20 Ellos se acuerdan que cuando Esteban fue asesinado porque habló a la gente acerca de Ti, yo me paré allí observando y aprobando lo que ellos estaban haciendo. ¡Yo inclusive vigilé la ropa exterior de aquellos quienes estaban asesinándolo, y habían lanzado a un lado!' 21 Pero el Señor me dijo: "¡No, no te quedes aquí! ¡Sal de Jerusalén, porque Yo te voy a enviar muy lejos de aquí a otros grupos de personas, los no Judíos!' " 22 Las personas escuchaban lo que Pablo estaba diciendo, hasta que él habló sobre el Señor enviándolo a otros grupos de personas. Luego comenzaron a gritar: "¡Mátenlo! ¡Él no merece vivir más!" 23 Mientras ellos gritaban, se quitaban también sus prendas exteriores y arrojaban tierra al aire, lo que mostraba cuán enojados estaban. 24 Así que el líder ordenó que Pablo fuera llevado a la prisión. Él les dijo a los soldados que ellos deberían azotar a Pablo para hacer que él dijese lo que él había hecho que hizo enojar tanto a los Judíos. 25 Entonces ellos estiraron sus brazos y los amarraron de tal forma que lo pudiesen azotar en su espalda. Pero Pablo le dijo al soldado cerca de él: "¡Estarás actuando ilegalmente si me azotas, un ciudadano Romano a quien nadie ha llevado a jucio ni ha condenado!" 26 Cuando el oficial escuchó esto, él fue a donde el comandante y se lo reportó a él. Le dijo al comandante: "¡Este hombre es un ciudadano Romano! ¡Seguramente usted no nos ordenará que lo azotemos!" 27 El comandante estaba sorprendido cuando escuchó eso. Él mismo fue a la prisión y le dijo a Pablo: "Dime, ¿eres tú verdaderamete un ciudadano Romano?" Pablo contestó: "Sí, lo soy." 28 Después, el comandante dijo: "Yo también soy un ciudadano romano. Pagué mucho dinero para poder convertirme en un ciudadano Romano." Pablo dijo: "Pero yo nací como un ciudadano Romano." 29 Los soldados estaban a punto de azotar a Pablo y de preguntarle sobre qué había hecho. Pero cuando escucharon lo que Pablo dijo, lo dejaron en paz. El comandante también tuvo temor, porque sabía que Pablo era un ciudadano Romano y que él había roto la ley cuando ordenó a los soldados que ataran las manos de Pablo. 30 El comandante aún quería saber porqué los Judíos estaban acusando a Pablo. Así que al día siguiente le dijo a los soldados que quitaran las cadenas de Pablo. Él también llamó al jefe sacerdote y a otros Judíos miembros del Concilio para reunirse. Luego él tomó a Pablo donde el Cocilio se estaba reuniendo y le dijo que se parara frente a ellos.

Capítulo 23

1 Pablo miró a los miembros del concilio Judío y dijo: "Mis compañeros Judíos, toda mi vida he vivido respetando nuestro Dios, y yo no sé de nada de lo que yo he hecho, que yo sabía que estaba equivocado". 2 Cuando Ananías el alto sacerdote escuchó lo que Pablo dijo, él le dijo a los hombres que estaban cerca de Pablo que le golpearan en la boca. 3 Entonces, Pablo le dijo a Ananías: "¡Dios te castigará por eso, hipócrita! Tú siéntate y júzgame, usando las Leyes que Dios le dio a Moisés. ¡Pero tú, por ti mismo desobedeces esas Leyes, porque tú me ordenaste a mí, a ser golpeado sin tener pruebas que yo había hecho cualquier cosa que está incorrecta!". 4 Los hombres que estaban de pie cerca de Pablo le dijeron a Él: "¡Tú no deberías hablar mal a un sirviente de Dios, nuestro alto sacerdote!" 5 Pablo respondió: "Mis compañeros Judíos, yo lamento que dijera eso. Yo no sabía que el hombre que le dijo a uno de ustedes que me golpeara es el alto sacerdote. Si supiera eso, no hablaría mal sobre nuestro alto sacerdote, porque yo sé que está escrito en nuestra ley Judía: '¡NO HABLEN MALDAD DE CUALQUIERA DE SUS GOBERNANTES!'" 6 Pablo sabía que algunos de los miembros del Concilio eran Saduceos y otros eran Fariseos. Por lo que alzó la voz en el salón del Concilio: "Mis compañeros Judíos, yo soy Fariseo, como mi padre era. He sido puesto en juicio aquí porque yo estoy seguro que un día Dios causará que aquellos que han muerto vuelvan a vivir otra vez". 7 Cuando él dijo eso, los Fariseos y Saduceos, comenzaron a discutir el uno con el otro, sobre si las personas quienes han muerto vivirán otra vez, o no. 8 Los Saduceos creen que después que las personas mueren, ellos no vuelven a vivir otra vez. También creen que no hayángeles y ningún otro tipo de espíritus. Pero los Fariseos creen en todas estas cosas. 9 Por lo cual ellos se dividieron, y ellos empezaron a gritarse el uno al otro mientras discutían. Algunos de los maestros de la ley que eran Fariseos se pusieron de pie. Uno de ellos dijo: "Nosotros pensamos que este hombre no ha hecho nada malo. Quizás un ángel o un algún otro espíritu habló a Él y lo que dice es cierto". 10 Luego los Fariseos y los Saduceos se pusieron violentos unos con otros. Así que el comandante tenía miedo de que ellos despedazarían a Pablo en pedazos. Él le dijo a los soldados a ir abajo de la prisión y que tomaran a Pablo lejos de los miembros del Concilio y lo subieran al cuartel. 11 Esa noche, Pablo vio al Señor Jesús venir y pararse cerca de Él. El Señor le dijo a Él: "¡Ten valentía! Tú le has contado a las personas aquí en Jerusalén sobre Mí, y debes contarle a las personas en Roma sobre Mí también". 12 En la mañana siguiente algunos de los Judíos que odiaban a Pablo se encontraron y hablaron sobre cómo asesinarlo. Ellos se dijeron así mismos que ellos no comerían ni beberían nada hasta que él estuviese muerto. Ellos le pidieron a Dios, que Él Los maldiciera si ellos no hacían lo que ellos prometieron. 13 Habían más de cuarenta hombres que querían asesinar a Pablo. 14 Ellos fueron a los jefes sacerdotales y los ancianos Judíos y les dijeron: "Dios nos ha escuchado prometer que no vamos a comer ni a beber nada hasta que hayamos asesinado a Pablo. 15 Por lo que solicitamos que ustedes vayan al comandante y le pregunten, en nombre de todo el Concilio Judío, que nos traigan abajo a Pablo a nosotros. Díganle al comandante que ustedes quieren hablar a Pablo algo más. Estaremos esperando para asesinar a Pablo mientras él esté de camino aquí." 16 Pero el hijo de la hermana de Pablo escuchó lo que ellos estaban planificando hacer, por lo cual Él entró en la fortaleza y le dijo a Pablo. 17 Cuando Pablo escuchó eso, él llamó a uno de los oficiales y le dijo a Él: "Por favor, toma a este joven hombre al comandante, porque Él necesita decirle a él algo." 18 Así que el oficial tomó al joven hacia el comandante. El oficial dijo al comandante: "El prisionero Pablo me llamó y dijo: 'Por favor, toma a este joven hombre al comandante, porque Él necesita decirle algo.'" 19 El comandante tomó al joven hombre por la mano, y él mismo lo guió fuera, y le preguntó a Él: "¿Qué tu necesitas decirme?" 20 Él dijo: "Hay algunos Judíos que quieren llevar a Pablo ante su Concilio mañana. Ellos dirán que quieren hacerles algunas preguntas más. Pero eso no es cierto. 21 No haga lo que ellos le pidan a usted que haga, porque hay más de cuarenta hombres Judíos que estarán escondidos y esperando para asesinar a Pablo cuando él pase por el camino al Concilio. Ellos hasta prometieron a Dios que ellos no comerían ni beberían nada hasta que ellos hayan asesinado a Pablo. Ellos están listos para hacerlo, y ahora mismo ellos están esperando por usted para que esté de acuerdo a hacer lo que ellos les está pidiendo a usted que haga." 22 El comandante le dijo al joven hombre: "No le digas a nadie que me has dicho sobre su plan." Luego el mandó fuera al joven hombre. 23 Entonces el comandante llamó a dos de sus oficiales y les dijo: "Consigan un grupo de doscientos soldados listos para viajar. Toma alrededor de setenta soldados montados en caballos, y otros doscientos soldados cargando lanzas. Todos ustedes deben estar listos para irse a las nueve en punto de esta noche, para ir abajo a la ciudad de Cesarea. 24 Y toma también caballos para que Pablo pueda montar, y escórtenlo a él al palacio del Gobernador Félix." 25 Luego el comandante escribió una carta para enviarla al gobernador. Esto fue lo que él escribió: 26 "Yo soy Claudio Lisias escribiéndole a usted. Tú, Félix, eres nuestro gobernador a quien honramos, y yo le envío a usted mis saludos. 27 Le he enviado a este hombre, Pablo, porque ciertos Judíos se apoderaron de él y estaban apunto de asesinarlo. Pero yo escuché que alguien me contó que él es un ciudadano Romano, por lo cual yo y mis soldados fuimos y lo rescatamos. 28-30 Yo quería saber lo que esos Judíos estaban diciendo que él había hecho incorrecto, por lo cual lo tomé a él a su Concilio Judío. Yo escuché mientras le hacían preguntas a este hombre y Él les contestaba a ellos. Las cosas sobre las que ellos lo acusan a Él tienen que ver con sus leyes Judías. Pero Pablo no había desobedecido cualquiera de nuestras leyes Romanas. Por lo cual nuestros oficiales no deberían ejecutarlo a Él o ponerlo a Él en prisión. Alguien me dijo que algunos Judíos estaban planeando asesinar a este hombre, por lo cual lo mandé a usted, para que usted pueda darle a Él un justo juicio allí. También mandé a los Judíos que lo han acusado a Él a ir allí a Cesarea y le cuente a usted sobre que lo están acusando. Adiós." 31 Así que los soldados hicieron lo que el comandante les había ordenado. Ellos tenían a Pablo y lo tomaron con ellos durante la noche hacia abajo a Antípatris. 32 El siguiente día, los soldados de a pie regresaron a Jerusalén, y los soldados quienes montaban a caballo fueron con Pablo. 33 Cuando ellos llegaron a la ciudad de Cesarea, ellos le dieron la carta al gobernador, y ellos colocaron a Pablo ante él. 34 El gobernador leyó la carta y luego él le dijo a Pablo: "¿De qué provincia es usted?" Pablo respondió: "Yo soy de Cilicia." 35 Entonces el gobernador dijo: "Cuando las personas que te han acusado lleguen, yo escucharé lo que cada uno de ustedes dice y entonces juzgaré tu caso." Entonces él ordenó que Pablo estuviera vigilado en el palacio que el Rey Herodes el Grande había construido.

Capítulo 24

1-3 Cinco días después Ananías el alto sacerdote bajó allá desde Jerusalén, junto con algunos otros ancianos Judíos y con un orador de nombre Tértulo. Allí ellos le dijeron al gobernador lo que Pablo había hecho, lo que ellos pensaban que estaba mal. El gobernador ordenó a traer a Pablo adentro. Cuando Pablo llegó, Tértulo comenzó a acusarlo. Él le dijo al gobernador: "Honorable Gobernador Félix, durante los muchos años que usted nos ha gobernado, nosotros hemos vivido bien. Por planificar sabiamente, usted ha mejorado muchas cosas en esta provincia. Por lo tanto, Gobernador Félix, nosotros siempre le agradecemos a usted por todo lo que usted ha hecho por todos nosotros, dondequiera y en toda ocasión siempre le agradeceremos por todas las cosas que usted ha hecho por todos nosotros. 4 Pero, yo no quiero tomarle más de su tiempo, le ruego que bondadosamente escuche lo que tengo que decirle. 5 Nosotros hemos observado que éste hombre, dondequiera que él va, causa problemas con los Judíos. Él también lidera el grupo entero que la gente llama los seguidores del Nazareno. 6 Él hasta trató de hacer cosas en el Templo que lo contaminaría, por lo tanto nosotros lo arrestamos. 7 Pero Lisias, comandante de la fortaleza Romana, vino con sus soldados y lo alejó de nosotros. 8 Lisias además les dijo a los acusadores de Pablo que vinieran aquí y acusaran a Pablo delante suyo. Si usted mismo lo interroga a Él, usted podrá confirmar que todas las cosas de las que nosotros le acusamos son ciertas. 9 Entonces, los líderes Judíos allá le dijeron al gobernador que lo que Tértulo decía era cierto. 10 Entonces el gobernador haciendo un gesto con su mano le indicó a Pablo que podía hablar. Entonces Pablo le respondió, y dijo: " Gobernador Félix, sabiendo que usted a gobernado ésta provincia Judía por muchos años. Por lo tanto con gusto presento mi defensa. Sé que usted ha escuchado de mí y que me juzgará con justicia. 11 Tú sabes que no han sido hace más de doce días desde que yo subí a Jerusalén a adorar a Dios. 12 Nadie puede decir que me vio discutiendo con alguien en las cortes del Templo porque no lo he hecho. Nadie puede decir que me ha visto causando que la gente se alborote en alguna sinagoga Judía o causando problemas en cualquier otro lugar en Jerusalén, porque yo no he hecho eso. 13 Por lo que ellos no le pueden probar a usted las cosas por las que ellos me acusan. 14 Pero yo le admito a usted que ésto es cierto: Yo adoro el Dios que nuestros antepasados adoraron. Es verdad que yo sigo la forma en que Jesús nos enseñó. Yo también creo todo lo que Moisés escribió en las leyes que Dios le dió a él y todo lo que los otros profetas escribieron en sus libros. 15 Yo creo, de la misma forma que también éstos hombres creyeron, que cierto día Dios causará que cada uno que haya muerto vuelva a la vida otra vez, ambos justos aquellos que eran buenos como aquellos que eran malvados. 16 Porque yo creo que ese día llegará, yo siempre trato de hacer las cosas que agradan a Dios y a las que otras personas piensan que son buenas. 17 Después de haber estado en otros lugares por varios años, yo regresé a Jerusalén para traer algún dinero a mis compañeros Judíos que son pobres. 18 Algunos Judíos de Asia me vieron en la cortes del templo después que completara mi ritual que permite a uno adorar a Dios. No hubo multitud conmigo, y yo no estaba alborotando a la gente. 19 Pero fueron esos Judíos los que causaron alboroto en la gente. Ellos son los que deben estar aquí frente a usted para acusarme a mí, si ellos piensan que yo hice algo incorrecto. 20 Pero si ellos no quieren hacer eso, éstos hombres Judíos que están aquí deben de decirle a usted que ellos piensan que yo hice que es incorrecto cuando yo me defienda delante del Consejo. 21 Ellos pueden decir que yo hice algo malo cuando grité: " Ustedes me juzgan hoy porque yo creo que Dios puede hacer que toda la gente que está muerta vuelva a la vida otra vez." 22 Félix estaba bien informado acerca de lo que la gente llamaba el camino de Jesús. Pero él no dejó que Pablo o los judíos continuara hablando. En lugar de eso, él les dijo a ellos: " Luego, cuando el Comandante Lisias venga aquí, yo decidiré éste caso. 23 Entonces el le dijo a los oficiales que custodiaban a Pablo que llevarán a Pablo de vuelta a la prisión y se aseguraran de que Pablo estuviera guardado todo el tiempo. Pero dijo que Pablo no estuviera encadenado, y si sus amigos venían a visitarlo, el oficial debería permitirle a ellos ayudar a Pablo en cualquier forma que ellos quisieran. 24-25 Algunos días después, Félix llegó con su esposa Drusila, quien era Judía, y llamó a Pablo para hablar con él. Félix escuchó lo que Pablo le decía acerca de a fe en Cristo Jesús. Pablo le habló a él acerca de lo que Dios quería que la gente hiciera para agradarle a Él. Él además explicó acerca de cómo la gente debía controlar sus actos y de cómo debe ser el tiempo en que Dios juzgará a toda la gente. Félix sintió temor luego de oír éstas cosas, por lo que le dijo a Pablo: " Eso es todo lo que yo quiero oír ahora. Cuando yo tenga tiempo, Te mandaré a llamar para que vuelvas otra vez." 26 Félix tenía esperanzas de que Pablo le diera a él algún dinero, por lo que envió por Pablo a que viniera adonde él muchas veces. Pablo habló con Félix muchas veces, pero él no le dió a Félix ningún dinero, y Félix no le dijo a sus soldados que soltaran a Pablo de la prisión. 27 Félix dejó a Pablo en prisión porque quería agradar a los líderes Judíos. Pero cuando pasaron dos años, Porcio Festo vino a ser gobernador en lugar de Félix.

Capitulo 25

1 Festo comenzó a gobernar como gobernador de la provincia. Tres días despues, él dejó la ciudad de Cesarea y subió a Jerusalén. 2 Allí, los jefes sacerdotes y otros líderes Judíos se pararon frente a Festo y dijeron que Pablo había hecho cosas que estaban bien incorrectas. 3 Ellos urgentemente le pidieron a Festo que llevaran a Pablo para juicio en Jerusalén. Pero ellos estabn realmente planificando para atacarlo en el carretera y asesinarlo. 4 Festo respondió: "Pablo está bajo custodia en Cesarea, dejen que se quede allí. Yo mismo bajaré a Cesarea muy pronto." 5 "Así que" él dijo: "Ustedes deben ir allá conmigo, aquellos de ustedes quienes son capaces de hacerlo. Si ustedes tienen algo de que acusar a Pablo, lo pueden hacer allí." 6 Festo permaneció en Jerusalén con los líderes del Templo ocho o diez días mas. Entonces, él bajó a la ciudad de Cesarea. El próximo día, Festo ordenó que Pablo fuese traído a él, donde él se sentaba en el asiento del juez. 7 Después de que Pablo fue traído ante el asiento del juez, los líderes Judíos, quienes habían bajado de Jerusalén se reunieron alrededor de él para acusarlo de muchos cargos serios, pero ellos no fueron capaces de probar ninguno de ellos. 8 Entonces Pablo habló por sí mismo. Él dijo: "Yo no he hecho nada en contra de la ley de los Judíos, ni en contra del Templo, ni en contra del Emperador." 9 Pero Festo quería complacer a los líderes Judíos, así que le preguntó a Pablo: "¿Estás dispuesto a subir a Jerusalén para que yo te juzgue allí sobre estas cosas?" 10 Pablo respondió: "No, ahora estoy parado ante ti, quien representa al Emperador. Aquí es donde yo debo ser juzgado. Yo no he hecho nada incorrecto al pueblo Judío, como tú conoces muy bien. 11 Si yo hubiese hecho algo que merezca la muerte, yo no me negaría a morir; pero no hay nada de lo que ellos me acusan que merezca tal castigo. Nadie puede condenarme, solamente para satisfacerlos a ellos. Yo le pido que César mismo me juzgue." 12 Después que Festo consultó con sus asesores, él dijo: "¡Tú has apelado al César, y así que al César tú irás!" 13 Después de varios días, el Rey Herodes Agripa llegó a Cesarea, junto con su hermana Berenice. Ellos habían venido a rendir sus respetos a Festo. 14 El Rey Agripa y Berenice se quedaron muchos días en Cesarea. Después que había pasado algún tiempo, Festo le dijo a Agripa sobre Pablo. Él le dijo: "Hay un hombre aquí a quien Félix ha mantenido en prisión. 15 Cuando yo fui a Jerusalén, los jefes sacerdotes y los ancianos Judíos vinieron ante mí y me pidieron que lo condenara a él a muerte. 16 Pero yo les dije que cuando alguien ha sido acusado de un crimen serio, no es una costumbre para los Romanos, condenar a una persona inmediatamente. En cambio, nosotros le permitimos al hombre acusado a pararse cara a cara con sus acusadores y defenderse a sí mismo contra lo que dicen de él. 17 Así que cuando aquellos Judíos vinieron aquí, a Cesarea, Yo no demoré el juicio de ninguna manera. El día después que ellos llegaron, yo me senté en el asiento del juez y ordené al guardia a que me trajeran el prisionero. 18 Pero cuando los líderes Judíos me dijeron lo que el prisionero había hecho incorrecto, yo no pensé que nada de lo que ellos me dijeron era serio. 19 En cambio, lo que ellos discutieron con él, eran sobre cosas en su propia religión y acerca de un hombre, quien Su nombre era Jesús quien había muerto, pero quien Pablo dijo que estaba vivo. 20 Yo no entendía estos asuntos, o como encontrar la verdad. Así que le pregunté a Pablo: '¿Estás dispuesto a ir a Jerusalén, para que yo te juzgue allí sobre estas cosas?' 21 Pero Pablo pidió por César mismo para juzgar su caso, así que ordené que lo mantuvieran bajo guardia hasta que yo lo pueda enviar al César." 22 Entonces, Agripa le dijo Festo: "A mí mismo me gustaría escuchar lo que este hombre tiene que decir." Festo le contestó: "Yo coordinaré para que tú puedas escucharlo mañana." 23 El próximo día, Agripa y Berenice entraron al salón de juicio, y todas las otras personas los estaban honrando. Algunos comandantes Romanos y hombres importantes en Cesarea vinieron con ellos. Entonces, Festo ordenó que la guardia debiera traer a Pablo adentro. 24 Después que Pablo entró, Festo dijo: "¡Rey Agripa y todo el resto de ustedes quienes están aquí, ustedes vean a este hombre! Muchos líderes de los Judíos, tanto en Jerusalén como aquí, me han pedido no dejarlo vivir más. 25 Pero yo no encontré nada que él haya hecho, que merezca la muerte. Incluso así, él ha pedido que César juzgue su caso, así que yo he decidido enviarlo a Roma. 26 Pero yo no sé qué exactamente yo debo escribirle al emperador acerca de él. ¡Es por eso que lo he traído aquí, para poder hablar con todos ustedes, y especialmente a ti, Rey Agripa! He hecho esto para que así tú puedas interrogarlo. Entonces yo pueda saber qué escribirle al Emperador. 27 Yo pienso que sería irrazonable, enviar un prisionero al Emperador en Roma sin decir exactamente cuales fueron las cosas incorrectas que las personas dicen que él ha hecho.

Capítulo 26

1 Entonces, Agripa le dijo a Pablo: "Ahora, te permitiremos hablar a tu favor." Pablo extendió su mano para mostrar que estaba a punto de hablar. Él dijo: 2 "Rey Agripa, me considero afortunado porque hoy le puedo explicar a usted por qué los lideres Judíos estan en un error cuando dicen que he hecho cosas malas. 3 Yo soy muy afortunado porque usted sabe todo sobre las costumbres de nosotros los Judíos y la preguntas por las cuales discutimos. Por eso, le pido que me escuche con paciencia. 4 Todos mis compañeros Judíos saben cómo yo conduje mi vida desde mi niñez. También saben cómo vivi en la ciudad donde nací y también luego en Jerusalén. 5 Ellos me han conocido desde mis principios y pueden testificar, si quisieran, que desde bien joven obedecí muy cuidadosamente las costumbres más estrictas de nuestra religión. Yo vivía como los demás Fariseos. 6 Hoy, soy enjuiciado con la esperanza de que Dios hará lo que prometió a nuestros antepasados. 7 Nuestras doce tribus Judias, tambien están esperando fielmente para que Dios nos haga lo que Él prometió, al ellos honrarlo y adorarlo, día y noche. Honorable rey, ¡yo espero confiadamente que Dios hará lo que prometió, y ellos también creen eso! Pero es acerca de lo que yo espero que Dios hará que ellos dicen que he hecho mal. 8 Oh Rey, ¿cree usted realmente que Dios no pueda resucitar a los muertos? 9 Hubo un tiempo en el pasado cuando yo también estaba seguro que debía hacer todo lo que pudiera para evitar que la gente creyera en Jesús del pueblo de Nazaret. 10 Por lo tanto, eso fue lo que hice cuando vivía en Jerusalén. Yo encerré a muchos creyentes en cárceles, según los altos sacerdotes de alli me daban autoridad para hacer. Y cuando su gente mataba a los creyentes, yo votaba a favor de eso. 11 A menudo, yo los castigaba en las sinagogas. Yo intentaba que ellos insultaran el nombre de Jesús. Mi ira hacia ellos era tal, que los perseguía hasta ciudades extranjeras. 12 Los sacerdotes prinipales me daban poder para arrestar creyentes en Damasco, por lo tanto, allí iba. Mientras iba de camino, 13 como al medio día, vi en el camino una luz resplandeciente en el cielo. ¡Era más brillante que el sol! Brillaba por todo mi alrededor, y también brillaba alrededor de los que viajaban conmigo. 14 Todos caímos a la tierra. Entonces, yo oí una voz de Alguien que me decía en mi propio lenguaje Hebreo. Él dijo: '¿Saulo, Saulo, por qué me haces daño? Dura cosa es patear como un buey contra el aguijón del pastor.' 15 Entonces yo dije: '¿Quién eres, Señor?' Él dijo: 'Yo soy Jesús, a quien estás hiriendo. 16 ¡Pero levántate y ponte sobre tus pies! Yo me he aparecido a ti para hacerte un siervo y un testigo de lo que has visto y lo que sabes ahora y también de lo que deseo mostrarte luego. 17 Yo te protegeré de la gente y de los no-Judíos a los cuales te enviaré, 18 para que puedas abrirles los ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz y del dominio del enemigo a Dios. De esta manera, Dios perdonará sus pecados y les dará las cosas que todo mi pueblo tendrá para siempre, el pueblo que me pertenece por fe.' 19 Así que, Rey Agripa, yo hice lo que Dios me dijo en una visión que hiciera. 20 Primero, hablé con los Judíos en Damasco y aquéllos en Jerusalén, y en todos los alrededores de Judea, y a los no-Judíos alli también. Les dije que deberían dejar de pecar y que le pidieran ayuda a Dios. También les dije que deberían hacer esas cosas que muestran que han dejado de pecar. 21 Es a causa de yo haber predicado este mensaje que algunos Judíos me prendieron cuando estaba en el atrio del templo y trataron de matarme. 22 Sin embargo, Dios me ha estado ayudando, así que he continuado proclamando estas cosas hasta el día de hoy. Yo he continuado diciéndole tanto a gente ordinaria como a gente importante exactamente lo que los profetas y Moisés dijeron que sucedería. 23 Ellos dijeron que el Cristo sufriría y moriría, que Él sería el primero a resucitar de entre los muertos. Ellos también dijeron que Él proclamaría tanto a su propio pueblo como a la gente no-Judia, que Dios es realmente capaz de salvarlos. 24 Antes de que Pablo pudiera decir algo más, Festo exclamó en alta voz: "¡Pablo, tu estás loco! ¡Has estudiado demasiado y te ha hecho perder la cabeza!" 25 Pero Pablo le contestó: "Excelentísimo Festo, ¡yo no estoy loco! Al contrario, ¡lo que estoy diciendo es cierto y bastante racional! 26 Porque el Rey Agripa sabe las cosas que he estado diciendo, y puedo hablar libremente con él sobre estos asuntos. Estoy seguro que ninguna de estas cosas podrian escapar su atención, porque ninguna de estas cosas ocurrieron en secreto." 27 "Rey Agripa, ¿Cree usted lo que escibieron los profetas? Yo sé que usted cree esas cosas!" 28 Entonces Agripa le contestó a Pablo: "¡En tan corto tiempo casi has podido persuadirme en convertirme en Cristiano!" 29 Pablo respondió: "Sea que tome un corto tiempo o largo tiempo, no importa. Yo oro a Dios que usted y también todos los que aquí me están escuchando hoy llegaran a ser como yo, pero sin cadenas." 30 Entonces, El rey se levantó. El gobernador, Berenice y todos los otros también se pusieron de pie 31 y abandonaron el salón. Después que se fueron, ellos se decían entre sí: "Este hombre no ha hecho nada que merezca la muerte o sus cadenas." 32 Agripa le dijo a Festo: "Si este hombre no hubiera solicitado que el Emperador lo juzgue, él podría haber sido liberado."

Capítulo 27

1 Cuando el gobernador decidió que navegaramos a Italia, Él pusó a Pablo y algunos otros prisioneros bajo el control de un capitán del ejército llamado Julio. Él ocupaba el título de centurión y era parte de una compañia llamada "Augusta". 2 Nosotros abordamos una nave desde la ciudad de Adramitio en Asia. La nave estaba apunto de salir a lugares en la costa de Asia. De esta manera, nos dirigimos al mar. Aristarco de Tesalónica en Macedonia fue con nosotros. 3 Al próximo día llegamos a Sidón. Julio trató con amabilidad a Pablo y le permitió ir a ver a sus amigos quiénes cuidarían por él. 4 Entonces la nave zarpo desde allí. Navegamos a lo largo de la costa de Chipre, en el lado donde el viento no podría llevarnos a la dirección incorrecta. 5 Después de eso, cruzamos el mar cerca de la costa de Cilicia y Panfilia. La nave llegó a Mira, que es en Lucia. Ahí bajamos de la nave. 6 En Mira, Julio encontró una nave que provenía de Alejandrina y que pronto partiría a Italia. Así que arregló para que abordáramos esa nave y partiéramos. 7 Navegamos lentamente por muchos días y nos acercamos a Gnido, pero llegamos allí con dificultad, porque los vientos estaban en nuestra contra. Después de eso, el viento estaba muy fuerte y no permitió que la nave se moviera en línea recta hacia el oeste. En lugar, navegamos a lo largo de la costa de las Islas de Creta, donde el viento no estaba soplando fuertemente y pasamos cerca de Salmón, un pedazo de tierra que sobresalía del agua. 8 El viento continuaba fuerte e impedía que la nave se moviera hacia delante rapido. Así que nos movimos lentamente a lo largo de la costa de Creta y llegamos a un pueblo que era llamado Buenos Puertos, cerca de Lasea. 9 Mucho tiempo pasó y sea vuelto peligroso navegar, porque el período de ayuno de los Judíos ya había pasado y el mar se volvería tempestuoso. Así que Pablo le dijo a los hombres de la nave: 10 "Hombres, veo que si navegamos ahora será desastroso para nosotros con mucha herida y perdida, no solo del cargamento y la nave, pero también para nuestras vidas." 11 Pero el Cápitan Romano no le creyó a Pablo. En lugar, le creyó a lo que dijeron el piloto y el dueño de la nave y el decició hacer lo que ellos le aconsejaron. 12 El puerto no era un buen lugar para mantenerse durante el invierno, así que la mayoría de los navegantes aconsejaron ir al mar desde allí. Ellos esperaban llegar a Fernice y pasar el invierno allí. Fernice era un pueblo en Creta. El viento soplaba desde ambos, el noreste y sureste. 13 Porque había un viento suave soplando del sur, los tripulantes pensaron que podían navegar como querían. Así que levantaron el ancla del mar y la nave navegó a lo largo de la línea costera de las islas de Creta. 14 Después de un corto tiempo, sin embargo, un viento de tormenta sopló en la costa. Sopló a través de la isla desde el extremo norte y golpeaba la nave. El viento es llamado Euroclidón, el viento del noreste. 15 Sopló fuertemente contra la parte delantera de la nave y no podíamos navegar en contra. Así que los navegantes permitieron que la nave se moviera a la dirección que el viento estaba soplando. 16 La nave navegó a lo largo de la línea costera de una pequeña isla llamada Clauda. Logramos con dificultad sujetar los botes salvavidas de manera segura a la nave. 17-18 Después que los navegantes pudieron izar los botes salvavidas a la nave, ellos usaron cables para reforzar la nave. Ellos los pasaron por debajo del casco de la nave para fortalecer la nave. Los navegantes tenían miedo que encallaramos en los bancos de arena llamados Sirte, así que bajaron el ancla y de esta manera el viento nos llevó juntamente. El viento y las olas continuaron sacudiendo bruscamente la nave, así que en el próximo día los navegantes comenzaron a lanzar cosas por la borda. 19 Al tercer día de la tormenta, los navegantes habían lanzado la mayoria de las velas, cuerdas y postes, con la intención de hacer la nave más liviana. Ellos hicieron esto con sus propias manos. 20 El viento continuó soplando muy fuerte por varios días y el cielo estaba lleno de nubes negras de día y de noche, así que no podíamos ver el sol ni las estrellas. Habíamos perdido toda esperanza de sobrevivir. 21 Ninguno de nosotros en la nave habíamos comido por varios días. Entonces un día, Pablo se levantó frente a nosotros y dijo: "¡Amigos, me hubieran escuchado cuando les dije que no debíamos zarpar de Creta. 22 Pero ahora, les exhorto a que no tengan miedo, porque ninguno de nosotros moriremos. La tormenta destruirá la nave, pero no ha nosotros. 23 Y esto conozco, porque anoche Dios, aquel cuál Yo pertenezco y sirvo envió un ángel, quién se puso a mi lado. 24 El ángel me dijo: '¡Pablo, no tengas miedo! Debes ir a Roma y debes estar frente al Emperador para que él pueda juzgarte. Quiero que todos ustedes sepan que Dios les ha otorgado a tí que todas las personas que viajan en la nave contigo también sobrevivirán. 25 Así que anímense mis amigos, porque Yo creo que Dios hará pasar esto, exactamente como el ángel me dijo. 26 Sin embargo, la nave se estrellará en una isla y llegaremos a tierra desde allí. 27 En la noche número catorce, después de que la tormenta comenzó, la nave continuaba siendo llevada a través del mar Adriático. En la media noche los navegantes pensaron que la nave estaba acercándose a tierra. 28 Así que bajaron una cuerda para medir la profundidad del agua donde estaban. Cuando sacaron la cuerda, midieron y vieron que las aguas tenían cuarenta metros de profundidad. Poco después, midieron nuevamente y encontraron treinta metros. 29 Ellos temían que la nave se encontrara con algunas piedras, así que lanzaron cuatro anclas de la popa de la nave. Entonces ellos oraban para que amaneciera, para así ver hacia donde la nave se dirigía. 30 Alguno de los navegantes estaban planeando escaparse de la nave, así que bajaron un bote salvavidas al mar. En orden que nadie supiera que estaban planeando, ellos pretendieron que querían bajar unas anclas del frente de la nave. 31 Pero Pablo le dijo al capitan del ejército y a los soldados: "Si los navegantes no se quedan en la nave no tendrán ninguna esperanza de sobrevivir." 32 Así que los soldados cortaron las cuerdas y dejaron que los botes salvavidas cayeran al mar. 33 Justo antes del amanecer, Pablo exhortó a todos en la nave a que comieran algo. Él dijo: "Por los pasados catorce días ustedes han esperado y velado y no han comido nada. 34 Así que los exhortó que coman alguna comida. Deben hacer esto para vivir. Ni siquiera un cabello de su pelo perecerá." 35 Después que Pablo dijo esto, mientras todos observaban, él tomó un pan y dió gracias a Dios. Entonces partió el pan y comenzó a comer de él. 36 Entonces todos estaban animados y comieron algo de comida. 37 Todos juntos habían 276 de nosotros en la nave. 38 Cuando todos habían comido suficiente lanzaron el resto del trigo al mar para alivianar la nave. 39 Al amanecer podíamos ver tierra, pero los navegantes no sabían donde estabamos. Sin embargo, podían ver una bahía y un área grande de arena a la orilla del agua. Ellos decidieron tratar de dirigir la nave hacia la playa. 40 Así que cortaron los anclas y dejaron caer al mar. Al mismo tiempo, desamarraron las cuerdas que sujetaban los timones e izaron la vela de proa, para que el viento soplara en ella. Ellos dirigieron la nave en dirección a la orilla. 41 Pero la nave entró en aguas turbulentes y encallaron en un banco de arena que estaba debajo de las olas. La parte delantera de la nave quedó atorada y grandes olas golpeaban la parte posterior de la nave, así que comenzó a romperse. 42 Los soldados tenían en mente matar a todos los prisioneros para que ninguno pudiera nadar y escaparse. 43-44 Pero el cápitan del ejército quería salvar a Pablo, así que detuvo a los soldados de hacer esto. En lugar ordenó que todo aquel que pudiera nadar saltara al agua y nadara a la orilla. Entonces le dijo a los otros que se sujetaran de tablas u otros pedazos de la nave e ir hasta la orilla. Hicimos lo que nos dijo y de esa manera todos nosotros llegamos a salvo a tierra.

Capítulo 28

1 Después de nosotros haber llegado a salvo en la orilla, aprendimos que era una isla llamada Malta. 2 Las personas que vivían ahí, nos dieron mejor que la hospitalidad usual. Ellos encendieron un fuego y nos invitaron a calentarnos, porque estaba lloviendo y hacía frío. 3 Cuando Pablo recolectó unos palos de madera y las colocó en el fuego, una serpiente venenosa salió del fuego para escapar del calor, y mordió a Pablo en su mano y se quedó ahí. 4 Las personas de la isla vieron la criatura colgando de la mano de Pablo, se dijeron uno al otro: "Probablemente este hombre ha asesinado a alguien. Aunque se haya escapado de ser ahogado en el mar, el dios de justicia causará que él muera." 5 Pero Pablo simplemente se sacudió fuera la serpiente al fuego, y nada le sucedió a él. 6 Las personas estaban esperando que el cuerpo de Pablo pronto se hinchara con una fiebre o que repentinamente cayere al suelo y muriera. Pero después de que ellos habían esperado un largo tiempo, ellos vieron que nada había mal con él. Así que las personas cambiaron lo que ellos estaban pensando y se dijeron los unos a los otros: "¡Este hombre no es un homicida! ¡Él es un dios! 7 Ahora en un lugar cercano de donde se encontraban, allí habían algunos campos que le pertenecía a un hombre, quien su nombre era Publio. Él era el jefe oficial en la isla. Él nos invitó a ir y quedarnos en su hogar. Él nos cuidó muy bien por tres días. 8 Para ese tiempo el padre de Publio tenía fiebre y disentería, y él estaba acostado en cama. Así que Pablo lo visitó y oró por él. Entonces Pablo colocó sus manos sobre él y lo sanó. 9 Después de que Pablo había hecho esto, las otras personas en la isla quienes estaban enfermos vinieron a él, y él también los sanó. 10 Ellos nos trajeron regalos y nos mostraron en otras formas que ellos nos respetaban grandemente. Cuando estábamos listos para irnos tres meses después, ellos nos trajeron alimentos y otras cosas que necesitaríamos en la nave. 11 Después que nosotros nos habíamos quedado allí por tres meses, nos montamos en una nave que era de Alejandría e iba hacia Italia, y zarpamos lejos. Al frente de la nave, allí habían imagénes talladas de los dioses gemelos los cuales los nombres eran Cástor y Pólux. 12 Cuando nosotros llegamos a la ciudad de Siracusa, nos quedamos ahí tres días. 13 Luego navegamos y llegamos a la ciudad de Regio en Italia. Al día siguiente, el viento estaba soplando desde el sur, así que en solamente dos días más, nosotros alcanzamos el pueblo de Puteoli. Ahí dejamos la nave. 14 En Puteoli nosotros conocimos algunos compañeros creyentes quienes querían quen nosotros nos quedáramos con ellos por siete días. Después de esto, nosotros finalmente llegamos a Roma. 15 En Roma, algunos compañeros creyentes habían escuchado sobre nosotros, así que ellos vinieron a conocernos a nosotros. Algunos de ellos nos conocieron en un pueblo llamado La Plaza en el camino de Apio, y otros nos conocieron en el pueblo llamado Las Tres Tabernas. Cuando Pablo vio aquellos creyentes, él dió agradeció a Dios y estaba animado. 16 Después de que nosotros llegamos a Roma, a Pablo se le permitió vivir solo en una casa. Pero allí había siempre un soldado para custodiarlo. 17 Después de que Pablo estuvo ahí por tres días, le envió un mensaje a los líderes Judíos para que vinieran y hablaran con él. Cuando ellos llegaron a él, Pablo les dijo: "Mis queridos hermanos, aunque no me he opuesto a nuestra gente o hablado en contra de las costumbres de nuestros ancestros, nuestros líderes en Jerusalén se apoderaron de mí. Pero antes que pudieran asesinarme, un comandante Romano me rescató y luego me envió a la ciudad de Cesarea para que las autoridades Romanas me pusieran en juicio. 18 Las autoridades Romanas me interrogaron y querían soltarme, porque yo no había hecho ninguna cosa mala por lo que debía ser ejecutado. 19 Pero cuando los líderes Judíos ahí hablaron en contra del deseo de los Romanos de liberarme, yo tuve que solicitar que el juez Emperador, me juzgara aquí en Roma. Pero mi razón para hacer esto no era que quería acusar nuestros líderes sobre nada. 20 Así que les solicité a ustedes que vinieran aquí para que así yo pudiera decirles porqué soy un prisionero. Es porque, creo en lo que el pueblo de Israel confiadamente espera que Dios hará por nosotros." 21 Entonces los líderes Judíos dijeron: "Nosotros no hemos recibido ninguna carta de nuestros compañeros Judíos en Judea sobre ustedes. Tampoco, ninguno de nuestros compañeros Judíos quienes han llegado aquí desde Judea han dicho nada malo sobre ustedes. 22 Pero nosotros queremos escuchar lo que ustedes piensan sobre este grupo al cual ustedes pertenecen, porque sabemos que en muchos lugares las personas hablan en contra de eso. 23 Así que ellos decidieron que ellos regresarían otro día para escuchar a Pablo hablarles. Cuando ese día llegó, todavía más personas que antes, llegaban donde estaba Pablo quedándose. Pablo les dijo de como Dios gobernaría a todos; él habló sobre como la Ley de Moisés y los profetas profetizaron sobre Jesús. Pablo hablaba con todos quienes escucharían desde la mañana hasta la noche. 24 Algunos de esos Judíos fueron persuadidos a creer, que lo que Pablo hablaba sobre Jesús, era verdad, pero otros no creían que eso era verdad. 25 Cuando comenzaron a estar en desacuerdo los unos con los otros, y cuando estaban a punto de marcharse, Pablo tenía una cosa más que decir: "El Espíritu Santo Le dijo la verdad a sus ancestros, cuando Le dijo estas palabras a Isaías el profeta: 26 'VE A TU PUEBLO Y DÍLES: 'USTEDES ESCUCHAN CON SUS OÍDOS, PERO NUNCA ENTIENDEN LO QUE DIOS ESTÁ DICIENDO. USTEDES VEN CON SUS OJOS, PERO NUNCA VEN REALMENTE LAS COSAS QUE DIOS ESTÁ HACIENDO. 27 ESTAS PERSONAS NO ENTIENDEN, PORQUE SE HAN VUELTO TESTARUDOS. SUS OÍDOS ESTÁN CASI SORDOS; Y HAN CERRADO SUS OJOS PORQUE NO QUIEREN VER. ELLOS NO QUIEREN ESCUCHAR CON SUS OÍDOS O ENTENDER CON SUS CORAZONES, PARA ENTONCES ELLOS HABRÁN REGRESADO A MÍ Y YO LOS HABRÉ SANADO. 28 Por lo tanto, deben conocer que Dios se está ofreciendo para salvar a los no-Judíos, y ellos escucharán." 29 . 30 Por dos años completos Pablo se quedó allí en una casa que había alquilado. Muchas personas vinieron a verlo, y los recibió a todos gozosamente y habló con ellos. 31 Él predicó y enseñó a las personas sobre como Dios se mostraría así mismo como Rey, y les enseñó sobre el Señor Jesucristo. Él hizo esto con gran audacia, y nadie intentó detenerlo.